EL Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) hizo públicos ayer datos que apuntan a que la natalidad se está ralentizando en la ciudad. No estamos ante un descenso pronunciado, pero puede que estemos ante el inicio de una caída que, si la situación económica no mejora, podría ir a más. En principio, el año pasado el Hospital Comarcal registró 50 partos menos que en 2011. Detrás de esta ligera reducción del número de nacimientos están, según expertos consultados por El Faro, los recortes a los sueldos de los funcionarios, la eliminación de la tasa de reposición de personal en las administraciones públicas y la falta de perspectivas de mejora de sueldos a corto plazo. También el hecho de que los jóvenes y las mujeres sean los grandes perdedores de la crisis. Las cifras difundidas por el Ingesa vienen a confirmar lo que ya es un secreto a voces: La crisis se ha metido de lleno en Melilla. Ha llegado tarde, pero ya está aquí y los indicadores demográficos empiezan a imitar a los de la península, sin prisa, pero probablemente sin pausa. El temor al futuro no sólo se nota en el retraso o aplazamiento de la maternidad de las melillenses, sino también en la bajada del consumo. Llama la atención que una ciudad con una alta tasa de funcionarios tema a lo que está por venir. Eso quiere decir que los trabajadores de las administraciones públicas, que hasta hace unos años eran intocables, no se fían de su puesto fijo. Para quitarles el sueño están los anuncios de despido de 30.000 funcionarios en Portugal (por cierto, con 20 días por año trabajado) o de otros 15.000 en Grecia. Puede que eso no ocurra nunca en España porque los últimos indicadores económicos del país apuntan a que ya hemos tocado fondo. Ahora toca crecer.