Editorial

La seguridad vial, tarea pendiente en Melilla

En los últimos días hemos registrado dos atropellos en calles de Melilla. No sabemos si la seguridad vial en la ciudad es complicada o si ha mejorado en los últimos tiempos porque el balance de siniestralidad es todo un misterio. Ni los sindicatos policiales ni la oposición manejan los datos de un informe que debería ser público.

¿Qué problema hay en que los ciudadanos conozcamos cuántos accidentes de tráfico se producen cada mes en Melilla? ¿Qué problema hay en conocer el número de víctimas reales que deja el tráfico rodado en la ciudad?

Este lunes al presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, comentó a la prensa que no se puede hacer nada para frenar la siniestralidad en las calles y defendió que la Policía Local trabaja y se esfuerza en ello. No ponemos en duda lo segundo. Vemos a los municipales patrullar las calles y en cuanto hay un accidente son los primeros en llegar. Pero disentimos respecto a que no se puede hacer más de lo que hoy se hace.

Probablemente sí se puede, pero no corresponde a los agentes implementar medidas que deberían salir de las autoridades políticas.

En Melilla es cierto que concurren varios factores; la combinación letal de la imprudencia de conductores y peatones a partes iguales, pero también echamos de menos que se señalicen los tramos de vía donde se producen más accidentes de tráfico e incluso, se iluminen mejor determinadas vías de ciudad.

Claro que hay medidas que se pueden implementar y no necesariamente pasan por encomendar a los agentes que persigan a los ciudadanos con multas.

En Melilla hay que invertir más en prevención. Hay que repintar pasos de peatones o incluso, habilitar pasos de cebra nuevos en aquellas calles en las que el transeúnte no sabe cuál es el punto seguro para cruzar la vía.

Por tanto, decir que no hay nada que hacer, que todo lo que se puede hacer ya se ha hecho es inaceptable. Hemos puesto radares que antes no teníamos y que disuaden a los conductores amantes de la velocidad en tramos urbanos; se han señalizado las vías en las que no se pueden sobrepasar los 30 kilómetros por hora, pero seguimos echando de menos controles en las puertas de los colegios.

Hemos avanzando, pero aún podemos hacer más.

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