El actor Ramón Langa protagoniza uno de los personajes más misteriosos y terroríficos de todos los tiempos, Drácula. Hoy se representará a las 21:30 horas del teatro Kursaal la última escenificación de esta obra.
Ramón Langa es uno de los grandes actores de la escena y el cine español y una de las mejores voces que han doblado innumerables películas. ‘El capitán Trueno’ fue una de sus últimas intervenciones en cine y seguro que a la mayoría de los aficionados al séptimo arte les suena su voz grave con la que ha doblado a Bruce Willis o Kevin Costner.
Langa protagoniza al temido personaje de Drácula en la obra de mismo título que se representará esta noche por última vez en la ciudad a las 21:30 horas. Ésta es la primera vez que visita Melilla, pero aseguró que tenía muchas ganas de venir, ya que participó en la película ‘Morirás en Chafarinas’, pero ninguna de las escenas en la que actuó se rodó en estas tierras. Langa comenta en El Faro cómo es interpretar a este vampiro sobre las tablas de un teatro.
–¿Cómo llega a sus manos el proyecto de Drácula?
–Pues de la forma más corriente que se pueda imaginar. Un director que quiere hacer este proyecto piensa en mí y me comentó algo durante una cena en la que coincidimos por otro tema. Mientras, hice otra obra de teatro y rodé Capitán Trueno. Más tarde, me llamó y me dijo: tengo Drácula con Emilio Gutiérrez Caba haciendo de Val Helsing y dije que sí. El proyecto de Drácula me apetecía, pero al estar Emilio Gutiérrez no tenía ninguna duda. Soy su fan número uno, pues crees todo lo que te digan sus personajes.
–¿No da un poco de miedo embarcarse en un proyecto como éste en el que su personaje es mundialmente conocido?
–No, porque tenemos las referencias de cuando se ha realizado este espectáculo en Nueva York y en Londres y han contado con un gran éxito. Todo el mundo sabe que a Drácula lo matan con una estaca en el corazón, sin embargo, es un espectáculo. Es un género de terror o fantástico. Drácula, como cualquier clásico, tiene muchas versiónes. Ésta, en concreto, es la auténtica, la más parecida a la del libro, aunque lo que cambia es la forma de presentarlo. En esta ocasión tenemos la ventaja de que está llena de trucos. Drácula aparece y desaparece, se convierte en vampiro. Aparece por una ventana y se va por otra. Hay sustos y hay suspense, todo ese momento típico de un show en el que tienes que estar atento. Estos efectos los ha hecho Yunke, un mago internacionalmente conocido, alumno de David Copperfield. Esta obra está muy bien interpretada, tiene ritmo, tensión y está muy bien resuelta. Tiene un decorado impresionante de bonito. Lo que se aporta es un espectáculo visual de mucho suspense.
–¿Cómo es su personaje?
–He preferido hacer un Drácula que no sea demasiado obvio, sino parecido a una persona más normal, aunque dentro de que estás en un carácter metido. Es más amable cuando está con la gente, pues los personajes no saben que soy el vampiro, aunque sí el público. Estos personajes sólo saben que soy un conde, que ha acabado de llegar en Londres, y que les presto mis servicios. Aunque cuando aparece la bestia es una bestia.
–¿Encarna el profesor Van Helsing el bien y Drácula el mal?
–Drácula no es humano del todo ni está muerto del todo. Drácula es, como dice Van Helsing, un no muerto. No creo que se trate del dilema de la bondad y la maldad, sino es un género de terror. No creo que ése sea el conflicto de la función. Van Helsing es un hombre bueno y generoso que trata de salvar el mundo de unos monstruos que los encarga Drácula, mientras este personaje va a saciar su apetito de sangre y a hacer cuantos más adeptos mejor. En cualquier manifestación de la sociedad existe la maldad y la bondad, y siempre existirán.
