Hace un llamamiento a los políticos para que “no jueguen con las víctimas de ETA”. María Dolores Martín, la madre de Antonio Molina -el joven guardia civil melillense asesinado por ETA en septiembre de 2002-, pidió ayer a la clase política que no juegue con “la sangre derramada” de su hijo y “tantas víctimas de ETA”.
Incrédula ante la decisión de la organización etarra de poner fin a la violencia terrorista, avisa que asistimos a una “nueva moneda de cambio” de los “mafiosos y asesinos” de ETA y de la propia clase política, a la que acusa de hacer electoralismo a costa de los casi 900 víctimas del terrorismo en nuestro país.
“Nos siguen engañando y yo me pregunto: ¿alguien cree que esos asesinos se arrepienten, que realmente están derrotados? Esto no es más que una nueva moneda de cambio en época preelectoral, como tantas veces en que se ha utilizado sin ningún pudor el dolor y la sangre derramada de tantos españoles inocentes”.
María Dolores Martín pide el cumplimiento de la pena íntegra para todos los “asesinos y terroristas” y la “cadena perpetua para los reincidentes”.
Visiblemente afectada por lo que considera la escenificación de un acuerdo con fines electorales, se muestra convencida de que no se va a producir un auténtico fin de la violencia terrorista. “Quieren negociar sus presos y se olvidan de las víctimas, y cuando estén fuertes de nuevo, se rearmarán porque ETA no deja de prepararse para poder actuar cuando le interese, y esto lo saben los expertos en la lucha antiterrorista”.
“¿Quién va a aceptar que echen a los presos a la calle? Yo no puedo sacar a mi hijo del nicho en el que está enterrado”, apostilló con rabia ante un posible pacto que, de producirse en términos de condonación de condena para presos por delitos de sangre, será “totalmente injusto”, atentatorio dice “contra la ley y un desprecio para las víctimas y sus familiares”.
Tanto ella como su familia se declararon ayer muy afectados. “Vemos cómo nos engañan, porque en estos momentos un anuncio de tregua no es otra cosa que un beneficio electoral”.
Por ello, pide a todos los políticos, “sin excepción”, “que sean valientes, que discutan en estas elecciones lo que interesa al país y los ciudadanos españoles, pero que no jueguen con la sangre derramada para sacar beneficios electorales”.
Convencida de que se trata de una “estrategia”, manifiesta que está “muy dolorida”.
“Los políticos no pueden cambiar de chaqueta según estén en el Gobierno o en la oposición, porque actúan de forma muy distinta según donde se encuentren, y en este asunto no pueden pasarse unos a otro la pelota o no ser contundentes porque teman los resultados electorales. Entiendo que la gente se alegre por el anuncio del fin de la violencia de ETA, pero yo no me lo creo. Para mí es una gran mentira”.
17 de diciembre de 2002:
Collado Villalba
María Dolores perdió a su hijo el 17 de diciembre de 2002 en Collado Villalba (municipio de la provincia de Madrid). Cuando murió, víctima de los disparos de un etarra, tenía 27 años y seguía soltero. Desde entonces, lo lleva en su pecho, en un camafeo que reproduce la extrema juventud que desbordaba.
Esposa de guardia civil y madre también de otro guardia civil, como es el caso de su hijo Pedro, con el que pasaba ayer el día en Almería, María Dolores ha hecho de su desgracia su fortaleza y un estandarte que mantenga siempre viva la memoria de su hijo, en cuyo honor se bautizó una de las nuevas avenidas de Melilla, próxima al Paseo Marítimo. Además, la Asamblea de la Ciudad le concedió a título póstumo la Medalla de Oro de Melilla y el título de ‘Hijo Predilecto’.
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