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“La semilla de Hijos de María surge de Calcuta pero en ese momento no veo el camino”

Tiene 40 años pero su experiencia de vida es muy intensa. Madrileño de nacimiento, apareció por la ciudad sobre 2009 cuando su padre, el hoy diputado del PP por Melilla, Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, fue destinado como coronel-jefe de Estado Mayor en la Comandancia General. Periodista de profesión, Fernando Gutiérrez inició su camino en la prensa en el arranque de Popular TV y posteriormente pasó a la oficina de prensa de la Autoridad Portuaria. Sin embargo, siempre tuvo dentro una inquietud que lo llevaba a interesarse por los más pobres y vulnerables hasta que en Calcuta, junto a las misioneras de la Caridad de la Madre Teresa, encontró su camino. Actualmente vive en Kenia y lleva a cabo su proyecto Hijos de María.

-¿Cuánto tiempo hace que no venía por la ciudad y cómo ha encontrado Melilla?

-Llevaba seis años sin viajar a Melilla y unos cinco sin venir a España. Hace seis años empecé un viaje que se inició en la India, continuó por Roma y terminó por ahora en Kenia. Viniendo de cuatro años de vivir en África, tanto Madrid, que es donde aterricé, como ahora Melilla todo lo veo como una suerte, un lujo que no apreciamos igual cuando estamos viviendo aquí porque hay aceras, un Parque Hernández, paseos, cosas muy básicas y que damos por hecho. Aquí las cosas avanzan y cambian, cosa que de donde vengo no sucede o se produce más lentamente. Veo no solo los cambios sino que la ciudad se moderniza. Por ejemplo, veo los chicos con los patinetes por las calles. Las cosas avanzan, se modernizan y luego lo que tenemos de base es una forma de vivir con infraestructuras como las aceras, una ciudad limpia, con servicio de limpieza, que de donde vengo en África ni se contempla.

-¿Qué fue lo que le llamó a iniciar esta andadura en su vida?

-El punto de inflexión fueron mis incursiones casi diarias al otro lado de la valla en Marruecos, la realidad de la inmigración. En 2014 fue un año de mucha presión. Fue la realidad sobre todo de los jóvenes del oeste de África, de todos los países del oeste que llegan al Gurugú o cerca de Nador, a sobrevivir en el bosque. Su fe es impresionante. Aquí todo el mundo hablaba de las mafias y yo les pregunté cómo habían llegado, cómo era el camino y con las vidas tan terribles que tienen todos yo les decía ‘cómo seguís con fuerza y con capacidad hasta para sonreír’ y ellos comentaban ‘la fuerza de Dios’.

Yo, que no conocía a Dios en ese momento, ni rezaba ni iba a misa ni nada, volvía a Melilla pensando que había encontrado la felicidad o llámalo como quieras pero en los en los que más sufren hay algo.

De esa experiencia con la inmigración fui en mis vacaciones a Gaza. Ir a un conflicto armado era mi sueño desde que empecé la carrera y pasé tres semanas en Jerusalén, y una semana en Gaza durante los bombardeos. Entre una cosa y otra empecé a preguntarme qué quería decirme Dios con todo eso que me estaba pasando y de ahí acabé en Calcuta, que lo llevaba en el corazón desde pequeño. Me llamaba la atención mucho Madre Teresa y esa radicalidad de los más pobres entre los pobres. Fui uniendo puntos, hilos, y me trasladé a la India para vivir allí. Primero estuve durante dos semanas muy predispuesto a quedarme pero me volví y en seis meses fui arreglando todo hasta que casi dos días antes de irme se lo dije al que era entonces mi jefe en la Autoridad Portuaria que me iba. Vendí el coche, hice un poder notarial a mis padres para que se quedaran con el apartamento y las cuentas en el banco y me fui sin vistas al tiempo que permanecería allí. Dije me voy y ya veremos. Un año después volví y empecé a utilizar la palabra discernimiento.

-¿Qué encontró en Calcuta?

-Un día estuve hablando con Ana Gallego en televisión y le comentaba que iba a hacer un master en pobres y felicidad. A Calcuta la llaman la ciudad de la alegría, tiene todo para salir corriendo porque hay mucha miseria en las calles, la gente sigue muriendo y creciendo en las calles…, todo se hace en las calles. En esa miseria y en esas calles llenas de gente, hay alegría. Encontré esa alegría, tanto en las calles como en los pobres y las misioneras de la Caridad de Madre Teresa. Me puse en sus manos. Todo lo que fuera salirme de ese camino no se contemplaba. Quiero decir que podía haberme ido a recorrer India o volver a mi vida anterior pero todo eso habría sido equivocarme.

