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“La Melilla de principios del siglo pasado es como el Lejano Oeste”

El investigador, vocacional y meticuloso, ha recuperado la historia civil de Melilla desde la transformación de nuestra tierra de fortaleza o presidio en una auténtica ciudad.

Juan Díez Sánchez es un enamorado innato de la historia de nuestra/su ciudad desde que era un adolescente. De hecho, es miembro de la Asociación de Estudios Melillenses desde 1983 y no sólo ocupa cargos en la misma entidad desde el año 85 hasta la actualidad sino que asume su presidencia entre los años 89 a 92. Cuenta con la Insignia de Oro de la misma asociación y con el cargo de Secretario Honorario Perpetuo.
Sobre todo, es un prolífico autor de libros y publicaciones sobre la historia de Melilla, gracias a sus investigaciones en torno a nuestro pasado más contemporáneo.
A él le debemos la recuperación de nuestra memoria más popular, más humana. De todo ello hablamos en la presente entrevista.
-¿Cómo empezó tu afición por la historia de Melilla?
-Empezó en el Instituto. Había un compañero que vivía en ‘El Pueblo’ y con él empecé a recoger fósiles, a estudiarlos, a meternos en las galerías subterráneas de Melilla la Vieja. De ahí empecé también a irme a la Biblioteca, a leer algunos libros de la historia de Melilla, sobre todo los de Mir Berlanga, que era lo que había principalmente. Pero a mí antes que la historia me interesaba la actualidad y desde los 14 años me leía a diario ‘El Telegrama de Melilla’. Entonces estaba muy candente la reclamación de Marruecos sobre Ceuta y Melilla, y yo ya me aficioné a guardar recortes de prensa.
-¿Eres historiador por formación o por vocación?
-Por vocación. Fui un par de días a la Universidad de Málaga y estuve a punto de hacer un traslado de expediente, pero vi que por mis condiciones físicas, mi falta de expresión oral, mi mala memoria, pues me parecía un sacrificio enorme al que no le veía nada práctico. Te puedo decir que mi hijo sabe más historia que yo. En mi caso estoy centrado en Melilla, y este es mi mundo.
-Has investigado y escrito de muchas vertientes distintas de la historia de Melilla: de sus festejos, la historia de sus automóviles, de sus cines, de la prensa local ¿Cuál te ha satisfecho más?
-Todas son interesantes. Yo he partido siempre de una fuente de información básica, que era ‘El Telegrama de Melilla’. La que más satisfacción me ha reportado ha sido la investigación del periodismo en Melilla, porque Norberto Delgado, que fue redactor jefe de ‘El Telegrama’ y secretario de la Asociación de la Prensa de Melilla, me entregó un archivador con documentación de los años 20 y 30, y también de los 50, toda de la misma entidad. Pero no entendía nada de lo que aparecía en esos documentos de la Asociación de la Prensa. Así que cuando veía alguna noticia pues la iba archivando y poco a poco fui hilvanando datos y construyendo esa historia. Después también fui encontrándome con familias de periodistas que habían trabajo en Melilla o cubierto corresponsalías aquí. Empiezas por algo, ves que hay poca información y poco a poco lo uno lleva a lo otro hasta que se reconstruye una historia. También cuento con colaboradores. Por ejemplo, a través de Pepe Marques he logado conectar con familias de personas importantes de la historia de la ciudad.
-¿Alguna vez has querido ser periodista?
-No, pasa lo mismo que con la historia, porque una vez que te profesionalizas pierde encanto, no es lo mismo. A nadie le gusta hacer nada por obligación y a mí no hay nada que más me fastidie que hacer algo obligado.
-¿Estás de acuerdo con la recuperación del Cine Nacional, antiguo Teatro Kursaal?
-Sí, del Kursaal me parece incluso extraordinario que se recupere el nombre. Estoy deseando que termine la obra para ver cómo queda. Para el aspecto cultural va a ser impresionante porque vamos a tener un local adecuado en el centro de la ciudad. Esto se tenía que haber hecho con el ‘Monumental’, porque si no estos edificios acaban perdiéndose.
-¿Crees que cuidamos bien nuestro patrimonio?
-Nunca es suficiente, pero aún así estoy satisfecho. En unos cuantos años se ha avanzado bastante, incluso también en lo que respecta a la sensibilidad de la población y de la clase política. También se ha asumido que es un elemento favorable para la ciudad, que favorece el turismo. Yo diría que estamos a un nivel europeo en esto y me gustaría destacar el papel precursor que hizo en este sentido el que fuera director provincial de Cultura, José Luis Fernández de la Torre. En cuestión de veinte años hemos dado saltos de gigante y ya la gente tampoco se desprende así como así de legados, libros o cualquier otro objeto que tengan valor histórico.
-Nunca has optado por el estudio de la arquitectura melillense, de sus campañas bélicas, lo tuyo es más el registro de la memoria social ¿Por qué?
-Sí, yo me he dedicado al patrimonio que queda en imágenes, fotografías, revistas, así como facturas antiguas, propaganda, y documentación en general. Podríamos hablar de registros de la memoria que ayudan a recordar. Y en este sentido sigo archivando trípticos de eventos importantes, de efemérides, listas electorales de comicios. Creo que habría que hacer una advertencia, porque los organismos no guardan folletos que editan, y pasados los años resulta que son valiosos, incluso acaban pidiéndome a mí los que yo he guardado.
-¿Engancha mucho la historia?
-Sí, la melillense engancha mucho, es apasionante y muy densa. Y lo que se dice es totalmente verdad: es imposible comprender la historia de España desde principios del siglo XX sin tener en cuenta la historia de Melilla. Son muchos los acontecimientos, los principales, que tienen relación con hechos sucedidos en Melilla o con Melilla misma. Por ejemplo, al que le gusta la historia bélica y el entorno marroquí, lo uno y lo otro o ambas cosas, reparar en la historia de Melilla le resulta inevitable.
-Tienes una web que se está convirtiendo en toda una referencia: “El Heraldo de Melilla’ se llama ¿Cuéntame cómo llegas a publicar a través de Internet?
-La verdad es que soy un negado en las nuevas tecnologías, pero a través de un compañero de trabajo, Francisco García Peña, que me enseñó la manera de meter los datos de forma básica, aprendí a colgar textos con imágenes que después consultan muchos internautas. La verdad es que muchas cosas me las arregla él cuando tiene tiempo. De todas formas estoy satisfecho porque lo que voy publicando en la prensa lo vuelco en Internet y así la gente puede disponer de todos mis artículos en lo que se está convirtiendo en un archivo virtual, abierto a todo el mundo. Además he abierto otras webs a las que se tiene acceso desde mi perfil en el blog de ‘El Heraldo’. Y resulta curioso porque, por ejemplo, cuando el centenario de la campaña del 1909, empecé a colgar algunas cosas y a través de ello contacté con un investigador que estaba en Barcelona y que empezó a mandarme artículos que resultaban interesantes y que fui colgando también en la misma web. Todo esto, claro está, se ha creado gracias a Internet. Tengo una media de 70 visitantes diarios sin promoción ninguna de mi página.
