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La realidad que esconden nuestras aulas

Las estadísticas, los análisis y estudios describen una realidad de la enseñanza en nuestra ciudad que habitualmente no siempre se corresponde con la realidad.

En consecuencia, tampoco los programas educativos y las inversiones diseñadas desde el Ministerio se caracterizan por su precisión a la hora de atinar con los remedios que reclaman los docentes. Así lo piensa al menos el grupo de profesores que explican hoy en El Faro las dificultades a las que se enfrentan cada día en las aulas. A unos les falta sito en la biblioteca para más libros, a otros les sobran las pizarras electrónicas o necesitan espacio para poder hacer exámenes... pero en lo que todos coinciden es en que lo que realmente se necesita es un aumento de plantilla. La falta de personal docente está provocando que la atención que reciben los alumnos no sea la adecuada. Ése es el principal problema de la Educación en Melilla. Se le puede dar mil y una vueltas para buscar una solución, pero ésta no llegará nunca desviando la atención sobre programas o iniciativas educativas que nada tienen que ver con la realidad que se vive a diario en nuestras aulas.
Esta situación está demostrando que cada vez es más necesario reclamar las competencias en esta área para la Ciudad Autónoma. El riesgo, como siempre que se produce una trasferencia de competencias, es que en el proceso de negociación la administración que las recibe se quede corta en sus exigencias económicas o se equivoque en sus previsiones financieras para años venideros. Sin embargo, de lo que no cabe ninguna duda es que la realidad de nuestros centros de enseñanza la conocemos mejor los melillenses que unos señores instalados en despachos a cientos de kilómetros. Al igual que ocurre con la Sanidad, cuando esos responsables del Ministerio toman la decisión de realizar un viaje a nuestra ciudad, el programa sólo incluye una visita ‘triunfal’ por determinados centros, donde no se entra a analizar el profundidad los problemas y, por el contrario, se tiende a ensalzar los logros sin tener en cuenta su importancia o su incidencia en la mejora de la educación en nuestra ciudad. De hecho, habitualmente los responsables del Ministerio evitan el contacto con los sindicatos y ni se plantean las reuniones con los responsables de las asociaciones de padres de alumnos o los representantes de los estudiantes.
Melilla está muy lejos de Madrid y cuando un cargo del Ministerio se digna a visitarnos, se tiende a acallar las quejas, las revindicaciones o el simple planteamiento de la situación desde un punto de vista diferente al que se ofrece desde los despachos. Los melillenses necesitamos tener claramente identificado al responsable del estado lamentable de nuestras aulas para poder exigirle soluciones o reclamar su inmediata dimisión con nombre y apellidos en un escenario tan familiar como la Plaza de España.

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