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La musaraña elefante

A la velocidad del rayo

Sin duda, estamos ante una de las especies más valiosas de Melilla. La musaraña elefante norteafricana o asarfif (Elephantulus rozeti) es uno de los mamíferos más esquivos y difíciles de ver de cuantos viven dentro de nuestro territorio. Se cuentan con los dedos los melillenses que han tenido la oportunidad de observar algún ejemplar, y muchos menos los que han tenido tiempo de fotografiarlo antes de que desapareciera con la velocidad del rayo. Precisamente esta es una de las cualidades que distingue a la musaraña elefante, y a todas las especies del orden Macroscelidea en general, la gran velocidad que alcanzan en sus desplazamientos, aunque el asarfif cuenta con otra cualidad, la de saltar entre las piedras con prodigiosa habilidad.

Una especie africana

La musaraña elefante norteafricana, como todos los macroscelídeos, es una especie de distribución exclusivamente africana, y la facultad para alcanzar gran velocidad en sus desplazamientos es una adaptación a los espacios abiertos tan característicos de este continente. Las adaptaciones morfológicas del asarfif para la carrera son similares a las de los jerbos o ratas canguro, aunque su parentesco sea muy lejano. Sus patas traseras son mucho más largas que las delanteras, y sus pies traseros son más grandes también, para desplazarse a saltos y tener un buen punto de apoyo. Son características muy importantes también para su otra gran cualidad, la de saltar con gran habilidad entre las rocas. Pero lo más llamativo de la morfología de la musaraña elefante es su larga trompa, lo que también es el motivo de su denominación. Esta trompa tan curiosa es una adaptación para detectar sus presas, mayoritariamente insectos, y más particularmente hormigas.

Hábitos crepusculares

En las grandes llanuras, sabanas y estepas africanas, huir a la carrera es una de las formas más idóneas de salvarte de tus predadores, pues escasean los refugios naturales, y los predadores disponen de un gran campo de visión en estos espacios abiertos. Otra de las características del asarfif destinada a hacer más difícil su captura es su timidez: pocas son las ocasiones en que se deja ver este animal, a pesar de tener hábitos tanto diurnos como nocturnos. Suele buscar sus presas al crepúsculo, para dificultar la visión de sus predadores, y aunque en invierno suele calentarse al sol durante el mediodía, al mínimo sonido extraño que el asarfif pueda interpretarse como una amenaza se esconde en su guarida a gran velocidad.

Las egagrópilas dan las pistas

Aunque hay datos científicos ya antiguos que demuestran la presencia del asarfif en nuestro territorio, durante mucho tiempo estos datos estaban basados en el hallazgo de huesos de esta especie en las egagrópilas de lechuzas y otras rapaces nocturnas, pues, debido a lo difícil que es observar un ejemplar de asarfif en su medio, no había ningún documento gráfico que atestiguara su presencia. Las egagrópilas son los restos de plumas, pelo y huesos que algunos depredadores, como las rapaces nocturnas, regurgitan por la imposibilidad de ser digeridos. Son ideales para recabar datos tanto de la dieta de estos animales como de las especies de las que se alimentan. Así se ha podido constatar, por ejemplo, tanto que las rapaces nocturnas de Melilla depredan sobre el asarfif como la presencia de este animal en nuestro territorio.

Melillense y española

La distribución de la musaraña elefante norteafricana, como su propio nombre indica, se limita al extremo norte del continente africano, y a sólo tres países: Marruecos, Tunicia y el norte de Argelia. Su presencia en Melilla hace que España se incluya en la lista de países que tienen a la musaraña elefante entre sus especies. Como ocurre con otras especies españolas cuya distribución sólo se limita al territorio de Melilla, la musaraña elefante ocupa un lugar privilegiado dentro del patrimonio natural de nuestra ciudad, y a pesar de lo difícil que es poder observarla, tenemos una responsabilidad especial para con esta especie y su conservación, lo que implica la conservación de los últimos espacios naturales de Melilla, que constituyen su refugio.

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