Si se hiciera una encuesta en Melilla sobre el grado de satisfacción de los usuarios con la Sanidad pública, el resultado sería francamente nefasto. Es muy difícil encontrar a una sola persona que diga que el servicio es bueno y que está satisfecha con la asistencia recibida. Todo el mundo en esta ciudad tiene algún familiar o conoce a alguien que lleva meses y meses esperando la consulta con el especialista, la programación de su cirugía o incluso tener la oportunidad de visitar a su médico de cabecera, no a cualquier otro que jamás ha sabido de sus patologías pero que está ahí porque faltan facultativos en la Atención Primaria.
La situación no puede ser peor pero los ciudadanos resisten, se limitan a criticar en la barra del bar o en el puesto de trabajo, pero nadie parece ser consciente de que se juega con la salud, lo más preciado que tiene una persona. Todo se soluciona pretendiendo coger el avión pero la realidad es que eso solo puede costeárselo quien dispone del dinero necesario, algo que no es la generalidad en Melilla.
Pasa el tiempo, pasan los ministros, y nada cambia. Ahora los médicos están en una “tregua” con la responsable de Sanidad, Mónica García, de Sumar, porque ha escuchado los problemas de labios de la consejera de Salud Pública, Randa Mohamed, y el vicepresidente tercero, Daniel Ventura, que la visitaron en Madrid. Pero lo triste es que se le piden medidas urgentes y está claro que no van a llegar en modo alguno. Melilla está muy lejos, suena a algo allí en el norte de África, con sus ciudadanos de segunda categoría tomándoselo con paciencia, la prensa nacional no da el follón con esto y, en consecuencia, para qué mover absolutamente nada.
Esta tarde llegará a la ciudad la vicesecretaria nacional de Sanidad y Educación del PP, Esther Muñoz. Su intención es reunirse con el Colegio de Médicos y con el Sindicato Médico para conocer de primera mano sus reivindicaciones. Los populares parecen por la labor de hacer ruido pero la realidad es que pasa el tiempo y aquí no se ha movido una coma. Sería muy necesario que al menos el PP utilizara sus canales nacionales y sus influencias en la prensa de España para poner en la actualidad que en la España (y la Europa) del siglo XXI hay todavía una ciudad con 86.000 habitantes que no tiene otorrino, que solo dispone de un dermatólogo una vez a la semana y un sistema público que admite médicos cuyas especialidades no están homologadas todavía en España.
Si esto estuviera sucediendo en cualquier otro punto del país, no digamos ya Madrid, el escándalo sería supremo. Sin embargo, aquí estamos, esperando tranquilamente que quieran siquiera mirarnos desde el Ministerio de Sanidad, que todo lo quiere solucionar con las fotos de la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, en el nuevo Hospital Universitario, todavía sin fecha de apertura.
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