-¿La historia es una historia de mil versiones?
-Con la historia pasa como cuando hay un accidente en el que tres personas se ven implicadas y al final hay cuatro versiones. Con la historia lo que ocurre es que los protagonistas fallecidos no te pueden rebatir. Pero lo interesante es que no pase mucho tiempo, porque empieza a confundirse la leyenda con la realidad. Al principio yo creía que todo lo escrito era verdad, pero pronto me di cuenta que no. Lo bueno es que sepamos contrastarla y saber distinguir lo que realmente parece más verídico.
-¿Qué nota le pondrías a la rehabilitación de Melilla la Vieja tal cual se ha hecho?
- Le daría un notable. Al principio fue muy penoso, porque en esto no es fácil admitir que cambien a una vieja por una joven, pero si queremos que se mantenga hay que hacer una obra de ese tipo, a fondo y con buenos materiales. Hay algunas excepciones, partes que están mejor recuperadas y otras que se han rehabilitado de forma más desafortunada, pero en general le pondría un notable.
-¿Con qué etapa de la historia de Melilla te quedas?
- Con la que va desde el año 1860 hasta el año 1931, en que pasa de ser una fortaleza a ser una ciudad, de una población civil sin fuerza ni representación a tomar protagonismo con la constitución del Ayuntamiento, la representación parlamentaria de la sociedad. Es muy interesante la gente que se da cita aquí, los personajes tan variados: aventureros, espías, busca vidas…Hubo personalidades muy relevantes también en esos años en distintos puestos, en la prensa local y otros estamentos que, posteriormente, lo fueron también a nivel nacional.
-¿Cree que nuestra variedad social y cultural, la multiculturalidad de la que alardeamos, es un patrimonio más de Melilla?
-Claro, es indudable, por encima de nuestras piedras, nuestros monumentos, nuestros documentos, lo más importante son las relaciones humanas. Vamos por el buen camino pero hay que profundizar en un mayor acercamiento de las distintas confesiones y comunidades y aprender a respetarnos con independencia de que haya cosas que compartamos más o menos.
-¿Piensas que celebrar el día de Melilla el 17 de septiembre, el día supuesto de la llegada de Estopiñán, el conquistador, es una afrenta a una parte de los melillenses como sostiene CpM o, en su defecto, una forma de ensalzar confrontaciones y enfrentamientos?
- Eso hoy no se le ocurre a nadie, eso está desfasado, incluso los que recuerdan las campañas lo ven de forma aséptica y se centran más en el heroísmo de las personas; se recuerda la historia de la ciudad y lo que pasó pero sin buscar otra cosa. Esos patriotismos están absolutamente desfasados. No tiene ningún sentido plantearlo de otro modo y nadie mete el dedo en la yaga, ni tampoco se quiere herir a ninguna comunidad. Lo que se busca es el mayor conocimiento y saber analizar cada cosa en su contexto.
-¿Y las Torres V Centenario, qué te parecen, formarán parte de ese patrimonio a conservar?
-No, serán un pegote para el futuro, porque fueron un pegote y sigue siendo un pegote, lo que pasa es que nos estamos acostumbrando. Desde luego quisieron dejar una huella del V Centenario y lo consiguieron, pero de la peor manera posible. Me acuerdo de Carmen Goes que fue una luchadora contra ese edificio, pero que como muchos otros no logró que se paralizara. Afean la vista de Melilla la Vieja, del litoral. Son un desacierto.
-¿Cómo te sientes con tu título de Protector del Patrimonio por decisión de la Asamblea de la Ciudad de Melilla?
-No soy amigo de reconocimientos, los que hasta ahora me han entregado los tengo en lo alto un armario, no a la vista, porque no considero que haya hecho nada extraordinario para merecerlos. Para mí con hablar con la gente tengo bastante. Pero vaya, soy agradecido y lo agradezco.
-¿Qué te gustaría publicar?
-Un libro sobre imágenes de la ciudad, a partir del archivo que tenemos. Hice algo muy básico con el archivo de Francisco Carmona, pero hay muchos tesoros en archivos privados que podrían divulgarse porque es una riqueza impresionante la que hay a base de documentos curiosos, fotografías. Una visión de la ciudad pero sencilla y popular. Por ejemplo, hace poco en Madrid me compré un tique de la COA cuando valía 50 céntimos de peseta. Y luego también a la gente le gusta sentirse partícipe de la historia, que se les hable de lo que ellos han conocido o han recordado. Son registros muy valiosos que no podemos perder.
-¿Qué personaje de nuestra historia es tu preferido?
-Pues no sé, porque a principio del siglo XX había muchos, pero un ejemplo de la nueva Melilla es Manuel Ferrer, hijo de presidiario, licenciado en Derecho, historiador, sabía árabe y trabajó para la alta comisaría de España en Tetuán. Era un hombre polifacético, republicano abiertamente, porque a principios del siglo pasado Melilla era una plaza militar pero declararse republicano no suponía ninguna persecución. Es un personaje interesante, pero como él hay muchos otros que nos hablan de un mundo de transición. Por ejemplo, la gente del Polígono, cuando había algún problema, quedaba fuera de las murallas de la ciudad. El vigilante del cementerio en el año 1892 tenía una caseta de madera y se quedaba allí y por la noche le disparaban a la caseta. La valentía de la gente, cómo vivía los conflictos al lado de su casa. La Melilla de principios del siglo XX, salvando las distancias, es como el Lejano Oeste, los americanos lo han sabido explotar y nosotros no.
-¿La conquista de Melilla fue incruenta?
-Incruenta, está demostrad por las antiguas investigaciones y las modernas. Y si hubiera sido cruenta habría sido lo propio de la época, pero no, fue incruenta. Luego sí hubo combates, pero durante la conquista no.
-¿Qué opinas de la estatua de Franco?
-Yo soy partidario de quitarla, y luego que esté en un cuartel o donde sea me da igual, porque no le veo interés a esa estatua.
-¿Se hace Justicia cuando se dice que se mantiene porque él salvó a Melilla tras la derrota de Annual?
-No, no se hace justicia, porque hay Franco fue un personaje secundario. En ese episodio si hubo un personaje importante fue el general San Jurjo. Lo que pasó es que tras la muerte de Franco se le quiso rendir homenaje, pero no, no se puede alegar eso para darle sentido a esa estatua.
-¿Cómo se tiene un archivo como el tuyo en un piso familiar y moderno como los actuales?
-Se tiene como se puede. Te puedo decir que siempre estoy pendiente de ordenarlo y que ya no busco las cosas, porque cuanto más tiene uno en realidad menos tiene. Creo que son los libros y los documentos los que me encuentran a mí.

