El agua sorprendió a los cofrades después de salir del Centro Asistencial y tuvieron que cubrir al Cristo y la Virgen para poder continuar con la estación de penitencia, la más larga de la Semana Santa de Melilla.
La lluvia volvió a sorprender este año al Cautivo y la Virgen del Rocío en su salida procesional, aunque esta vez los cofrades resistieron el chaparrón, que les alcanzó a su paso por la Plaza de Toros, y continuaron su recorrido hacia la carrera oficial.
El día amaneció raro, y eso era lo que comentaban las decenas de melillenses que esperaban a las puertas de la iglesia Santa María Micaela la salida de la procesión. El sol se mezclaba con las nubes, y se pasaba del calor a la amenaza de lluvia en pocos segundos. No obstante, salió el Cautivo, a eso de las 16:15 horas, por el portón trasero de la parroquia, acompañado por las marchas de la banda.
Pocos minutos después tenía que pisar la calle la Virgen del Rocío y aparecieron entonces, mezcladas con los rayos de sol, las primeras gotas de lluvia. En ese momento muchos temieron que se repitieran las escenas del año pasado y que las tallas no pudieran realizar su estación de penitencia. Sin embargo, la llovizna frenó mientras tras el portón se escuchaban las vivas a la Virgen, al grito de “guapa”. La puerta se abrió y, escoltada por el Regimiento de la Compañía del Mar, apareció esplendorosa, y con el sol de cara, la Virgen de Rocío, portada por hombres y mujeres de trono, entre los que se encontraban varios miembros del Centro Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), que desde el año 2009 participan en esta procesión ayudando a llevar el trono.
Centenares de melillenses acompañaron a los tronos en su recorrido hasta el Centro Asistencial. Antes de llegar, los devotos que se agolpaban en las inmediaciones del Puente de los Alemanes, pudieron este año disfrutar con una de las imágenes más esperadas de esta estación de penitencia. Los portadores se pusieron de cuclillas para que el Cautivo pasara bajo el puente, y en cada bajada y cada alzamiento los aplausos de los espectadores y los vivas al Cristo de los portadores rompían el silencio y emocionaban a todos los que se encontraban en las cercanías.
Tras el Cristo, los portadores de la Virgen agarraban el trono con las manos para que el palio tampoco rozara el puente. Nuevos aplausos, vivas y gritos de guapa para Nuestra Señora del Rocío por parte del público y de los hombres y mujeres de trono que hacían un último esfuerzo en la tercera bajada para salir ya del puente.
Por delante el Cautivo se encaminaba hacia el Centro Asistencia, donde los internos lo esperaban para ofrecerle una saeta y un poema en el que le pidieron su bendición. El Cristo, que el año pasado no pudo visitar a los residentes debido al aguacero que le obligó a volver a su sede, compartió en esta ocasión unos minutos con los internos de la Gota de Leche, que lo esperaban con devoción.
A la salida, los dos tronos se encontraron con la sorpresa de la lluvia, que llevaba todo el día amenazando con presentarse.
Los cofrades, rápidos y ágiles, colocaron sobre las tallas plásticos para evitar que sufrieran daños. A su paso por la Plaza de Toros la imagen de los portadores alzando al Cautivo bajo la lluvia despertó los aplausos de nuevo. Ni siquiera la lluvia pudo evitar que la procesión continuara, y tras una breve parada, que algunos aprovecharon para comer y en la que otros pensaron que quizás se decidiera no seguir, la procesión emprendió de nuevo su camino hacia la carrera oficial.
La Cofradía, que tiene el recorrido más largo de todas las que procesionan en Melilla, con más de doce horas de estación de penitencia, no llegó puntual a su paso por la Avenida. Pasadas las diez de la noche, y por detrás del Cristo de la Paz, que también salió ayer a la calle, aparecía la Cruz de Guía, seguida del Cautivo y la Virgen del Rocío.
No fue hasta las 23:10 horas cuando después de que el Cautivo se girara para ponerse frente a la Virgen del Rocío, se realizó en el hueco que quedó entre ambos la ceremonia de liberación del preso. El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, y el delegado del Gobierno, Abdelamlik El Barkani, presidían e acto desde la Tribuna, mientras que el vicario episcopal, Roberto Rojo, acompañaba la lectura de la sentencia de liberación del preso, momento en el que la lluvia volvió a hacer acto de presencia.
J.H.P. eran las iniciales del liberado, que después de abrazar tanto al vicario como al hermano mayor de la cofradía, Gregorio Castillo, se encargó, martillo en mano de dar el aviso para que los portadores alzaran al cielo al Cautivo. El liberado, vestido de nazareno, pidió voluntariamente unirse a los portadores de la Virgen durante el resto de la procesión.
El de ayer era el duodécimo preso que se libera en la Semana Santa de Melilla, desde que en 2001 se instaurar esta tradición.
La música de la banda y una saeta en la voz de una melillense indicaron que la procesión volvía a ponerse en marcha. En la carrera oficial el público siguió arropando las imágenes, a pesar del tiempo inestable. Los portadores, que ya mostraban el cansancio en sus rostros, continuaron con su esfuerzo para llegar hasta su sede en la parroquia de Santa Micaela, donde terminaron bien entrada la madrugada, con la alegría de haber podido cumplir este año, a pesar de las inclemencias del tiempo, con la estación de penitencia completa.
Durante casi todo el recorrido, desde su salida, fueron cientos los melillenses que volvieron a mostrar su devoción por una de las procesiones con más fieles de la Semana Santa, que cada año cuenta con el apoyo de la ciudad.
Hoy los melillenses volverán a salir a la calle para disfrutar, si el tiempo lo permite, de otras tres procesiones, en uno de los días grandes de la Semana de Pasión. La Soledad, el Santo Entierro y la Piedad recorrerán las calles de la ciudad y se encontrarán un año más con los devotos de la ciudad.
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