Entonces encontré paz, felicidad y sobre todo encontré a Dios, que acumula todo eso.

-Creo que después estuvo en Roma, ¿qué tal su paso por el Vaticano?

-Yo en Kenia les digo que si trasladamos lo de las tribus aquí, Italia y España seríamos de la misma tribu porque tenemos la cultura igual y en común, la lengua… En Roma encontré la riqueza de la iglesia. No solo la que se dice a veces que sirve para ayudar porque es verdad que tiene mucha riqueza y es donde está todo y ves que no hay mejor sitio para vivir en pobreza si no tienes nada que en Roma porque las casas de acogida, por la comida que se da desde el Vaticano y todas las congregaciones.

Pero hablo de la riqueza de la iglesia porque ves todas las congregaciones cada una con su carisma y lo toca todo. Desde los que evangelizan al poder como los legionarios de Cristo, el Opus Dei que se dedica a la educación, etc. Volvíamos a nuestra casa, que nos recibían chicos de la calle o inmigrantes o drogadictos y era un contraste ver en un edificio con todo gente de la calle, especialmente gente con adicciones, y luego ir a otras comunidades con carisma diferente. En Roma como está representado todo, porque todas las congregaciones de la iglesia tienen sus aspiraciones de estar en Roma representadas, pues ves la riqueza de la iglesia.

¿Cuál es el mensaje de la Madre Teresa que más te cala?

A la Madre Teresa le pidió Dios llevar a los pobres a Jesús a través de María. Las veces que vine hace seis años y las veces que vengo ahora me pregunto cómo va a ser la reacción de la gente que veo, a mis amigos. Las dos veces que he estado por España es siempre hablar de Jesús y llevarles a Jesús a través de la ayuda, de la comida. Lo que cambia la vida, tanto a mí como a cualquier persona, es el encuentro con Jesús. No la cambia otra cosa ni la comida, que ayuda y es necesaria para vivir, ni por supuesto todos los cacharros que tenemos, todas la tecnología, los objetos y cosas materiales.

Soy un apasionado de la vida de Madre Teresa, su entrega, su confianza en Dios y en la Providencia. Lo principal es que los niños y las madres a las que intento ayudar son de Dios. Si son suyos, Él me tiene que ayudar a ayudarlos. Ese es mi pacto con el de arriba.

-¿Cuál es la organización que dirige para los niños?

-La semilla de Hijos de María surge de Calcuta pero en ese momento no veo el camino. Por eso entro en los misioneros y lo fundamental es la vida, la batalla yo creo que más grande de nuestro tiempo y más importante es la vida, que se libra desde el primerísimo mundo o más desarrollado hasta los sitios más despoblados de una u otra manera. Entonces a lo que se dedica Hijos de María es a ayudar a que niñas que llevan su embarazado en soledad y en pobreza a que no aborten, a que los niños lleguen en las mejores condiciones posibles y al final, a poner una gota de amor donde no hay amor, donde niñas desde 12 años dan a luz solas. Yo hago un ejercicio muy simple muchas veces: me imagino a mi hermana o a sus amigas con familiares, globos y flores celebrando con cariño y calor alrededor. Allí no hay nada. Hay una niña dando a luz sola sin nadie que le ayude. Estoy aprendiendo mucho, nunca había asistido a un parto, pero ver a niñas solas en ese momento es quizás la culmen del trabajo, cuando más entiendo a Dios que me dice ahí no hay amor, ahí hay que ponerlo.

-Si alguien quiere colaborar con esta organización, ¿qué debe hacer?

-Siempre empiezo por las oraciones, que se rece por nosotros. Después está abierta al puerta a que venga todo el mundo que quiera. En este año y medio que llevo con este proyecto nunca he dicho a nadie que no, sea conocido o no, católico o no; he tenido gente de todo tipo porque eso es lo que he vivido en Calculta también y porque entiendo que el contacto, que también es experiencia personal, de la gente de aquí con los pobres es lo que cambia vidas.

Se puede colaborar como voluntario y se puede ayudar tanto económicamente en la web a través de una cuenta que va llegando allí como entregando ropa o cosas materiales, siempre hay gente que viene y apañamos desde Madrid para que pueda traerlo.

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