Categorías: Editorial

La Melilla cinéfila

El salón de ensayos del Teatro Kursaal acogió anoche una charla entrañable en la que participaron seis figuras destacadísimas del cine español: Verónica Forqué, Eduardo Noriega, Clara Lago, Dani Rovira, Silvia Alonso (‘La que se avecina’) y Elisa Mouliaá (Águila Roja).

Para sorpresa de los melillenses, los actores recorrieron a pie la distancia que hay entre el Hotel Melilla Puerto y el Kursaal, en torno a las 19:30 horas. A más de uno se le quedó cara de: “¿Esto qué es?”
Al parecer, la asistencia de los actores estaba un poco en el aire. De ahí, que la sala que les acogió no estuviera llena hasta la bandera, como sí estuvo el domingo en la sesión inaugural de la Semana Cine, donde el gran José Sacristán recibió el premio ‘Ciudad de Melilla’.
Traer a estos seis actores a la ciudad no es sólo cuestión de dinero, sino también de agenda (la de los actores) y contactos (los de los organizadores). Un esfuerzo como el que se ha hecho bien merece airearlo a los cuatro vientos.
Debimos anunciarlo a bombo y platillo y si luego los invitados se caen del cartel, no pasa nada. Hasta al Festival de Cine de Cannes se le cae una estrella. ¿Y por eso deja de ser Cannes? Ni por asomo.
Es cierto que estamos en precampaña electoral y que cualquier traspié puede convertirse en una bola de nieve contra los organizadores, pero el miedo no puede dejarnos con una sala de ensayos desangelada. Sobre todo porque hay cinéfilos en Melilla que se han quedado con las ganas de ver de cerca la frescura de Verónica Forqué, el desparpajo de Dani Rovira o a un Eduardo Noriega que evidentemente ha hecho un pacto con el diablo: con maquillaje seguro que ni se notan los 20 años que han pasado desde que hizo ‘Tesis’.
Los melillenses afortunados que sí estaban al tanto de la visita de los seis actores a Melilla disfrutaron ayer con las anécdotas y las confesiones en un ambiente acogedor y casi íntimo.
Tenemos que aprender a vender lo nuestro. El más pringoso de los bocadillos de calamares madrileños se vende como manjar en las pizarras de los bares de la capital y los turistas hacen cola.
Lo mismo tenemos que hacer con nuestro trabajo. Nador no tiene sala de cine y se monta un festival con alfombra y todo.
Nosotros tenemos la única sala de cine abierta desde Oujda hasta Alhucemas y nos conformamos con una ‘Semana’ condensada, pero gloriosa, que termina pasando cabizbaja a nivel nacional porque no la vendemos como Dios manda.

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