Se cumplieron las previsiones y la anunciada fragmentación del voto nos condujo ayer a una larga noche, que solo al inicio de la madrugada dejaba claros los resultados en Melilla.
A nivel nacional, fue otro cantar. El recuento se aproximó bastante a lo que auguraban las encuestas, aunque con la horquilla más baja para un Partido Popular que cosecha el peor resultado de su historia, y Ciudadanos más fortalecido de lo que preveían.
Queda mucho por recorrer, pero todo apunta a la posible formación de un Gobierno entre Cs y PSOE. Al margen de lo que haya podido decir Rivera durante la campaña, la holgada mayoría que conformarían ambos partidos libraría a un futuro Ejecutivo de ser nuevamente rehén de independentistas y nacionalistas, y contribuiría a crear nuevos equilibrios muy necesarios en nuestro país.
De vueltas a la política local, Mustafa Aberchán ha demostrado su capacidad, músculo y fortaleza, pero sin suficiente empuje para desbancar a un PP que, muy tocado por la irrupción de Vox, ha logrado finalmente imponerse en el Congreso y el Senado, y proclamar diputado por Melilla a Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, con algo más de mil votos de ventaja.
Ha mostrado también Aberchán al PSOE cuál es el tamaño de su fuerza, capaz de igualarse a los socialistas con un porcentaje muy similar en votos y casi el mismo número de sufragios en las elecciones al Congreso. Y esto, tratándose de unas elecciones nacionales, no es pequeña cosa.
Las Generales no se desarrollan con las mismas pautas que unas autonómicas o municipales como las que tendremos que afrontar en mayo próximo, pero sí marcan una posible tendencia y nos muestran a una Coalición por Melilla muy fuerte, frente a un Partido Socialista más recompuesto y fortalecido, y un Partido Popular más debilitado, a pesar de la victoria local, en gran medida por la división del centro derecha, la factura de la corrupción y el desgaste de casi dos décadas continuas de Gobierno de la Ciudad.
Teniendo en cuenta que la ley D’Hondt favorece siempre a las candidaturas que concitan un voto mayoritario, una traslación de los resultados a las próximas municipales podrían acabar convirtiendo a Ciudadanos en el partido bisagra para un futuro Gobierno en Melilla. Y en esto, las distancias entre PP y Cs lo son en el ámbito melillense mucho mayores que a nivel nacional y con muchos más componentes de rechazo mutuo, especialmente por parte de Ciudadanos, a costa de los desencuentros personales que tanto marcan nuestra política local.
Queda aún mucho camino por recorrer pero lo que resulta evidente es que estos comicios han puesto de manifiesto dos cosas:
-Una, que los españoles prefieren el centro y la moderación a los discursos u opciones más extremas como la que ha podido encarnar el nuevo PP de Casado y sus titubeos con la ultraderecha de Vox.
-Dos, que en Melilla nos enfrentamos a dos tipos de voto: Uno más amplio y variopinto a opciones diversas, y otro más monolítico, compacto y militante que se mueve por cuestiones étnicas e identitarias, en torno al sentido de pertenencia a una misma comunidad y una misma religión. Esta opción de voto, que es la que acumulan y promueven especialmente CpM y Aberchán, por un lado, y que en cierto modo también alienta Vox, es en si misma la más preocupante y peligrosa, porque en Democracia las preferencias deben perfilarse por ideologías y no por adherencias étnicas que puedan derivar en división o enfrentamiento entre las comunidades. Debemos tener en cuenta que, en Melilla, Vox ha sacado casi un 6% más de votos que en su media nacional.
Su irrupción en nuestro mapa electoral muestra un horizonte más extremista y dividido que, en ningún caso, es lo que más conviene a una ciudad plural y diversa, donde los extremos, del signo que sean, pueden ser aún peores que en cualquier otro sitio.
En todo caso, toca a los melillenses sacar sus propias conclusiones de las elecciones de ayer. A unas semanas de volver a las urnas, seguimos jugándonos nuestro futuro y aquí, especialmente, no estamos para experimentos que puedan abocarnos a gobiernos débiles o rehenes de peligrosas componendas.
La carrera hacia el 26 de mayo ya ha dado el pistoletazo de salida. Reflexionemos sobre los resultados y pensemos en la ciudad que queremos.
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