Editorial

La Melilla multicultural celebra el carnaval por todo lo alto

El mal tiempo obligó a posponer la Cabalgata de carnaval de Melilla, que finalmente ha sido todo un éxito, pese al contratiempo del cambio de día, pese a las bajas temperaturas y pese a que coincidía con la celebración del concierto de Morad, en la Plaza de Toros de la ciudad.

El gran desfile y la originalidad de los disfraces que han recorrido durante más de dos horas las calles del centro, nos han venido a demostrar que había ganas de fiesta y que esto no se improvisa. Detrás de este estallido de colores, música y sonrisas hay mucho trabajo, mucha dedicación y un esfuerzo descomunal.

La Cabalgata de carnaval de este año, la primera después de dos años de pandemia de coronavirus, ha sacado a la calle a una Melilla pletórica, que ha desafiado el temporal para festejar una celebración que poco a poco gana más arraigo en la ciudad.

Había ganas y eso se ha notado en la variedad de disfraces: desde el clásico disfraz de indio, exquisitamente reinterpretado, hasta los soldados del Imperio de la Guerra de las Galaxias, todo, hay que reconocerlo, hecho con buen gusto y con un toque 'cool', que llevábamos tiempo sin ver en Melilla.

Con celebraciones como ésta la ciudad recupera una tradición que hace unos años se celebraba con desgana y que va arraigando en esta tierra. Por tanto, podría hasta ser interesante, intentar recuperar el calendario como manda la tradición y celebrar el desfile el martes de carnaval , seguido de la quema de Don Carnal que da paso al inicio de la Cuaresma, los 40 días en los que los cristianos se preparan para celebrar la fiesta de la Pascua, que se celebró el pasado miércoles de ceniza.

Este año, además, la Cuaresma coincide con el inicio del Ramadán, el mes sagrado del ayuno, que los musulmanes de Melilla prevén que comience entre el 22 y 23 de marzo.

Es lo que tiene de mágico vivir en Melilla, una ciudad en la que confluyen diferentes culturas, manifestaciones litúrgicas y fiestas que se dan la mano y conviven en paz y respeto.

De ahí la grandeza de la celebración del carnaval a la que se suman todos los vecinos de la ciudad, independientemente del credo o los orígenes. Melilla teje de esa forma esa red sólida y resistente que nos mantiene a flote a pesar de los pesares y las dificultades.

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