A raíz de que este periódico recogiera ayer, en su editorial, el desaire que el vicario de Melilla, Roberto Rojo, le hizo en la procesión del Corpus Christi a vecinas del barrio Calvo Sotelo y el Coro Rociero al ignorar el altar que montaron en la calle Castelar, hemos sabido que no es el único acto polémico protagonizado por el también arcipreste de la ciudad.
El próximo 18 de junio se celebrarán las elecciones en la Congregación de Nuestra Señora de la Victoria, patrona de Melilla, y las listas de las candidaturas tienen que tener el visto bueno del vicario. Para sorpresa de una de ellas, Roberto Rojo ha vetado los nombres de dos fieles muy conocidos en la ciudad, alegando el daño que éstos han hecho a la Iglesia.
Las dos personas vetadas en las listas, para conseguir que el señor vicario les recibiera y poder pedirle una explicación que les ayude a entender y acatar los motivos del veto, han llegado, incluso, a enviarle un burofax.
Esto no ha sentado nada bien a Roberto Rojo, que ha terminado expulsando a uno de ellos de “su casa” (la iglesia del Sagrado Corazón), que no es otra que la casa de Dios. Y no sólo eso. Al parecer le ha negado todos los sacramentos, incluida la extremaunción.
Uno de los afectados se ha acercado a la Diócesis de Málaga a contar su pena y allí le han sugerido que intente resolver este problema como lo hacen los cristianos en el año de la Misericordia y del Evangelio. Pero lo tiene difícil.
Quizás por eso este verano no habrá misas en la Medalla Milagrosa por falta de sacerdote. La versión oficial es que no hay párrocos para oficiar eucaristías en esa parroquia. Las malas lenguas ya tienen culpable.
No es de recibo que en los tiempos que corren la iglesia se vea envuelta en este tipo de polémicas, en una ciudad pequeña como la nuestra donde, para bien o para mal, nos conocemos todos.
Mientras las televisiones locales hablan de la iniciativa del padre Ángel de abrir su parroquia a los sin techo para ver la final de la Champions, en Melilla hablamos de negar hasta la extramaunción. ¿Estamos locos?
Cuentan que quien fuera obispo de la Diócesis de Cartagena y luego arzobispo de Zaragoza, Monseñor Ureña (fulminado por el papa Francisco), fue consultado, durante su etapa en Murcia, por los regantes para que lanzara plegarias a la Virgen de la Fuensanta y atrajera la lluvia en uno de los peores años de la sequía. El obispo les dijo que lo haría, pero les advirtió de que no estaba para llover. En Melilla no escampa.
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