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‘La Piedad’ conmueve llevando a su Hijo en el regazo

Si algo caracteriza a ‘La Piedad’ que procesiona el Viernes Santo es su gesto de angustia sosteniendo a su Hijo en el regazo tras ser bajado de la cruz. Conmueve porque hace imaginar el dolor de una madre ante una circunstancia tan devastadora, que las vírgenes de otras hermandades reflejan con unos puñales que les atraviesa el corazón.

Es una imagen imponente, bella en su dolor e imprescindible en la Semana Santa melillense porque es la que abre las estaciones de penitencia en la jornada del Viernes Santo desde la iglesia Castrense. Se trata de un trono de misterio recientemente remodelado por la joven artista Bárbara Botello que tiene su salida a las nueve de la noche.

Cientos de melillenses esperaban a la Virgen en los alrededores de la parroquia desde bastante tiempo antes. Con puntualidad, el hermano mayor, Andrés Domínguez, junto al diputado del PP por Melilla y general del Ejército, Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, hacían la llamada a la puerta para que saliera el paso. Fuera ya aguardaban las mujeres de mantilla, los penitentes y demás miembros de la comitiva procesional.

Un detalle de la salida de ‘La Piedad’ es el enorme trabajo que deben hacer los portadores. El trono es muy grande y sacarlo por el pórtico de la iglesia tiene mucha dificultad. La corona de la Virgen y la cruz casi chocan con el techo y es necesario sacar el paso a mano y agachados, lo que convierte la aparición de Nuestra Señora en un ejemplo de pericia y esfuerzo que los presentes agradecieron con aplausos.

Otra de las peculiaridades de la procesión de ‘La Piedad’ es que va acompañada por música de capilla, que interpretan solo tres instrumentos de viento: oboe, clarinete y fagot. Las piezas tan magistralmente interpretadas por el trío musical dan a esta estación de penitencia un sentimiento de recogimiento y profesión de fe que la hace única en Melilla.

Característico es también que sus portadores, con únicas negras en señal de luto por la muerte de Jesús, llevan la cara tapada. Afortunadamente, tras días de angustia por la falta de hombres de trono para sacar a esta Virgen, se consiguió que todos los puestos del trono quedaran cubiertos.

Junto con ‘La Piedad’ procesiona también el Santísimo Cristo de la Buena Muerte que, en esta ocasión, llevan los miembros de la Hermandad de Veteranos de Regulares de nuestra ciudad. Esta talla estuvo en la capilla del Regimiento de Regulares 52 en el Acuartelamiento Santiago y cuando se trasladó a la Base Teniente Flomesta, la imagen se reubicó en el coro de la parroquia Castrense.

Es ésta una procesión silenciosa y sobria, que recorre el centro melillense en unas tres horas y es la primera que se recoge en la noche del Viernes Santo al ser un recorrido más corto que el de las cofradías del Nazareno y la Soledad.

Su paso por la carrera oficial fue seguido por un buen número de melillenses apostados en la Avenida Juan Carlos I, donde debían confluir las tres hermandades que dan realce y brillo a las últimas procesiones de pasión de la Semana Santa.

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