Fue su hija de siete años quien inspiró una canción que da título a su último disco, ‘Pacífico 360’. Con esa ingenuidad propia de la infancia, le preguntó a Nacho Campillo (Badajoz, 1960) que por qué no podían llevar a su casa a todos esos niños de Siria que aparecían en la televisión. Eso hizo reflexionar al músico y dio pie a ‘Pacífico’, uno de los temas que el que fuera alma máter de Tam Tam Go presentará mañana viernes, a las 22:00 horas, en la Plaza de Armas de Melilla, en un concierto que da el pistoletazo de salida a esta edición del programa ‘Música a la luna’.
–¿Qué va a ofrecer a los melillenses en el concierto?
–‘Pacífico 360’ es una especie de celebración a toda mi carrera. Tocaré temas del nuevo disco y haré un repaso a mi carrera, desde canciones clásicas de Tam Tam Go a temas de mis discos en solitario. Este es el cuarto. Pero no es recopilatorio. Es un compendio. Celebra 30 años de mi carrera. Por eso se llama ‘Pacífico 360’, por los meses que llevo en la música. Apela también a las causas sociales porque yo siempre he escrito sobre temas sociales, pacifício. He estado siempre comprometido en estas causas y he colaborado con Amnistía Internacional. Habla también de la inmigración. Será un concierto íntimo, en el que también habrá rock. Será equilibrado.
–¿Cómo ha evolucionado Nacho Campillo en esos 360 meses?
–Sigo siendo el mismo. Sigo teniendo la misma ilusión que cuando empecé porque me encanta mi trabajo. Me encanta girar, me encanta el estudio; me encanta la música en general. Es mi gran pasión desde pequeño. Sigo entusiasmándome con las canciones que escribo e intentando entusiasmar también al público que me sigue y que se emocione con mis canciones.Quizás ahora sé un poco más pero sigo aprendiendo todos los días. Eso es lo que te da la energía para continuar. El aprendizaje y las ganas son la clave para no cansarte de esto. Pero también la incertidumbre, que es muy positiva a veces. Este negocio es de muchos vaivenes; estás arriba, abajo, en medio. Y esa incertidumbre te hace crear. La gente, cuando se acomoda y está muy arriba, es menos interesante que los artistas que están batiéndose el cobre como nosotros, haciendo las cosas de forma artesanal y consiguiendo logros poquito a poquito. Es muy gratificante y te enseña mucho.
–¿Cómo definiría la música de Nacho Campillo?
–Es muy universal, muy versátil. Cuando estaba en Tam Tam Go ya nos calificaron como que éramos un grupo que no teníamos un estilo definido. Cada álbum tenía una logística y un decorado diferente. Yo no sabría cómo definir mi música. Entra dentro del pop pero siempre hemos hecho guiños a muchos estilos. Este disco define muy bien el momento en el que estoy. Hay cachitos de Tam Tam Go, de mis discos en solitario. Es mi pasado, presente y futuro. También se llama 360 porque habla de un ciclo que se cierra y empieza una etapa nueva. Fui padre hace unos años y he cambiado mucho. Me ha hecho ver las cosas de manera diferente. Me he quitado tonterías de la cabeza, muchos egos. Disfruto con las cosas sencillas.
–¿Cómo le ha influyó La Movida en su música?
–Los primeros años, nos pilló a mi hermano y a mí en Londres, donde vivíamos con mi madre. Vivimos allí justo en la efervescencia de la nueva ola, el punk... Fue nuestra escuela. Aunque nosotros veníamos ya de escuchar los clásicos de los sesenta y setenta. En el primer disco de Tam Tam Go se nota una influencia clara de la nueva ola británica. Cuando volvimos a Madrid, conocí a todos los grandes grupos de aquella época. Radio Futura, Los Secretos, Nacha Pop... Somos grandes amigos y se nota posteriormente en nuestra música.
–Ha colaborado con artistas como Noa, Antonio Vega, Raimundo Amador, Nacho Cano, Los Secretos... ¿Qué aporta eso?
