Ainara Villacorta San Martín es una escritora y comerciante alavesa que lleva siete años afincada en Melilla. Aquí está criando a su primera hija y ahora se encuentra en estado de gracia esperando el nacimiento de su segundo retoño, que será varón.
Esta vez, y cambiando la tradición, el vástago traerá bajo el brazo la publicación de un libro escrito por su madre, una obra profunda y emocionante que brota de los sentimientos propios de la autora, conformando un precioso manifiesto en contra del maltrato.
La novela, titulada ‘Azul tormenta, lluvia añil’ narra las vivencias de una treintañera maltratada que, tras una paliza de su pareja, despierta quince años atrás, el día de su entrada a la facultad y sin haber conocido al que más tarde sería su marido. La historia tiene un componente ciertamente didáctico, pues el personaje principal vuelve al pasado con la madurez y experiencia que el paso de los años y las palizas han ido marcando en su piel.
Es entonces cuando la maltratada se da cuenta de la inutilidad de la dependencia, del apego desmedido y la sumisión. Vuelve a recuperar una serie de sensaciones ya vividas en el cuerpo de una adolescente, pero con la mente de una treintañera, por lo que suple la impulsividad de los dieciocho con la mesura de una mujer ya hecha a sí misma.
Problema complejo
Ainara empatiza a la perfección con las mujeres afectadas por esta lacra social, entendiendo las dificultades que entraña para ellas dar el complicado paso de denunciar a los agresores, pues la mayor parte de las veces tienen relaciones sentimentales con las agredidas o, directamente, tienen hijos en común con los mismos.
Muchas veces la sociedad no alcanza a comprender tales grados de sometimiento de las víctimas pero, como advierte la autora, es muy fácil observarlo desde fuera sin vivirlo en casa.
Pese a todo, la escritora es una voz más de las que reclaman un punto más valentía entre las damnificadas, pues pese a las dificultades que conlleva, el único camino posible es la denuncia.
Admite, en palabras a El Faro, que en sus primeros pasos en Melilla muchas cosas le chocaron, ideas y pensamientos alejados de los suyos que achaca a una cultura social muy impregnada por la herencia religiosa. La religión, según San Martín, tiene una visión muy anticuada de la mujer, que se presenta como un elemento familiar: un ama de casa sumisa que acata su papel dependiente del hombre.
Respeta las opiniones de todo el mundo, porque nadie tiene la razón absoluta ni merece el descrédito, pero hay una serie de cuestiones educativas básicas que deberían sobreponerse a las nocivas herencias culturales recibidas, expone.
La vasca afincada en Melilla solicita un cambio drástico en esta visión, pues es el primer paso para acabar con la desigualdad imperante entre ambos géneros. Pese a que se están mejorando cosas, afirma, los datos siguen estando ahí y son preocupantes, “por algo será”.
Soluciones fáciles
Reclama, pues, un mayor trabajo desde la educación escolar más básica , pues “la violencia de género no es algo innato, sino adquirido”. Villacorta denuncia que la mayor parte de las veces, los estímulos recibidos por los menores desde la televisión o desde sus propios hogares plantan la semilla del machismo y el maltrato en ellos.
Lo más peligroso de la situación, según ella, es la inconsciencia de peligrosidad adheridas a estos comportamientos, que en la mayor parte de los casos, como dice haber observado en la ciudad, están aceptadas por la sociedad.
Argumenta que hay una serie de cosas por mejorar, como por ejemplo la dualidad del carácter infantil, con juguetes sexistas que fomentan esta diferenciación desde la más tierna infancia. “¿Por qué mi hija no puede jugar al fútbol, o jugar con un soldado de plomo”, preguntó retóricamente Ainara. “Para el nacimiento de mi segundo niño, como es varón, intentaremos fomentar la igualdad desde el primer momento, y si le toca ponerse algo rosa heredado, no va a caérsele nada”, bromeó la escritora.
La autora advierte además del riesgo de promover falsos conceptos entre la población, como aquel que proclama que gran parte de las denuncias interpuestas por violencia doméstica son falsas. Villacorta recordó los datos aportados por el Ministerio, que contabiliza como falsas tan sólo el 0,049% de las mismas, incluyéndose entre ellas las revocadas por falta de pruebas.
Por eso, la autora de “Azul tormenta, lluvia añil” hace especial hincapié en la necesidad de “educar a la gente, que aprenda, que lea un poco más”.
Ainara Villacorta, que para la edición de su novela ha querido dar un sentido homenaje a su madre firmando el libro con su apellido materno, ha dado a luz una historia repleta de claroscuros, con vivencias extrovertidas y amenas que se contraponen con pasajes más oscuros o dramáticos. “No todo es blanco o negro”, reconoció la escritora.
Para la obra, la escritora ha querido crear una historia entretenida, con un argumento que enganche y que pueda ser leído lo mismo por mujeres que por hombres que por adolescentes, pues su objetivo último es propagar este necesario sentimiento de igualdad entre ambos sexos, pues considera un atraso que aún haya que estar explicando cuestiones tan básicas y elementales.
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