Aún los melillenses no han olvidado el 25 de enero de 2016, cuando hubo un terremoto de magnitud 6.3 con epicentro en el mar de Alborán que provocó numerosos daños en inmuebles públicos y privados, además de cerca de decenas de heridos, y los temblores de tierra siguen sin dar tregua a la ciudad autónoma.
Sin ir más lejos, desde el día 1 de abril de 2021, hasta el 10 de noviembre de 2022, el Instituto Geográfico Nacional detectó un total de 7.059 terremotos en la zona del mar de Alborán, de los cuales 275 fueron sentidos por la población. De ellos, 29 fueron de magnitud superior a cuatro grados en la escala de Richter, la mayor parte sentidos con intensidad máxima de III en Melilla.
A raíz del terremoto del 20 de mayo del año pasado, El Faro contactó con la sismógrafa de la Red Sísmica Nacional Arancha Izquierdo, quien indicó que “no hay manera de predecir nada más allá de que la falla del mar de Alborán se va a seguir moviendo”. Según afirmó esta experta, dando la razón al Instituto Geográfico Nacional, desde 2021 la falla se encuentra “muy activa”.
Y efectivamente sigue moviéndose y bien que lo están notando los melillenses este año, cuando ya ha habido cinco terremotos de más de tres grados en la escala de Richter, los dos últimos muy recientes, el lunes y el martes, con 3,6 y 3,5 grados, respectivamente.
Puesto que, como dice la experta y ratifica la tierra con sus movimientos, no parece que esto se vaya a detener aquí, bien harían las autoridades en tomar las medidas que correspondan.
Seguramente nadie quiere volver a vivir episodios como el de 2016, con gente con miedo subiendo a Rostrogordo y durmiendo en sus coches por si volvía a temblar la tierra, pero no se puede descartar que algo así vuelva a ocurrir más pronto que tarde. Dice el refranero español que quien avisa no es traidor, y la tierra ya ha dado varios avisos desde hace tiempo.
Por eso, porque estamos avisados, sería deseable que la Ciudad Autónoma, Protección Civil y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con la colaboración de la Delegación del Gobierno establezcan un plan claro de evacuación si se da el caso de un seísmo fuerte.
No es ninguna tontería. Ya hemos visto lo que ha sucedido en otros lugares del mundo, como cuando el terremoto que se produjo en febrero de este año y que dejó 51.080 muertos y 107.204 heridos en Turquía y 8.476 muertos y 14.500 heridos en Siria, además de numerosos daños materiales con pérdida de viviendas incluidas.
Sin marcharse tan lejos, en España, el terremoto de Lorca de 2011 dejó, con sólo 5,1 grados en la escala de Richter, nueve personas fallecidas, y eso sin hablar hablar de la gran cantidad de casas derruidas y, en general, de daños materiales que causó el movimiento de la tierra y de los que aún no se ha recuperado la localidad murciana.
Por lo tanto, no conviene tomárselo a broma. Si se sabe que el mar de Alborán es una zona de gran movimiento sísmico y que la tierra está emitiendo señales y va a seguir moviéndose, más vale que las autoridades dispongan de un plan claro y conciso para evitar que, llegado el caso, se produzca una tragedia.
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