Categorías: Editorial

La ‘tierra de nadie’, un lugar sin ley

La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) insiste en su exigencia de que Marruecos respete el Derecho Internacional y ordene a sus agentes abandonar la denominada 'tierra de nadie'. La petición no es nueva, como tampoco lo es el hecho que la motiva: La agresión sufrida por un agente de la Benemòrita encargado del control y la vigilancia en uno de los puestos fronterizos. Concretamente el suceso ocurrió en el paso de Barrio Chino, escenario habitual de este tipo de ataques.
La solicitud de la AUGC está respaldada por el derecho y el sentido común. Sin embargo, su hipotética aceptación no sería suficiente para garantizar la inexistencia de nuevos atentados. Sólo el respeto a la ley, la cooperación y la sincera lealtad por parte de las autoridades marroquíes servirían para poner fin a este tipo de hechos que siempre tienen como agresores a ciudadanos marroquíes, como víctimas a agentes españoles y como 'encubridores' o policías poco diligentes a los funcionarios del país vecino.
El día en el que el Gobierno de Marruecos ordene a sus autoridades establecer una relación de respeto y cooperación sincera con las autoridades españolas, siempre dentro de los márgenes que permite la ley, la mayor parte de los problemas habrá desaparecido, especialmente los que afectan a nuestro país. Para ello hay que conseguir que la defensa del orden sea tan beneficiosa para España como para Marruecos. Mientras que las autoridades del país vecino encuentren alguna ventaja en esta situación de caos diario que planea en la frontera, la seguridad y el transito tranquilo y ágil entre Melilla y Marruecos continuará siendo una asignatura pendiente.
Por desgracia, el remedio a este tipo de situaciones sobrepasa la capacidad y las atribuciones políticas de la Ciudad Autónoma de Melilla. Visitas como las del rey Juan Carlos a Marruecos tampoco traerán una solución inmediata. El viaje de Estado del monarca español sólo forma parte de los primeros pasos de un largo camino que tenía que haber sido recorrido hace tiempo. Los pronunciamientos a favor de la hermandad entre ambos países y los recíprocos deseos de prosperidad que se intercambian en estos actos son simples palabras sin peso si no se empiezan a materializar en actuaciones concretas que impidan que la denominada 'tierra de nadie' sea en realidad un 'lugar sin ley'.
Hoy no parece existir una especial prisa por resolver asuntos como el atentado sufrido por el agente de la Guardia Civil. El golpe recibido en su mano con una piedra no ha merecido más atención por parte de las autoridades que una simple anécdota. El día en que la fortuna nos dé la espalda y el impacto provoque una desgracia mayor, habrá que echar la vista atrás para recordar a los que ahora se desentienden de este problema como antes hicieron sus predecesores. Entonces perderán todo sentido las buenas palabras y mejores deseos que presiden los actos diplomáticos entre ambos países.

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