La inevitable frustración por unas nuevas elecciones

Tristemente previsible. Pedro Sánchez no ha conseguido el consenso necesario para sacarnos del atorradero de la investidura fallida. Si nada lo enmienda nos enfrentamos a una nuevas elecciones el próximo 10 de noviembre. Y qué pasará : ¿Las tendrá todas consigo? La nueva convocatoria de elecciones es un halo en el horizonte, pero tal cual es tan las cosas entre Podemos y el PSOE nada asegura que no lleguemos a las urnas el próximo 10 de noviembre.

En verdad, me aburre escribir de tanta política en medio de un verano que se ha vuelto inaguantable, con un levante pastoso que nos hace sudar lo más grande.

Hoy, como quien dice, me he tirado al monte. Por aquello de las amigas melillitas que vuelven de vacaciones y que nos invitan a vivir un pasado que a la vez no deja de ser presente.

Recuerdo la Melilla de mi infancia, en el Mantelete, cuando el zapato se me quedó enganchado en el carril del tren y mi padre, que por viejo como el diablo era más sabio, me conminó a abandonarlo para salvar mi osamenta a riesgo de perder la preciosa prenda que luego no tendría príncipe que viniese a devolvérmela en mi precioso pie.

He sido siempre una niña afortunada. Cuidada in extremis por unos padres entregados. He vivido y crecido en esta Melilla de contrastes. Y ahora, con 55 años, me siento tan fuerte como derrotada. Mis mejores amigos siempre me afearon mi capacidad para decir lo uno y lo contrario, pero es verdad que como el ying y el yang la vida está llena de contrapuntos que las más de las veces resultan muy difíciles de explicar.

Que se celebren unas nuevas elecciones es un fracaso morrocotudo. En realidad, no sabemos con certeza si llegaremos a las urnas el próximo 10 de noviembre. Aún queda recorrido para que se enmiende el asunto, si realmente tenemos que volver a votar, el fracaso será única y claramente de Pedro Sánchez, que habrá hecho una demostración de incapacidad para formar un Gobierno más allá de su necesaria investidura como Presidente.

No es la primera vez que le pasa. Falló en 2015 cuando tomó el revelo a un Mariano Rajoy con mayoría de votos –casualmente los mismos escaños que él tiene actualmente- y que aún así optó por no presentarse a la investidura sabedor que no conseguiría los apoyos necesarios para salir nombrado con mayoría suficiente.

Falló cuando intentó sacar adelante sus propios Presupuestos y no logró el respaldo necesario para sacarlos adelante.

Ha fallado una vez más, cuando de la fiesta por la victoria de las izquierdas ha terminado por tomar tierra para comprender que su mayoría en realidad es tan pequeña como minoritaria e insuficiente.

No voy a decir que hemos tocado fondo pero vamos por mal camino si no somos capaces de sacar adelante un Gobierno conforme a los mimbres de los resultados electorales. Personalmente, no me gusta Pablo Iglesias como tampoco me gusta Pedro Sánchez. Ni Casado, ni Rivera. A ninguno de ellos le doy el chance necesario pero también sé que lo que ellos hacen nadie lo hace por nosotros. Que alguien tiene que dar el paso.

Me siento frustrada, recuerdo mis orígenes y me pregunto hacia dónde vamos, con nuestras particulares cuitas en Melilla, con nuestros grandes dilemas en lo que toca al conjunto del país.

Hpy he pasado un día feliz, un contrapunto a toda esta pesadilla política que nos ha tocado vivir y que es así porque nosotros lo consentimos. Estamos en pleno verano, el calor empieza a ser insoportable, y no se me ocurre nada porque si hay nuevas elecciones se me avecinan muy lejos aunque tengan fecha el próximo 10 de noviembre.