En la vida real hay muchos vampiros, no de los que se convierten en murciélagos y te chupan la sangre, sino que me refiero a que hay mucha gente que te vampiriza, que te quita la energía, que te come el coco, que te doblega, y que acabas haciendo su santa voluntad. Pero ese es otro tema.
–Así que esta función no tiene una moraleja.
–Bueno, tiene una frase del profesor Van Helsing que es: “ustedes quieren pruebas”. La ciencia sólo quiere pruebas, pero hay cosas en la vida que van más allá, que no necesitan de ellas. Ése puede ser un mínimo discurso sobre el mundo científico. Creo que a veces hay que creer en cosas que son demasiado grandes o incomprensibles para el conocimiento humano, pero el hecho de que ocurran ya te dan pistas de que pueden existir. Pero ésta es una novela fantástica de terror y no hace falta buscar nada más.
-¿Qué le aporta el doblaje, el cine y el teatro?
-El doblaje lo dejé hace años. Empecé en el teatro, pero el doblaje me secuestró y aunque estaba contento, quería volver al teatro y al cine. Ahora sólo doblo a Bruce Willis. Pero, ¿qué me aporta? El doblaje es una gran escuela de interpretación, si te fijas y tienes interés.
El teatro me aporta el directo y el público. Cuando vas a salir a escena te entra una cosa en el estómago, sobre todo, cuando escuchas el murmullo del público porque están esperando algo que tú le vas a dar in situ. La tensión, la adrenalina y la creatividad. Empiezas un trabajo de principio a fin en tiempo real, algo que no tiene el cine, porque grabas una escena del final y luego otra del inicio. Sin embargo, este género lo que me aporta es la magia de la fotografía, la dificultad de encontrarte con la cámara. Para mí es mucho más difícil encontrarme con el público. El cine es una maravilla. Es un arte. Pero si me dieran a elegir entre los dos, escogería teatro, aunque me dolería mucho dejar el cine. La soledad del actor en el camerino preparándose solo ante el peligro tiene mucho de romántico. Hay todo un mundo detrás del escenario.
–Llevan pocas representaciones de Drácula, pero ¿han tenido alguna anécdota en este tiempo?
–De momento, que yo recuerde, no tenemos ninguna, aunque en el día del estreno de Sevilla hubo un grupo de gente que vino vestida con apariencia gótica. Pero seguro que surgirán más.
–¿Qué tal ha sido el trabajo con los compañeros?
–Ha sido muy bueno. Hay muy buen ambiente. Jorge de Juan, uno de los directores, es amigo de algunos de nosotros. A todos nos gusta mucho el teatro y nos apasiona la función de Drácula. Nos lo pasamos muy bien y trabajamos muy en serio. Hay mucha generosidad entre los compañeros y el ambiente es inmejorable.
–¿Qué tiene que tener un proyecto para que lo acepte?
-Le voy a aclarar una cosa. Esto no es Hollywood. No es como esos actores que tienen siete guiones sobre la mesa y eligen cuál hacer. Aquí, cuando te llaman, normalmente dices que sí, aunque hay cosas que te ofrecen, que no te gustan y no las haces. Tampoco es bueno elegir personajes que no te convienen, aunque te paguen mucho, porque tu carrera tiene que seguir adelante y muchas veces nos equivocamos con un personaje que no ha gustado o no va contigo o no tuvo la difusión que debía tener y puede entorpecer tu andadura profesional. Pero generalmente, soy un tío que suelo aceptar muchas cosas porque me gusta hacer todo tipo de personajes. No quiero encasillarme en uno, como el bueno, el malo, el feo, el guapo. Quiero ser el actor flexible que puede hacer todo tipo de personajes.
-¿Cuáles son los siguientes proyectos que tiene en mente?
– De momento Drácula, porque acabo de terminar una serie que se emitirá en enero en Telecinco que trata de una prisión en el futuro en una torre petrolífera que está aislada. Esperamos que al terminar esta gira pequeña nos quedemos en Madrid mucho tiempo, ya que el estreno será en enero.
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