Los presidentes de los diferentes países miembros de la Unión Europea mantendrán hoy en Bruselas los primeros encuentros con más de medio centenar de jefes de Gobierno de África.
Durante dos días representantes políticos de ambos continentes discutirán y tratarán de llegar a acuerdos sobre asuntos que conciernen a ambas partes. Uno de estos asuntos será la inmigración, introducido en la agenda de la cumbre a petición del presidente Mariano Rajoy. Se trata de un problema que nos afecta de manera especial porque muchos de quienes deciden emprender la aventura de abandonar sus casas para dirigirse a Europa optan por encaminarse hacia Melilla, que se ha convertido en una referencia para miles de inmigrantes. Es el último objetivo a superar para conseguir saltar al otro lado del Mediterráneo.
En la cumbre UE-África se pronunciará el nombre de nuestra ciudad en más de una ocasión. Incluso no se puede descartar totalmente que se alcance algún tipo de acuerdo para intentar borrar a Melilla del mapa de la inmigración ilegal. Sin embargo, no podemos esperar una solución definitiva de posibles pactos centrados únicamente en la cooperación policial, en la impermeabilización de las fronteras o en la devolución de inmigrantes. Mientras una parte de la población africana tenga interés en llegar a poblaciones europeas, poco se podrá hacer para impedirlo con medidas coercitivas. La inmigración masiva y descontrolada sólo será cosa del pasado cuando los ciudadanos que abandonan sus casas recuperen la confianza en sus respectivos países. Únicamente la posibilidad de prosperar sin tener que dejar sus territorios puede poner fin a estos movimientos demográficos sin ley ni orden. Y para ello es imprescindible que se imponga en todo el continente africano la estabilidad política, la seguridad jurídica en las inversiones económicas y los derechos humanos. Todo ello bajo la cobertura de sistemas plenamente democráticos. No se trata de una empresa fácil, más bien parece un objetivo utópico. En el continente africano confluyen intereses de todo tipo como para confiar su futuro a un supuesto altruismo de los dirigentes europeos. No existe ni ha existido nunca un sentimiento de ese tipo en ningún gobierno y, mucho menos, ha sido la brújula que ha guiado su acción política. Si la cumbre entre la UE y África llega a merecer el calificativo de éxito, será porque los europeos hayamos encontrado motivos que nos hagan interesante fomentar el progreso económico y el desarrollo de la democracia como sistema político al sur del Mediterráneo. Por el contrario, mientras el interés de Europa siga estando en mantener a África empobrecida, manipulable y sometida, en Melilla tendremos que continuar pendientes de nuestra frontera, de nuestra valla, de sus pateras... Somos los primeros en sufrir el castigo que Europa tiene que pagar por sus ‘pecados’.
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