Los trabajadores de La Purísima señalaron ayer en un comunicado que “duele el linchamiento indiscriminado” al que se ha sometido al personal tras la presunta agresión a un menor a manos de un empleado del centro. En la nota, apuntan que “la labor en un centro con unos 600 acogidos, pero que cuenta con una infraestructura y espacios obsoletos (calculados en su día para 200 menores) y con una plantilla pensada para poco más de 300 niños, es ardua, compleja y propensa a generar situaciones de gran estrés y tensión cada día y cada hora, minuto a minuto”.
Los trabajadores destacan que esas situaciones complicadas se registran “muy especialmente en el módulo en que ha tenido lugar el desafortunado y, caso de confirmarse (dicho sea en defensa de la presunción de inocencia), reprobable suceso”.
Tras el incidente por el que uno de sus compañeros de La Purísima está siendo investigado por la justicia por una presunta agresión, los trabajadores quisieron salir al paso de “valoraciones inciertas o falsas que se pretenden verter en la ciudadanía y que afectan muy directamente a las mujeres y hombres de esa plantilla”.
“No podemos admitir discursos que pongan en duda la calidad humana y la profesionalidad de estas mujeres y hombres, así como tampoco recibimos instrucciones contrarias al bienestar de los niños y tampoco desde el ejercicio de nuestra responsabilidad las hubiéramos permitido. Las 125 personas que integran la plantilla se ganan su sueldo con más honestidad y merecimiento que quién, desde la cómoda lejanía y sus turbios intereses, pudieran poner aquello en duda”, aseguran en el comunicado.
“Duele el linchamiento indiscriminado, duele el prejuicio, duele la arbitrariedad de las valoraciones tendenciosas… pero lo que más duele es que conciudadanas y conciudadanos pudieran ser persuadidos por tales discursos en contra, a fin de cuentas, de unas buenas personas”, añaden.
No obstante, “a pesar de todas esas dificultades”, quisieron hacer saber a los melillenses en el comunicado que cada día los empleados del centro de La Purísima retornan a sus puestos de trabajo “ilusionados por lo que van a hacer, convencidos de lo que hacen y volcados en ofrecer a sus menores el mejor cuidado que, dadas las circunstancias, pudiera nadie llegar a dar”.
Concluyen el comunicado asegurando que después vuelven a sus hogares “con la satisfacción de hacer bien las cosas”, aunque les quieran “borrar” la sonrisa.
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