La doctora en Lengua Española María A. López Vallejo imparte el curso ‘Normativismo lingüístico: uso versos norma’ en la Facultad de Educación y Humanidades y que finaliza esta tarde con la última clase.
La doctora en Lengua Española y profesora de la Facultad de Educación y Humanidades María A. López Vallejo imparte esta tarde la última clase del curso ‘Normativismo lingüístico: uso versus norma’. Unas jornadas formativas que están abiertas a todo el público y con las que se pretende reflexionar sobre los errores y fallos que comentemos a diario y tanto a nivel escrito como oral en el uso del español. Este curso comenzó el pasado martes y se ha estado impartiendo de 17:00 a 20:00 horas. Esta tarde se dedicará parte de la jornada a desmitificar la idea de que el español sea una lengua machista y el uso de genéricos, una de las cuestiones de moda, es decir, el uso de ‘alumnos’ y ‘alumnas’ o el de la palabra ‘alumnado’, entre otros ejemplos.
–¿Cómo surge la idea de impartir este curso?
– La idea de realizar este curso fue una iniciativa mía dentro de las propuestas que se ofrecían de organizar actividades por parte del Vicedecanato de Extensión Universitaria. Se me ocurrió la necesidad de organizar un curso de este tipo porque observo en los textos de los alumnos y en los medios de comunicación desviaciones lingüísticas que son importantes. En principio los receptores más inmediatos serían los alumnos, ya que considero que es muy importante la formación lingüística para poder expresarse. Es fundamental hacer una utilización correcta de este instrumento de comunicación, que es el lenguaje, independientemente del medio en el que se utilice. Luego decidimos abrir este curso al público en general.
– ¿Cómo pueden los melillenses estar al día de las nuevas normas del español?
– El título que otorgo al curso es normativismos versus uso, porque es cierto que el uso es muchas veces el criterio que va a imponer la fijación de alguna regla. La Academia muchas veces lo tiene en cuenta y se hace eco de lo que el usuario al final va a extender. La RAE a través de su página digital va incluyendo todas las modificaciones en el diccionario e incluso, de cara al próxima publicación que saldrá impresa, ya tenemos la enmienda de muchos de los artículos lexicográficos. Esto en cuento al nivel del léxico. En cuanto a ortografía, la última edición fue en 2010 y ahí se recogen las nuevas reglas y las nuevas normas. Ha habido ciertas especulaciones de si la RAE ha modificado determinadas reglas que ya están aprendidas por los hablantes, por lo que ha optado por un uso potestativo de las innovaciones que ha introducido. Y desde el punto de vista gramatical, se publicó en 2009 la Nueva Gramática, donde se hace una actualización de todas las cuestiones gramaticales a nivel sintáctico y morfológico. Son las obras de referencia. Es lo normativo, lo que debe decirse, frente a lo que luego se detecte en el uso del lenguaje.
– ¿Cómo convencemos a los ciudadanos para que hagan un uso correcto de su lenguaje?
– La principal finalidad de la lengua es la comunicación y muchas veces nos consolamos diciendo “mientras que a mí me entiendan, da igual como emplearlo”. Pero yo siempre pongo el mismo ejemplo, aunque a veces se pueda presentar como frívolo, y es que nosotros cuidamos nuestro estilo personal. Para mí, la lengua es una etiqueta identificativa muy importante. Dependiendo de cómo la usemos, puede convertirse en nuestra tarjeta de identidad.
Además, está el poder de la lengua, ya que, a través de una manipulación lingüística, tú puedes hacer una interpretación u otra de la realidad. Esto se consigue a través del lenguaje y es importante. El usuario debería convencerse de que un bien tan preciado, como es nuestro lenguaje, nos sirve para comunicarnos, para expresarnos, es decir, cualquier faceta vital, independientemente de que utilicemos las nuevas tecnologías, como los chat o los mensajes de móviles. Al fin y al cabo ,estamos utilizando el lenguaje. – ¿En Melilla se utilizan expresiones que podrían estar ‘condenadas’ por la normativa?.
– A la hora de dictaminar si condenamos una expresión o no hay que ir a la particularidad, en este caso, diatópica. Es cierto que hay expresiones que son típicas del contexto melillense y pertenecen a un uso particular que no es estandarizado ni normativo, pero que no tienen porqué estar estigmatizadas. En este caso, serían derivadas de un uso diatópico de la lengua. No es que sean expresiones que estén construidas mal desde el punto de vista gramatical, sino que hablamos de particularismos léxicos, como llamar a una ‘horquilla’ con otro nombre, ‘cirila’. No es que esté mal sino que es otro término léxico.
Aunque hay expresiones de las que se abusa y que pueden ser incorrectas desde el punto de vista normativo, como ‘en plan’ que ha pasado a ser una muletilla. Otras particularidades es la palabra ‘fosconear’, que no existe y que se deriva de la malformación de la palabra ‘fisgonear’.
Los errores habituales en el habla y la escritura
Hay una heterogeneidad de tipologías y podemos ver desde alteraciones en las construcciones sintácticas y verbales, como cuando se alteran los regímenes verbales, por ejemplo, los casos de dequeísmo, queísmo o el uso pronominal del laísmo, leísmo y loísmo. La influencia muy presente en estos tiempos de las estructuras anglicistas y galicistas también hace que cometamos fallos, como es el caso del uso de las expresiones 'en base a' o 'a nivel de'; y el abuso del infinitivo de forma independiente que es impropio de nuestra lengua, como por ejemplo las frases, 'en primer lugar, señalar que' y 'por último, comentar que'. Otra de las oraciones que predominan en nuestros discursos y que no son españolas es la construida con la preposición 'a' más el infinitivo de los verbos con sustantivos abstractos, por ejemplo, 'temas a tratar' o 'cuestiones a resolver'. También comentemos fallos cuando se hace extensible una norma por la cual se rige que los sustantivos que comiencen por vocal 'a' tónica acentuada con o sin 'h', en el caso de que le preceda un artículo indeterminado o determinado va en masculino. De esta forma, se puede decir 'el agua limpia' y no la combinación 'este agua'.
Hay otros errores de los que no somos conscientes como que el imperativo de ‘ir’ es 'idos' aunque solemos decir 'iros'. Por otro lado, hay confusiones léxicas porque al signo de puntuación solemos llamarle 'apóstrofe' pero en realidad el término correcto es 'apóstrofo', tal y como apuntó López Vallejo.
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