El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, no pudo reprimir ayer la emoción tras recibir la llamada que confirmó el nombramiento de Melilla como Ciudad Europea del Deporte 2016.
No cabe duda de que se trata de una buena noticia que supondrá para los melillenses darse a conocer más allá de lo que ya se sabe, en el ámbito nacional e internacional, sobre la ciudad: La valla, la inmigración, el yihadismo...
Este nombramiento, que no se formalizará hasta noviembre de este año, es una oportunidad para exportar la Marca Melilla (¿por qué no?) y potenciar una faceta de la ciudad que ya estaba despuntando.
No solamente es destacable el trabajo que se ha estado haciendo para potenciar y apoyar el deporte base sino también cabe recordar todas las iniciativas que se han venido realizando, algunas con mayor éxito que otras, para fomentar la práctica de ejercicio físico en beneficio de la salud. La noticia no ha podido venir en un momento más idóneo, cuando arranca la Semana del Peatón y la Seguridad Vial, que pretende concienciar a los ciudadanos a moverse a pie y dejar el coche aparcado, que, sin duda, repercute en una vida más saludable.
El deporte es una de esas potencialidades por las que Melilla también merece ser promocionada, teniendo en cuenta que el turismo de playa no termina de calar, el turismo familiar tiene ciertas limitaciones y el de cruceros ha estado en el último año de capa caída.
Sólo hay que ver lo atractivo que resulta, por ejemplo, competiciones como la Carrera Africana. El deporte no solamente motiva sino que une y lo que nos interesa, al Gobierno, a los comercios, a los hoteleros, a los hosteleros... a todos es que las dos orillas del Mediterráneo estén más unidas, más cerca.
Además de estrecharnos las manos, felicitarnos y celebrar, Melilla ahora tiene ante sí un reto más: Aprovechar al máximo las posibilidades que puede ofrecernos ser Ciudad Europea del Deporte 2016. No es solamente tarea del Gobierno actual y del que salga de las urnas a partir del 24 de mayo, es una tarea de todos los melillenses.
Para dejar de ser Melilla, la ciudad de la valla, de la inmigración y del yihadismo, los ciudadanos nos tenemos que creer que somos la Melilla de los sentidos, la Melilla del sol, los colores y los olores, la Melilla de sus gentes variopintas, la del modelo de convivencia pacífica, la Melilla solidaria y hospitalaria... y ahora la Melilla deportista. Tenemos que creer en nuestra marca.
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