EL ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha tenido la oportunidad de comprobar en su última visita cómo Melilla es una ciudad que se mueve, que desea proyectar una imagen de crecimiento y modernidad, que aspira a recorrer su propio camino de progreso y que pretende mostrarse al mundo como un ejemplo de convivencia multicultural. Es una empresa que requiere un trabajo superior al de otras zonas. Aquí, por desgracia, es muy difícil aunar esfuerzos con otras regiones de nuestro país. Los obstáculos en nuestra ciudad son mayores incluso que los de la hermana Ceuta, separada por menos de 30 kilómetros de la próspera Algeciras. Los melillenses nos vemos obligados a labrarnos nuestro futuro casi en solitario, sin sinergias que hagan más fácil el camino.
Ayer el ministro García-Margallo, con una vinculación familiar y personal muy cercana a nuestra ciudad, pudo comprobar esta transformación. Un ejemplo palpable es la imagen que ofrece ahora Melilla La Vieja, donde se refleja el esfuerzo de los últimos años. Sobre esa roca se levanta gran parte de la historia de nuestra ciudad en forma de edificaciones militares y civiles. Su puesta en valor ha requerido un impulso decidido por la conservación de los vestigios de nuestro pasado. Aún será necesario continuar trabajando en la recuperación y conservación de ese patrimonio sobre el que queremos construir en parte nuestro futuro orientándolo hacia el turismo.
Pero la riqueza de Melilla no se sustenta sólo en monumentos. La convivencia multicultural es un logro conseguido a lo largo de los años que no hay que descuidar. Ayer el ministro aportó su granito de arena prestando sus oídos y haciendo gala de sus dotes diplomáticas para neutralizar la polémica hueca que insiste en mantener CpM tras su viaje fallido a Israel.
Melilla no espera de García-Margallo las inversiones que reclama a sus compañeros de otros ministerios. La ciudad confía que su Hijo Predilecto haga un trabajo silencioso y constante para ‘situarla’ en el mapa de la política nacional e internacional. Los melillenses aspiramos a que nuestra tierra, nuestra historia y nuestros logros tengan la proyección que se merecen fueran de estos poco más de 12 kilómetros cuadrados. Esta ciudad ha sido escenario de gestas militares que deben ser conocidas por el resto de españoles, ofrece posibilidades de desarrollo que deben ser presentadas en distintos ámbitos económicos nacionales e internacionales y cuenta con un patrimonio cultural que desea proyectar más allá del aislamiento provocado por sus limitaciones geográficas.
Ése es el apoyo que los melillenses confiamos en obtener del ministro al que hemos abierto de par en par las puertas de nuestra ciudad.