ES difícil encontrar una ciudad en nuestro país en la que el proceso de peatonalización de sus calles, especialmente las del denominado casco histórico, no haya venido precedido de una polémica previa.
Los ‘adversarios’ en este debate siempre suelen ser los mismos. Por un lado, están los responsables municipales, convencidos de que el proyecto hará más habitable la ciudad y contribuirá a mejorar la calidad de vida de los vecinos. Y en el otro lado, se encuentran los comerciantes, que temen que sus negocios puedan verse perjudicados con el cambio. En ocasiones el enfrentamiento alcanza tal nivel que acaba en los tribunales, lo que sólo sirve para retrasar la irremediable peatonalización. Irremediable, lógica y de sentido común porque no acarrea ningún beneficio ver cómo los vehículos pasan frente a un establecimiento comercial sin poder aparcar por falta de estacionamiento. En estas ciudades que como en Melilla también existió un recelo inicial a la peatonalización por parte de los propietarios de los establecimientos, el principal problema para el sector comercial vino con la llegada de las grandes superficies, especialmente para los pequeños negocios. La ‘guerra’ con este conjunto de hipermercados, franquicias y firmas de moda va más allá del precio que marquen las etiquetas en los productos. Las grandes superficies, como la que está proyectado que tarde o temprano se instale en nuestra ciudad, ofrecen un plus a sus clientes, un extra centrado en la comodidad y el prestigio. A la primera contribuye en gran medida la facilidad de encontrar siempre estacionamiento, lo que no significa aparcar en la misma puerta del comercio al que se dirige el cliente.Y el segundo viene de la garantía de realizar una compra en un espacio que reúne numerosos establecimientos que colaboran con el fin aprovechar sinergias y atraer clientes que benefician a todos. Por ello, el proyecto de peatonalización que se ha iniciado con las obras en la plaza Héroes de España no debería ser visto como un problema sino como una oportunidad para empezar a preparase ante la competencia que se avecina. Además, tendría que ser un hecho que definitivamente animara los propietarios de los negocios a unirse y crear un ‘Centro Comercial Abierto’, un ente que puede aportar una solución real al problema al que deberá enfrentarse el sector en los próximos años y que puede ir más allá que la Asociación de Comerciantes, que ejerce funciones de representación de sus miembros, pero no tiene capacidad por sí misma para solucionar todos los problemas a los que deberá enfrentase el sector en los próximos años.