“La mujer ha mantenido una postura conciliadora porque realmente sufre la violencia en muchos ámbitos. La violencia por el hecho de ser mujer y porque el engranaje patriarcal y el de las religiones, a mi parecer, es el mismo”. Con estas palabras se refirió ayer la directora del Instituto Universitario de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada, María José Cano, al papel desempeñado por las féminas en la resolución de conflictos, en el transcurso del seminario ‘Mujer y Culturas. La mediación para la paz en clave femenina’, que se está celebrando esta semana en el Palacio de Exposiciones y Congresos (PEC) dentro de los Cursos Internacionales de Verano Ciudad de Melilla.
Para la profesora, que ha centrado su ponencia en las mujeres sefardíes en la zona de los Balcanes en el periodo de entreguerras, “el papel fundamental está en la educación”. “Hay que educar a los individuos, hombres y mujeres, desde la más tierna edad en términos de igualdad y justicia. Así se evitarán las situaciones de violencia, que no de conflicto. El conflicto es consustancial al ser humano y también enriquecedor”, apuntó.
Por su parte, otro de los ponentes, Sebastián Sánchez Fernández, miembro del citado instituto, destacó que el papel de la mujer “es y ha sido fundamental” en la construcción de la cultura de la paz, diferenciando entre tres ámbitos: el de los cuidados familiares, la gestión de los conflictos sobre todo en los ambientes más cercanos, y en la creación de espacios de los que algunos investigadores llaman “paz doméstica”.
No obstante, advirtió de los peligros de estereotipar el papel de las mujeres. “Como tradicionalmente ha sido la que ha cuidado de las personas mayores, de los niños..., existe el riesgo de que se le adjudique este papel que probablemente le prive de un desarrollo personal que sería mucho mayor si la práctica de estos cuidados se compartiera con los varones”, precisó.
También explicó que es importante que los investigadores visibilicen también las zonas pacíficas dado que normalmente se centra la atención en las zonas más violentas. “La inmensa mayor parte de nuestras relaciones están cargadas de un componente importante de cultura de paz, eso sí, entendiendo el conflicto. Las situaciones conflictivas no degeneran en violencia salvo en casos excepcionales. La mayor parte se gestionan en forma de regulación, de transformación, de manera no violenta y eso muchas veces no lo hacemos visible”, reconoció.
Papel de las religiones
Otra de las ponentes, Beatriz Molina, profesora del departamento de Estudios Semíticos de la Universidad de Granada, centró su conferencia en las aportaciones que pueden hacer las religiones a una cultura de paz. Pero para ello destacó que hay que tener en cuenta que las religiones no tienen solo una dimensión espiritual sino que suponen una construcción cultural, social e histórica muy importante y es ahí donde desempeñan un papel fundamental. “Las religiones no son violentas por naturaleza, tampoco pacíficas”, apuntó la investigadora.
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