A pesar de la polémica estéril que se creó en torno a la reforma del Teatro Kursaal, la realidad nos demostrará, en poco más de un mes, que la decisión del Gobierno local a la hora de apostar por dotar a la ciudad del teatro que tanto echamos en falta, no sólo ha sido acertada sino que tiene un consecuencia añadida de lo más estimable. Nos referimos a la conservación de un edificio que va a recuperar en su exterior su diseño original y que. en su interior, por falta de valor y mal estado principalmente, ha dado paso a unas instalaciones modernas, ajustadas a lo que exigen y posibilitan los adelantos del siglo XXI.
El Kursaal se está recuperando con extremo gusto y con unos materiales que harán posible una buena audición para todo tipo de espectáculos, algo muy necesario en una ciudad que requería de una inversión como esta para poder disfrutar más de sus muchas actividades culturales e incluso aspirar a otras que, por la falta de un buen teatro, resultaban del todo prohibitivas para Melilla.
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