El Faro ya se hizo eco el pasado viernes de una noticia que ayer corrió como la pólvora por redes sociales, medios nacionales e internacionales y telediarios: Bruselas, es decir, la Comisión Europea (CE), da el visto bueno al marco legal de los rechazos en frontera en las vallas de Melilla y Ceuta.
Se trata de la respuesta que dio el comisario de Migraciones, Dimitris Avramopoulos, a la pregunta de los eurodiputados de Los Verdes, Ska Keller y Ernest Urtasun. Según dicho documento, las también conocidas como ‘devoluciones en caliente’, tal y como están recogidas en la Ley de Seguridad Ciudadana, no suponen la imposibilidad de que los migrantes soliciten protección internacional, dado que, entre otras cosas, el representante comunitario hace referencia a la oficina de asilo situada en la frontera de Beni Enzar, un punto que considera seguro y de fácil acceso.
De este asunto, cabe destacar que lo que Bruselas ve bien es “el marco legal”, es decir, la normativa tal y como está escrita en el reglamento español. No podía ser de otra forma, dado que según el Boletín Oficial del Estado (BOE), los ‘rechazos’ no impiden que una persona, si lo desea, pida asilo.
Cabe preguntarse, tal y como lo llevan haciendo desde hace tiempo diferentes ONGs, como CEAR, APDHA o Prodein, por qué entonces los subsaharianos que, como los sirios, también vienen de países en guerra (como la República Centroafricana o Sudán de Sur), se empeñan en saltar la valla y no se acercan simplemente a la frontera mostrando su intención de pedir asilo en territorio español.
La Convención de Ginebra sobre el derecho al asilo, según comentan desde APDHA, presupone que las entradas en un país antes de solicitar esta protección internacional suelen ser irregulares, como las que se producen en nuestra ciudad cuando un migrante salta la alambrada.
CEAR, por su parte, hace hincapié en que es suficiente con que una persona diga a viva voz, en un territorio que quiere solicitar asilo para que tenga derecho a contar con asistencia jurídica y asesoramiento.
Unas garantías que no suelen verse en los alrededores de la valla de Melilla cuando hay un salto o un intento, como el del pasado jueves de madrugada.
Sirios pidiendo asilo se han visto muchos, y asombra la agilidad que ha tomado este proceso desde que estos ciudadanos empezaron a llegar a Melilla. De los subsaharianos, aún ni rastro.
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