Categorías: Editorial

La respuesta está en el colegio España

Los resultados académicos del conjunto de nuestros alumnos nos hacían agachar la cabeza cada vez que se comparaban con los del resto del país.

La solución adoptada por el Ministerio de Educación, que aún rige el destino de lo que ocurre en nuestras aulas, ha sido sacar a Melilla y Ceuta de los principales estudios que servían para evaluar el nivel de la enseñanza en nuestro país.
Sin embargo, esa medida no es suficiente para ocultar las deficiencias que presentan nuestras instalaciones y la discriminación que sufren nuestros estudiantes en relación a sus compañeros de otras autonomías. Una marginación que no sufren por igual todos los alumnos de Melilla. Unos son más diferentes que otros a los del resto del país y, para más inri, precisamente los más distintos son los que acuden al colegio España.
Para empezar, los alumnos de este centro educativo tuvieron su particular ‘vuelta al cole’ una semana después que los demás. Unas obras se cruzaron en el camino de profesores y alumnos haciendo las delicias de éstos últimos, que vieron sus vacaciones prolongadas siete días por un muro en cuya trascendencia para la seguridad del edificio no había caído nadie hasta entonces.  
Cuando finalmente el pasado lunes docentes y discípulos se encontraron en el colegio, comprobaron que los trabajos de los obreros continuaba. La Dirección Provincial ya había advertido de que se iba a producir esta circunstancia, pero no informó de hasta que punto iban a ser insoportables las obras para maestros y estudiantes. Nadie les avisó de que no sólo el ruido y el polvo iban a ser sus compañeros de pupitre en estos primeros días, sino que además también iban a faltar, precisamente, pupitres. En esta ocasión, la culpabilidad de la escasez de sillas y mesas es de la empresa de transporte, que no ha cumplido con los plazos de entrega de material, según la Dirección Provincial. Sin embargo, cuando finalmente lleguen, no se habrán terminado los problemas: Las aulas están saturadas. El número de estudiantes por clase no baja de 32, lo que hace que el mismo Ministerio de Educación esté incumpliendo sus propias normas, que fijan un máximo de 30 alumnos. Esta circunstancia, la falta de espacio y el exceso de estudiantes, no sería otra molestia más que añadir a las de un colegio en obras y sin mobiliario suficiente. Sin embargo, en el caso del colegio España este hecho adquiere una especial gravedad porque (otra paradoja más) allí muchos niños no saben hablar español. Estos alumnos necesitan una especial atención por parte de los docentes, que no se la van a poder dar por el elevadísimo número de alumnos. Tampoco la recibirán de manera adecuada, de momento, los niños que asisten a las aulas de pedagogía terapéutica porque, sencillamente, esas dependencias han tenido que ser cerradas por las obras y se han trasladado a la biblioteca, que también comparten con los encargados de la administración del centro.
El Ministerio de Educación, a través de la Dirección Provincial, debe ser consciente de todas estas incidencias. No puede excusarse diciendo que las desconoce, como tampoco puede de asegurar que no sabe cuáles son los motivos del bajo nivel académico medio de los estudiantes en Melilla. Puede encontrar todas las respuestas en el colegio España.
Llegará el final de curso y volverá a haber demasiadas malas notas. Sin embargo, el primer suspenso merecido del curso es para la Dirección Provincial, que se presenta en septiembre con las mismas asignaturas pendientes, otra vez con los deberes sin hacer y con las típicas excusas  de los malos estudiantes.

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