-
Los comerciantes denuncian colas interminables que les impiden aprovechar las horas de tránsito
Las colas interminables y las aglomeraciones en el paso fronterizo de Beni Enzar son la tónica habitual desde que la Delegación del Gobierno restringió el horario de cruce a los porteadores de 07:00 a 11:00 horas. Mustafa es uno de los trabajadores que se dedican al comercio atípico y denuncia las colas interminables que se generan e impiden aprovechar las escasas cuatro horas de tránsito que tienen habilitadas.
“Ahora sólo podemos trabajar cuatro horas diarias. Multiplica cuatro por cuatro. Perdemos un total de 16 horas a la semana, porque viernes y sábado el paso cierra y no podemos trabajar entonces”, lamentó este hombre ayer a El Faro bajo la bandera cercana a la frontera afectada.
Otra crítica que realiza este trabajador es la mala gestión de las colas. “Tenemos cuatro carriles en la frontera, que la policía adecue estos carriles” indicó Mustafa, recordando que el problema del tránsito es cosa de los vigilantes.
Gestión del paso
La pérdidas de horas para cruzar mercancía y las aglomeraciones dificultan todavía más la actividad de estos pequeños comerciantes. Salah recordó que “el comercio favorece la economía y ayuda al progreso de la ciudad” y criticó que el delegado del Gobierno no impulsara una mejor gestión del paso. “Su función es invertir y arreglar esta situación, no empeorarla. Está dejando una herencia nefasta”, concluyó.
Por otro lado, Mohamed denunció la falta de seguridad que los minoristas viven a diario al pasar la frontera. Este trabajador acusó a agentes del Cuerpo Nacional de Policía de “pegar a la gente”, ya que “aquí todos los días hay guerra”. Según Mohamed, esta situación viene por falta de entendimiento y lamentó que no se tuviera en cuenta que los comerciantes como él tienen familia, en su caso “cuatro niños que alimentar y educar, además de un alquiler que pagar”.
Otro manifestante se unió a la conversación y describió la impotencia que sienten ante estas situaciones, porque “denunciar no sirve de nada” y “lo peor de todo es que ahora prácticamente nos hemos quedado sin trabajo”. Mohamed coincide con él: “Las tiendas en las que he vendido mercancía no me pueden pagar porque la restricción ha impedido colocar el género, tenemos los almacenes llenos”.