La historia de la Prensa

A Juan Díez las nuevas generaciones de periodistas melillenses le debemos muchas cosas: No sólo que nos sirva de fuente para numerosos trabajos, sino que haya reconstruido la historia de la prensa melillense. El desentrañó un rompecabezas sobre el que había muy poco escrito y sorteó para ello la falta de fuentes suficientes, porque al margen de la hemeroteca de ‘El Telegrama de Melilla’, prácticamente no existe ninguna otra en la ciudad de las muchas y diversas cabeceras de la primera mitad del siglo XX melillense. Es el caso del archivo de ‘El Popular’ que se encuentra en Tetuán y que, parcialmente, también lo tiene un particular en Melilla. Es el caso también del antiguo ‘Heraldo de Melilla’, del que no quedan ejemplares según Juan Díez. Lo anterior es decisivo para reconstruir la historia a través de las hemerotecas, porque entonces, como ahora, también había cainismo entre la prensa local, había personajes que para algunos medios no existían y que para otros eran muy relevantes; historias que bajo una cabecera se contaban con un sesgo y en otras con un enfoque absolutamente dispar o centrado en datos y detalles que para el medio opuesto o competidor resultaban irrelevantes. En esto, la prensa no ha cambiado pero si sabemos más de los periódicos que existieron en Melilla, de quienes los hicieron posibles y los trabajaron, es gracias a Juan Díez.

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