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La reserva natural de la granja escuela, hábitat de especies que favorecen el control de plagas

El consejero de Medio Ambiente y Naturaleza, Daniel Ventura, ha visitado este jueves la reserva natural de la granja escuela Felipe VI. Un espacio que ha querido poner en valor y dar a conocer a la sociedad melillense, a la que ha animado a visitar desde fuera ya que no es un lugar en el que se pueda entrar, pero sí observar detrás de la valla que la protege.

Según ha explicado, este enclave natural ha costado mucho que se convierta en lo que es hoy en día y se ha tenido que ir recuperando poco a poco. Para ello, se han llevado a cabo ciertas actuaciones como la repoblación de algunas especies arbóreas que se han tenido que traer desde otros puntos de la península con características similares a las que se pueden encontrar en Melilla.

Al mismo tiempo ha destacado que la importancia de esta reserva natural radica en que permite no solo proteger a ciertas especies sino que sean objeto de estudios científicos.

Son muchos los investigadores del campus de la Universidad de Granada (UGR) en Melilla que hacen uso del mismo, además de otros equipos foráneos que se desplazan hasta la ciudad para llevar a cabo sus investigaciones. En él también se va haciendo un seguimiento del ciclo evolutivo de las distintas especies que habitan en este espacio natural y que tienen un gran interés como puede ser la tortuga mora o el sapillo pintojo, además de numerosas aves o insectos.

La visita se produce después de que ayer fuera presentado el 5º informe sobre el discurrir de la reserva, creada en el año 2018, en el que se recogen los avances y cambios que se han producido desde diciembre del año pasado hasta este mismo junio.

Durante este semestre, según ha explicado a los medios el responsable de la granja, Pedro Paredes, se ha llevado a cabo la mejora e instalación de nuevas infraestructuras, se ha introducido y repoblado la vegetación y sobre todo ha habido un creciente interés científico por la reserva.

Según aclaró, esta surgió como un área de recuperación de especies protegidas en peligro de extinción que necesitaban atención desde el punto de vista sanitario, de protección, recuperación y para las que se hacía necesario seguir líneas de investigación ya que nunca se habían llevado a cabo.

Una de estas es la tortuga mora, una especie protegida y recogida en el Catálogo Nacional de Especies Protegidas y de la que solo hay cuatro estudios en el mundo. En la reserva de la granja escuela se está acometiendo otra investigación a través de 100 ejemplares de las cuales se están extrayendo conclusiones en cuanto al peso, el sexo, la alimentación o la reproducción. Al mismo tiempo se están haciendo otros estudios como el del sapillo pintojo norteafricano, del que casi no había información.

"El objetivo de todo esto es reintroducirlo en su medio natural para ir creando biodiversidad, por ejemplo en las Zonas de Especial Conservación de la red", señala.

Entre otras actuaciones también se están realizando dos proyectos de suma importancia relacionados con los murciélagos y un huerto social. En cuanto al primer punto, se han instalado cajas nidos que permiten estudiar dos especies de murciélagos en peligro de extinción. La granja reúne las condiciones idóneas para que estos animales puedan desarrollarse. El estanque que se ubica en él crea un ecosistema perfecto para que estos puedan alimentarse de los insectos que se hallan allí.

A la par, reseñó paredes, la existencia del huerto social está creando hábitats idóneos para la pervivencia de especies que favorecen en control de plagas de forma natural.

"Al final no solo hablamos desde el punto de vista de la biodiversidad sino de la salud pública de Melilla. Tenemos insecticidas naturales a través de aves insectívoras, anfibios, murciélagos, etcétera".

Informe último semestre

En el informe de diciembre de 2023 a junio de 2024 se recogen las nuevas infraestructuras que se han instalado en la reserva natural. Entre ellas, destaca la nueva cartelería informativa que ha venido a sustituir a la anterior que se había degenerado a causa del sol.

La memoria hace una especial mención a las señales de información que hay ubicados en la zona alta de la granja, aledaña a los huertos sociales, donde se ha encontrado una presencia importante de erizos morunos.

Por otro lado, también se han adquirido cajas-nido y cajas-refugio para diferentes especies. Más detalladamente, siete de ellas para aves insectívoras en un nuevo intento de anidamiento de carboneros, herrerillos o mosquiteros; siete para pequeños reptiles como gekos, lagartijas o lisas; otras siete para mamíferos voladores como murciélagos; y otras dos más de doble entrada para el erizo moruno.

Por último y para fomentar la interconectividad ecológica, se han creado los denominados 'hoteles para insectos', un proyecto que ha tenido bastante éxito desde su puesta en marcha. Para los trabajos de construcción han contado con la ayuda de personal de los Planes de Empleo.

Dejando a un lado la fauna de la reserva, otro de los aspectos que se han querido mejorar es el de la flora. A causa de la nula o pobre adaptación de las especies introducidas anteriormente, se ha decidido traer otro tipo de plantas de un vivero de la península. Hablamos de cuatro especies como son la jara blanca, el hinojo, el albardín o la alhucema o también llamada cantueso.

Según detalla el informe, habrá que esperar a ver cómo se adapta la jara blanca ya que se trata de una especie que estaba presente en la ZEC de Aguadú, pero que se ha perdido a causa de las obras que se han llevado a cabo en la zona para la mejora de la frontera.

En la línea de la importancia científica de esta zona, próximamente se van a publicar dos guías didácticas. La primera de ellas es la 'Guía de polinizadores' y la segunda la 'Guía de controladores biológicos beneficiosos en horticultura'. Al mismo tiempo, este espacio ha sido objeto de investigaciones universitarias.

En el mes de febrero, una alumna de la Universidad Carkemany (Andorra), Margaret Nakato, se trasladó hasta la reserva natural para completar una de las prácticas de la asignatura Biología Ambiental. De igual forma, entre febrero y marzo también estuvo presente en esta zona una estudiante de la Universidad de las Islas Baleares, Laia Rayó Richter, que solicitó entrar en la charca de la reserva para llevar a cabo de Trabajo de Fin de Grado (TFG).

El nombre de este último trabajo es 'Estudio de los insectos vectores en Melilla' y se refiere a los mosquitos Flebótomos que transmiten enfermedades graves como la leishmaniosis.

 

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