Editorial

La rabia se nos cuela por la frontera

La Consejería de Políticas Sociales, Salud Pública y Bienestar Animal ha informado este miércoles de la detección de un nuevo caso de un perro positivo en rabia en Melilla.

Se trata de un pitbull mestizo, una raza considerada peligrosa en España, que procedía de Marruecos, y que a primeros de mes (el día 3 de noviembre) fue visto frente a la parroquia de San Agustín, en El Real. Posteriormente fue capturado en las inmediaciones del nuevo hospital universitario, cercano a la pista de skate, de General Astilleros, que todas las tarde-noches se llena de niños y adolescentes. ¿Pasó por allí el perro con rabia?

El animal murió el pasado 10 de noviembre y el día 11 se aisló la muestra en Melilla. Sin embargo, la Ciudad tardó tres días en enviarla el 14 de noviembre al Centro Nacional de Microbiología, que confirmó el diagnóstico positivo este martes 15. Sin  embargo no ha sido hasta pasado el mediodía de este miércoles 16 que se ha comunicado a la ciudadanía el nuevo caso positivo en rabia.

O sea, Bienestar Animal tardó 4 días, desde el fallecimiento del perro, en enviar la muestra al Instituto Carlos III de Madrid y otras 24 horas, tras la confirmación de que era positivo en rabia, en lanzar la voz de alerta a la ciudadanía por si alguien ha estado en contacto con el animal ya sea a través de la saliva o de una mordedura.

La ideas es que si alguien ha podido estar en contacto con el animal, acuda inmediatamente a la Dirección General de Salud Pública para recibir tratamiento médico porque la rabia no tiene cura: sabemos que mata.

Por eso es difícil entender los motivos por los que se retrasaron la entrega de la muestra a Madrid y el anuncio del nuevo positivo a la ciudadanía.

La burocracia es uno de los talones de Aquiles de nuestro país, pero es imperdonable cuando hablamos de que estos retrasos podrían costarle la vida a alguien.

Tenemos un problema tremendo. Pese a sus compromisos, Marruecos sigue sin poner a raya la rabia en los perros callejeros. Cualquiera que haya salido estos días al país vecino puede dar fe de que hay manadas de perros vagabundos a pie de calle e incluso en la playa.

Por mucho que hagamos, nos arriesgamos a que esos animales enfermos lleguen a Melilla porque visto lo visto, la valla no es impermeable pese a que su mantenimiento nos cuesta millones de euros anualmente a todos los melillenses.

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