Pasadas las 23:00 horas grupos de jóvenes quemaron contenedores y neumáticos en la vía pública y apedrearon a los agentes de la Policía Nacional que cortaron el tráfico en la zona.
A las 0:41 horas Tiro Nacional era un barrio fantasma. Todo a oscuras, pese a que la mayor parte de los vecinos estaban asomados a las ventanas. Miraban los contenedores ardiendo con la boca cerrada. El silencio tenso invadía Averroes. Para entonces la Policía Nacional y la Local llevaban ya un rato intentando controlar los disturbios provocados por segunda noche consecutiva por grupos de jóvenes de la zona que supuestamente reclaman un empleo.
Por la mañana ya se escuchaban rumores de que los alborotadores del Tiro iban a “liarla” esa misma noche. Y así fue. El primer aviso del incendio de un contenedor saltó a las seis de la tarde en la calle México de Cabrerizas.
A las 23:00 horas jóvenes rebeldes del barrio habían vuelto a cortar la luz de las farolas situadas frente al edificio de Averroes. El apagón llegaba hasta la calle de la sede de la Asociación Badr, donde está radicada la Comisión Islámica de Melilla.
La oscuridad quedaba interrumpida por contenedores y neumáticos ardiendo en la calle; luces de coches policiales y linternas de patrullas buscando a los alborotadores; gritos y voces que retrataban la angustia de una vecindad en pie de guerra.
Cortan los accesos
A las 23:20 horas una patrulla del Grupo de Prevención y Reacción de la Policía Local había cortado ya los accesos a Averroes. No se podía entrar ni salir del barrio. Los conductores se vieron obligados a maniobrar y dar la vuelta en la entrada a un garaje. A esa hora ya había colas de hasta una veintena de vehículos esperando.
Esos mismos agentes se dedicaron a sacar del barrio a los jóvenes que se acercaban a curiosear por la zona. A todos los identificaron y los dispersaron.
Para entonces a los efectivos de la Policía, armados con material antidisturbios, les llovían piedras que resonaban en las callejuelas del barrio. Hubo un momento en que, incluso, se escucharon estruendos que alarmaron a los vecinos atrincherados en sus casas.
Los agentes llegaron a disparar pelotas de goma para alejar a los jóvenes que les lanzaban piedras y que llegaron a gritarles: “¡Hijos de puta, os vamos a matar!”
Este periódico estuvo en la zona y en ningún momento escuchó reivindicaciones laborales de los protagonistas de los disturbios.
Testigos presenciales aseguraron a El Faro que los alborotadores se habían escondido en el local de uno de ellos.
A la una de la madrugada, los policías ya tenían la zona bajo control tras haber desplegado un fuerte dispositivo.
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