Categorías: Opinión

La motosierra de Gaspar Zarrías

Las cartas ya están sobre la mesa: El PP ha dejado claro todos sus compromisos, especialmente con Melilla, en lo que no deja de ser un hito sin parangón en el contexto de un programa electoral para unas elecciones generales. Los socialistas también han dejado clara cuál es su apuesta: Acorralados por los pésimos resultados de su gestión, refugiados en los males de una crisis económica mundial respecto de la que aseguran que han hecho los deberes, se ceban con sembrar el miedo ante la “derechona” y su “motosierra” de recortes de prestaciones sociales.
Gaspar Zarrías, secretario de Relaciones Institucionales y Política Autonómica del PSOE, amén de secretario de Estado de Cooperación Territorial del Gobierno Zapatero, lo ha dicho por activa y pasiva durante su mitin en Melilla.
A los socialistas ya no les queda otro recurso que el muy manido del “miedo a la derecha”, como si a estas alturas de la vida hubiera distinciones ideológicas y de peso entre la política a desarrollar por alguna de las dos grandes formaciones políticas que conforman el bipartidismo en España, más allá de los tics de “progresía de salón” que gusta de cultivar a los pesoistas.
No nos engañemos, la política económica tiene ya muy poco margen en el ámbito de los gobiernos nacionales en un mundo globalizado como el actual, que si en algo se ha globalizado de forma material y acelerada ha sido en la política económica y en los mercados.
Por eso, más que una tendencia ideológica lo que se elige ya es una solvencia, una capacidad de respuesta y reacción ante los corsés que imponen esos mismos mercados y que ayer, por ejemplo, nos hicieron vender los bonos del Estado, para poder seguir financiando el gasto público, al interés más alto de la historia reciente de España, lo que, en dinero contante y sonante, supondrá devolver por lo prestado un 40% más de lo que hemos recibido.
Un interés altísimo, que España no pagaba desde el año 97, cuando la situación de país, sin la crisis económica actual, era muy similar a la de hoy en día o incluso peor, y José María Aznar acaba de hacerse con las riendas del Gobierno central, sin mayoría absoluta, obligado al pacto con los nacionalistas y una situación prácticamente de banca rota en las cuentas de la Seguridad Social.
Con Aznar se obró el milagro económico, porque también es verdad que los vientos de la economía internacional soplaron a su favor. Pero, además, no hizo ninguna política de recortes como ya entonces nos vaticinaba el PSOE, en su conocido discurso de 'miedo a la derechona'.
La letanía de los socialistas sólo puede creérsela quien no está dispuesto a bajarse del burro: es decir, aquellos nostálgicos que viven un anacronismo permanente, según el cual el PP actual es la viva imagen de los herederos del franquismo y de la peor España del caciquismo y los privilegios.
No obstante, la democracia no sólo nos ha hecho a todos más iguales, sino que ha igualado para bien y para mal a la derecha y la izquierda, situando a todos en un centro donde cada cual navega y rema según su capacidad y sus posibilidades.
Zapatero es culpable de haber endeudado a este país hasta las cejas sin haber medido las consecuencias ni haber tomado a tiempo fórmulas correctoras que le salvaran de adoptar finalmente medidas tan impopulares como la congelación de las pensiones, el recorte en el sueldo de los funcionarios o la marcha atrás en prestaciones que se vendieron bajo la etiqueta del progresismo y la solidaridad y que, al final, se quedaron en un puro bluff por causa de la incompetencia y la falta de previsión de sus mismos promotores.
Ha legislado unas cuantas normas muy voluntaristas y plausibles en la teoría, pero muy poco prácticas por falta de financiación y desarrollo suficiente, como la Ley de Dependencia, la de Igualdad efectiva entre hombres y mujeres, o de la Memoria Histórica.
Mucha pose para la galería pero muy poca condumia con la que evitar que en este país haya ya más de un millón de familias en riesgo de exclusión social y cinco millones de españoles en el paro y sin perspectivas de encontrar empleo.
El cero patatero de Zapatero, como dicen las voces más coloquiales, ya no tiene remedio ni defensa y por eso sólo nos queda esperar que un cambio en el Gobierno permita cambiar la tónica que hace que los mercados nos tengan la misma consideración que a Grecia.
Podrán hablar de la derechona, de programas ocultos y de los que les plazca, pero ya no convencerán a nadie, porque a los socialistas ya sólo les queda pasar a la oposición y regenerarse hasta una nueva etapa en la que verdaderamente puedan demostrar que, incluso en estos tiempos de economía global, una política más progresista es posible.

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