En Melilla tenemos comercios con siglos de historia. Uno de los más antiguos es la farmacia de Mari Carmen Ramos. El Faro ha salido a la calle para visitar y conocer más acerca de uno de los locales con más historia.
Por la farmacia de Mari Carmen han pasado diferentes familias desde principios del siglo pasado. Ella y su marido la compraron en enero de 1992 a la familia Romero aunque antes había pasado de dueño en dueño.
En los inicios, la botica no estaba en la misma calle sino en la parte antigua de Melilla. Al bajar al centro, nos cuenta la farmacéutica, le pusieron el número 2 a la farmacia porque ya había una por allí. Pero como nos dice Mari Carmen tiene documentos que certifican que la suya fue la primera.
No solo han cambiado los dueños de esta histórica farmacia. Cuando abrió allí, ni siquiera la calle tenía el mismo nombre. La calle hoy en día Ejército Español tenía el nombre de Canalejas.
Al morir el anterior dueño, la familia traspasó la farmacia. Aunque su hija era farmacéutica y su hijo estaba estudiando la misma carrera finalmente decidieron venderla.
La historia de la farmacia comienza en Granada. Concretamente en la Universidad de Granada donde Mari Carmen conoce al que es ahora su marido. Iban juntos a la misma clase y surgió el amor. Desde entonces no se han separado. Su marido era melillense así que ella se mudo a Melilla por amor y abrieron la farmacia. Fue precisamente su suegra la que se enteró de que la familia Romero traspasaba la farmacia y así la pareja decidió comprarla pese a que no venían de familias de tradición de farmacia.
En su interior tiene objetos de gran valor. La farmacia, que ha vivido todos los acontecimientos históricos de los siglos XX y XXI, está protegida por su gran valor. Tiene pinturas de principios del siglo XX, pintadas según nos cuenta Mari Carmen por un familiar de una conocida papelería de la ciudad. Aun conserva el peso en el que medían los compuestos que se fabricaban en el pasado en la propia farmacia y los botes donde los guardaban.
La farmacia es de estilo modernista, de ahí el nombre de Farmacia Moderna. Las pinturas, los muebles y su fachada así lo muestran. La fachada es de azulejos fabricados en Sevilla, nos dice Mari Carmen, y se considera monumento local, por lo que sería la consejería de Cultura la que tendría que hacer las modificaciones.
A Mari Carmen le gustaría que su fachada estuviera mejor conservada. Tiene una maquina adosada, que está estropeada, y que no se atreve a tocar por no dañar los mosaicos.
Otros de los objetos decorativos que llaman la atención es el reloj central de la farmacia y los espejos de las columnas que aun se conservan como el primer día.
Mari Carmen nos dice que ha cambiado todo en el mundo de la farmacia desde que se fundó. Tanto en la manera de atender al público, como la informática y la forma de hacer los pedidos. En las farmacias antes había medicamentos a la vista de todos y hoy en día están en un segundo plano. Están dentro. Hace muchos años que ya no se fabrican medicamentos en la propia farmacia. Antes se hacían absolutamente todas las medicinas con los pildoreros, los sobres y los papelillos. Ahora como mucho se hace algún jarabe.
Eso sí, su misión sigue siendo la de siempre. Ella se considera boticaria, farmacéutica menos.
En cuanto a la estética, cuando se hicieron cargo de la farmacia cambiaron pequeñas cosas como un letrero, según Mari Carmen ruinoso, pusieron cruces y una placa con su nombre. También arreglaron uno los escalones, con el nombre del anterior propietario, que tuvieron que cambiar por precaución.
Por otro lado la madera del interior la barnizaron para conservarla mejor y que tuviera el tono que tiene ahora. Hace un tiempo llamó a un ebanista pero la solución que le dio, quemar un poco la pintura, no le pareció la mejor idea. Lo que sí hizo fue pintar unas letras M, la inicial de la farmacia, en color dorado en esa madera.
Mari Carmen, aunque le parezca poco práctico, intenta conservar todo lo que posee la farmacia. A ella le daría mucha pena cambiar las cosas, en ningún momento ha pensado en tirar todo fuera.
Las farmacias de hoy en día, nos cuenta la farmacéutica, son farmacias de impulso. A la gente le gusta ver, tocar y leer el producto. Si pusiera los medicamentos en las vitrinas como estaban no sería práctico.
Mari Carmen no echa de menos para nada la forma de hacer los medicamentos. Lo que sí echa de menos es estar más tiempo en el mostrador. La burocracia le hace prestar menos tiempo del que le gustaría al público.
Mari Carmen se siente muy orgullosa de ser boticaria y de su farmacia. A ella le gustaría que sus hijos continuaran con la farmacia, aunque prefiere que cada uno siga su vida y se dediquen a lo que les hace feliz a cada uno. Su hija si que se dedica al mundo de la farmacia pero no está en la ciudad.
Como dice ella, está loca porque su hijo estudie farmacia porque el futuro de la suya está en el aire. Ella algún día se quiere jubilar pero antes tiene algunos proyectos. Le encantaría escribir un libro, junto a amigos boticarios, sobre anécdotas de farmacia. Melilla, como dice ella, tiene muchas cosas particulares que la gente debería saber.
Son tantas las cosas que le han pasado, y que apunta en notas, que sería imposible contar solo una. Por ahora a la farmacia le queda algún capítulo más que contar en su larga historia.
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