La Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo ha admitido la queja presentada por la Organización Médica Colegial (OMC) por la situación que atraviesa la sanidad pública en Melilla, la peor en su reciente historia, con los facultativos en huelga desde hace casi 9 meses, listas de espera kilométricas quirúrgicas y de especialidades y unos pacientes desesperados que no consiguen que se les dé solución a las dolencias que presentan.
Hace unos años se decía que el mejor médico que había en la ciudad era el avión porque suponía recibir atención en la península. Hoy, aquella broma se ha convertido en una realidad y los melillenses no pueden seguir esperando a ver si el Ministerio de Sanidad, del que depende el sistema directamente en este caso, quiere o no poner fin a este conflicto o siquiera sentarse a escuchar lo que tienen que decir los médicos.
Lo único que se ha hecho por ahora es decir que la sanidad en Melilla es de difícil desempeño y cobertura. Para que nos entendamos, que resulta complicado trabajar aquí y, además, que las plazas vacantes no llegan nunca a tener un titular. A modo de ejemplo se puede poner el caso de los dermatólogos, cuya especialidad ya ni existe porque se fue el último que quedaba en el Hospital Comarcal. Y es una de tantas cosas que podrían referirse en ese sentido.
Los médicos claman en el desierto buscando mejoras que hagan atractivo el destino Melilla y los pacientes languidecen en las listas de espera. Ese es el panorama que se ha encontrado la nueva ministra, Mónica García, a su llegada al Ministerio. De ella depende completamente el futuro de la sanidad pública en nuestra ciudad y sería muy beneficioso que la representante de Sumar mejorara hasta tal punto la situación, que Melilla pudiera convertirse en el escaparate de la sanidad pública que el Gobierno vende como ideal.
El hecho de que el Parlamento Europeo acepte estudiar el estado de la sanidad melillense es un gran triunfo por parte de los médicos. Que Europa conozca el problema a través de los propios representantes colegiales de los facultativos e incluso admita plantear la cuestión en sus órganos internos (concretamente, las comisiones de empleo y sanidad) es un dato positivo que indica que los melillenses no están solos.
Ayer, además, los facultativos volvían a sus concentraciones semanales a las once de la mañana a las puertas del Hospital Comarcal. El cambio al frente del Ministerio de Sanidad les ha abierto una pequeña esperanza de que pueda haber solución al conflicto. Aluden a la condición de médica de la ministra García y al conocimiento más específico que puede tener por ello de la situación que están atravesando en Melilla.
Mónica García tendrá unas semanas de gracia antes de que sus otrora compañeros de profesión arrecien en sus movilizaciones y protestas. Por lo pronto, le enviarán junto a los médicos de Ceuta un escrito para exponerle cómo están las cosas y cómo, en su opinión, se pueden solucionar. Habrá que esperar por el bien de todos los pacientes que el relevo en el Ministerio (de persona y de partido: antes lo tenía el PSOE, ahora Sumar) sea el punto y final de lo que ha sido una gestión nefasta de la sanidad en Melilla.