–Es muy bonito colaborar con estos artistas que no tienen nada que ver contigo. Se aprende mucho. Hay un aprendizaje recíproco. Tú les muestras tu manera de cantar, tu sensibilidad, tu sentimiento. Te muestras transparente. Y ellos te enseñan su mundo. Es muy bonito compartir con artistas tan grandes como Antonio Vega, Los Secretos, Armando Manzanero... Y sigo colaborando. Ahora quiero hacer versiones de canciones de este disco con artistas emergentes. De la gente joven se aprende mucho.
–El nombre del disco hace alusión a su parte más comprometida. También ha colaborado con Amnistía Internacional. ¿Concibe la música como una forma de compromiso?
–Ya en nuestros primeros discos de los años 86-87, hicimos la canción ‘Manuel Raquel’, muy comprometida con la homosexualidad. Luego hicimos ‘Espaldas mojadas’, que habla de la inmigración. La música tiene muchos objetivos y uno de ellos es sensibilizar, hacer mejor a las personas. Hay veces en las que se intenta paliar un poco con una canción el odio que todos llevamos dentro; la música apacigua ese rencor. Luego hay otra faceta de la música más de diversión, de hacerte olvidar. Hay gente que me ha dicho: ‘Yo con esa canción cambié o me enamoré o conseguí un amigo para toda la vida’. Es gratificante escuchar eso de tus canciones.
–¿Cómo ha sido la vida después de Tam Tam Go?
–No ha sido fácil. La gente siempre me identifica con Tam Tam Go porque fue un grupo que tuvo mucho éxito y vendimos muchos discos. Y es complicado separarlo. Me siguen parando por la calle y dicen: ‘Mira, Tam Tam Go’. Ahora hay que construir una mirada nueva. Yo no reniego de mi pasado porque Tam Tam Go es un grupo que me ha dado todo. Yo fui un poco el alma máter de las canciones y la filosofía del grupo la desarrollamos mi hermano y yo, con Rafa al principio. Pero ahora estoy en otra etapa como solista y si un día me reconocen por la calle como Nacho Campillo, pues mucho mejor. [Risas]
–’Atrapados en la red’ fue una canción premonitaria...
–Fue en realidad una casualidad. Cuando casi nadie tenía internet todavía se nos ocurrió hacer una canción que hablara de un encuentro cibernético. Y nos salió esto, con un lenguaje internauta, y dimos en el clavo porque anticipó lo que vendría. El tema también tiene un trasfondo con una parte crítica porque habla de que siempre tendemos a enamorarnos de una persona por su belleza física. En esa canción no se conocen y entonces lo que cuenta realmente es su intelecto, su forma de pensar. Había una crítica a todos los valores materiales de la sociedad.
–Se refería antes a ir poco a poco en la música. ¿Cómo ve los concursos televisivos que ‘crean’ artistas de la noche a la mañana?
–Lo critiqué mucho cuando empezaron estos concursos. De hecho, hice una canción que hablaba de esto. A mí me ofrecieron ser jurado en alguno de estos programas pero nunca quise. Nunca he comulgado con esto. Yo no concibo la música como una competición. El tiempo me ha dado la razón. De todos estos artistas que han pasado por los programas, solo han quedado dos o tres. Solo beneficia a unos pocos. Es difícil salir adelante en el mundo de la música y esos concursos son una oportunidad de alguna manera. Pero es un arma de doble filo porque es ‘pan para hoy y hambre para mañana’. La verdadera ‘academia’ está en la calle, en los conservatorios, en las academias de verdad, y no en la televisión.
–¿Qué le parece Melilla?
–Tengo muchas ganas de ir. He estado varias veces pero no he tenido nunca mucho tiempo de visitarla a fondo. Es muy triste todo lo que ha ocurrido en la valla en todos estos años. Y lo que está pasando en Siria, en Irak. Y que el Gobierno español no haya hecho nada de lo prometido para acoger refugiados. La canción ‘Pacífico’ habla de esto. Surgió porque estaba viendo el telediario con mi hija de siete años y estaban poniendo imágenes de niños en Siria. Y ella me preguntó que por qué no traíamos esos niños a casa y montábamos un campamento. Me enterneció su ingenuidad. Y yo no sabía qué contestarle. Y escribí esta canción, que habla de un padre y un hijo que cruzan el oceáno en busca de, no sé si un mundo mejor, pero de, al menos, la paz.
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