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La nueva cumbre entre Melilla y Ceuta

El presidente Imbroda y una delegación de sus consejeros en el Gobierno local aterrizaron  ayer en Ceuta para continuar los trabajos iniciados a comienzos de febrero en Melilla, cuando se celebró en nuestra ciudad la primera cumbre entre los gobiernos melillense y ceutí. Entonces, tanto Juan Vivas como Juan José Imbroda, primeras autoridades de nuestras dos ciudades norteafricanas, rubricaron un documento de doce puntos sobre el que seguirá gravitando la reunión de hoy en Ceuta.
Las doce medidas, como recordarán nuestros lectores, persiguen, básicamente, oficializar aún más la garantía de IPSI o compensación estatal por la disminución en la recaudación de los impuestos locales sobre la importación de mercaderías; abaratar el coste del transporte de mercancías y pasajeros vía aérea y marítima; revisar el impuesto local (IPSI) para convertirlo en una figura tributaria más moderna que permita fidelizar en mayor medida el consumo interior, atraer más demanda externa y mejorar la competividad de nuestras empresas; asegurar la continuidad del régimen de ayudas europeas que ha venido beneficiando a ambas ciudades; analizar de forma conjunta la conveniencia de integrar a Melilla y Ceuta en la Unión Aduanera o régimen aduanero de la UE; lograr un plan de choque que mejore los niveles educativos de los escolares y estudiantes melillenses y ceutíes (actualmente en los peores niveles de toda España y con el mayor porcentaje de fracaso escolar y abandono temprano de la escuela); y conseguir, en suma, una potenciación del tejido económico y productivo que permita combatir el altísimo índice de paro que, en torno al 25% en Ceuta y al 26% en Melilla, afecta a las poblaciones de la dos ciudades.
La reunión de hoy en Ceuta abundará en todas estas cuestiones, concretará, muy posiblemente, el encargo del estudio sobre la conveniencia de integrarnos en la Unión Aduanera y también el convenio a suscribir por Ceuta y Melilla para costear los gatos de una oficina representativa de los dos territorios en Bruselas, aprovechando la de la comunidad murciana ante la UE, conforme al ofrecimiento que nos realizó el presidente Valcárcel durante su reciente visita a nuestra ciudad.
También abordará la situación en la que se encuentra el compromiso socialista respecto de la ampliación al 50% y extensión a todos los sectores económicos –salvo banca, promoción inmobiliaria e industrias energéticas- de la bonificación en la cuota patronal de la Seguridad social que hoy disfrutan los sectores de la industria, el comercio y aquellos relacionados con el sector turístico.
La continuidad de la cumbre con Ceuta es un paso certero y necesario para dos ciudades que, aún distintas en muchos aspectos, también son símiles en muchos otros y, sobre todo, en cuestiones de importancia como su consideración por la Unión Europea, su necesidad de mejorar su singular Régimen Económico y Fiscal o, sobre todo, de superar sus condicionantes y hándicaps comunes, tal cual son los obstáculos derivados de su ubicación geográfica, de su alta densidad de población y falta de espacio físico para su desarrollo económico, sus problemas de paro y escasa cualificación laboral de sus trabajadores, y su extrema dependencia de los transportes.
Es mucho lo que hay que andar para conseguir afianzar nuestra posición tanto en el conjunto de España como especialmente ante la Unión Europea, cuyo potencial como garante de nuestro presente y, sobre todo, de nuestro futuro, está fuera de toda duda.
Melilla y Ceuta, las llamadas ciudades hermanas, no pueden caminar con pasos distintos o distantes en todas esas cuestiones, porque su tratamiento tampoco puede ser dispar por parte de las instituciones nacionales ni por supuesto las europeas.
Los gobiernos de Vivas e Imbroda tienen a su favor su identidad ideológica –los dos están en el ámbito del Partido Popular- y, también, el buen entendimiento y proximidad entre sus respectivos presidentes.
Este camino, iniciado hace ya mucho tiempo pero fortalecido con la anterior cumbre oficial que se celebró en Melilla a primeros de febrero, debe ser ya una senda sin retorno hacia esa oficialidad que exigen algunas de las medidas que hoy disfrutamos, aunque no con el reflejo legal y estable que deseamos, así como otras de arduo debate pero necesario planteamiento, como es el caso de ingreso en la Unión Aduanera.
Siempre he dicho que las ciudades hermanas parecían más bien primas a veces lejanas. Afortunadamente, las tornas van cambiando para mejor y los pasos comunes de nuestras dos ciudades cada vez son más claros y están mejor delimitados. La cumbre con Ceuta no es, por tanto, ninguna operación de marketing electoral, sino el afianzamiento de un camino conjunto que irremediablemente debemos recorrer unidos y con las ideas muy claras.

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