Melilla se ha sumado a la marea azul que se ha impuesto en toda España en demanda de un cambio que ha reportado al PP una holgada mayoría absoluta en el Congreso y otra aplastante victoria en el Senado. Los españoles han reaccionado cabalmente ante la necesidad forzosa de un cambio, que en Melilla no representa continuidad como algunos piensan, por el hecho de que aquí gobierne el PP a nivel autonómico desde hace ya casi una década, y en las generales venga ganando desde hace quince años.
La victoria nacional del PP, con sus 186 diputados y sus 136 senadores, también debe representar un cambio visible y palpable para los melillenses, que esperamos ansiosos que se nos otorgue la atención especial que Rajoy nos ha prometido en tantas ocasiones y que sin duda merecemos por los handicaps derivados de nuestra situación geográfica principalmente. No se trata de esperar una varita mágica, que ni existirá para nosotros ni para los problemas generales de nuestro país, pero sí de invertir esa política de desidia y negación de nuestra realidad, con el fin de empezar a atajar los desequilibrios sociales fruto, sobre todo, de años de desigualdad entre las dos comunidades mayoritarias que conforman nuestra tierra. Melilla necesita de políticas de discriminación positiva como las que requieren especialmente los residentes de los barrios más deprimidos de nuestra ciudad, en los que se concentran los mayores índices de paro y falta de cualificación laboral y académica. Todos confíamos en que el nuevo Gobierno del PP sepa a partir de ahora actuar en consecuencia.