Que Rajoy venga a Melilla parece que ya no es noticia. Lo ha hecho tantas veces que costaría mucho trabajo recontarlas todas. Ha venido todos los años prácticamente en el último lustro y en algunos en más de una ocasión incluso, aunque no hubiese de por medio citas electorales. En éste lo hará dos veces también, aunque con las urnas siempre en puertas. Andamos viviendo un año azaroso, con dos convocatorias electorales de mucho calado, pero no por ello hay que restarle ni un ápice de importancia a la nueva visita de quien será con toda probabilidad el próximo presidente del Gobierno de la Nación.
A España le hace falta un cambio, por higiene y profilaxis de propio sistema democrático. Le ocurría igual, aunque por distintas razones y circunstancias, en el año 96, cuando Aznar consiguió desbancar al Felipismo. Ahora no se trata de desterrar la corrupción y los crímenes o terrorismo de Estado; se trata de devolver coherencia, pericia y realismo en la gestión de los asuntos públicos.
Como Aznar, Rajoy se encuentra un país vapuleado, mucho más que en 1996; con una capacidad de recuperación mucho más difícil y un contexto de crisis económica que promete perdurar durante el próximo trienio.
Rajoy tiene un dificilísimo desempeño por delante pero también tiene una especial sensibilidad con Melilla, ciudad a la que le ligó el propio Aznar cuando le nombró oficiosamente ministro responsable de los asuntos melillenses, desde su cartera de Administraciones Públicas en aquellos años de desarrollo inicial de nuestro Estatuto de Autonomía y proceso de transferencia de competencias, antes estatales.
Desde entonces empezó a venir frecuentemente a Melilla y a conocer también muy de cerca nuestra realidad. Será una suerte, si Rajoy sale elegido, que el próximo presidente del Gobierno sea un hombre cercano a nuestra tierra, que conoce y reconoce también a muchísimos melillenses gracias a sus muchas idas y venidas.
Su agenda, más apretada que nunca, se pone a prueba cuando decide incluir a la ciudad en su gira previa a los próximos comicios. Es ahora, que tiene la vitola de triunfador, cuando más valor alcanza que de nuevo haya decidido venir a saludar y comprometerse con los melillenses.
Ayer, el presidente Imbroda dio por hecho que Mariano Rajoy vendrá en breve, para una vez más “comprometerse con Melilla”. Es el candidato, hoy por hoy, con todas las cartas de ganador y el único “que más veces ha venido y más se ha comprometido con Melilla”, subrayó la primera autoridad local en una entrevista ayer en RNE con la directora de la emisora en nuestra ciudad, Montserrat Cobos.
Melilla es “popular” electoralmente desde hace más de una década y, salvo altibajos coincidentes con el segundo Gobierno de Velázquez y el aterrizaje del GIL, ya lo fue también antes, aunque también ha sido socialista. De la ciudad se dice que tiene un sentimiento centrípeto del nacionalismo, muy distante y distinto del carácter centrífugo de los nacionalismos españoles históricos. Es decir, que nuestro sentido del melillismo nos lleva a reclamar y acercanos más al conjunto de España que, por el contrario, distanciarnos o independizarnos de la misma España, como puede ocurrir con los movimientos nacionalistas de Cataluña o País Vasco.
Con lo anterior no quiero decir que Melilla simplemente se deje llevar por la mayoría de la marea electoral del momento, sino que se reafirma más en un Gobierno posible con promesa de solidez y garantía de seguridad y estabilidad para la ciudad.
La intencionalidad del melillense en el voto combina nuestros especiales anhelos y necesidades como hijos de Melilla con nuestra particulares ideologías, simpatías o concordancias con el ideario político de los distintos partidos y candidaturas. Un contrapeso que no sólo pone en la balanza la situación general de España y nuestra preferencia política, sino también la hipotética garantía de que se nos va a respaldar y apoyar como melillenses. Y es que Melilla, por su mayor lejanía y situación geográfica, siempre requiere de apoyos y garantías de que va a tener un respaldo claro e inequívoco en sus particulares circunstancias.
En ello Rajoy también destaca favorablemente frente a cualquier otro candidato a la futura Presidencia del Gobierno central. Como dijo Imbroda ayer en RNE, es quien más se ha comprometido con Melilla y también de forma más clara e indubitada. Desde asuntos concretos como la ampliación del Puerto hasta la idea principal de que son necesarias medidas extraordinarias que ayuden a la Ciudad a desbloquear su futuro.
Por tanto, que Rajoy vuelva no sólo es noticia, es más noticia aún teniendo en cuenta que, lejos de parecer una rutina, es una reafirmación de un compromiso extraordinario como el que Melilla necesita.
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