Son muchas zonas de la ciudad las que resultan “intransitables” a determinadas horas del día, según señalan algunos melillenses. El paseo marítimo o la avenida Juan Carlos I son algunos de los ejemplos que utilizan para señalar la falta de lugares con sombra en Melilla.
María, una melillense que trabaja en el centro, cuenta a este diario como a ciertas horas de la mañana es casi “imposible” pasar por la avenida. “Desde temprano, si voy caminando hacia abajo, dirección Plaza de España, el sol ya comienza a cegar y es imposible andar por ahí”, dice. Se ve obligada a cambiar de calle en busca de la sombra y un poco de frescor.
La avenida, continúa, se convierte en un desierto intransitable conforme avanzan las manecillas del reloj. Cuando pasan las doce del mediodía, el peso del calor cae con toda su fuerza y el final de la calle se convierte en un oasis.
Como María, otros ciudadanos echan en falta árboles a lo largo de la avenida y, en general, en la zona centro. El cobijo de la sombra también podría conseguirse con más toldos, apunta María, pero los árboles son la mejor opción porque aportan “fresco” y harían de Melilla una ciudad “más verde”.
Luis vive en el Industrial. Sale a correr por las mañanas desde bien temprano y cuando comienza el camino de regreso, ya empieza a notarse el calor. A media mañana, comenta, es imposible caminar por allí. “No hay sombra ni un lado ni al otro”, se queja, reclamando más zonas verdes y árboles también allí, como ha visto en otras partes de España.
La falta de árboles es algo que se puede observar en muchos rincones de nuestra ciudad, algo que las asociaciones ecologistas locales llevan denunciando desde hace tiempo. La tala y la poda indiscriminada de árboles centenarios es algo “preocupante”, señala Luis, quien espera que la situación se solucione, pues “no basta” con plantar nuevos “arbolitos” que tardarán muchos más años en crecer y desde luego no darán sombra hasta dentro de un tiempo.
La asociación Movimiento en Defensa del Arbolado criticaba recientemente la poda de la nueva “víctima” de la calle Legión: un árbol que, después de un incidente con una rama, ha sufrido una “poda excesiva” que los ecologistas no logran entender.
También criticaban el talado de dos de las jacarandas que fueron transplantadas al Parque Forestal de las calles Severo Ochoa y Conde de Serrallo, o la abundante cantidad de alcorques cementados o tapados que hay repartidos por la ciudad, “ya sea por obra en la acera o porque se seca el árbol y no es sustituido”. Con todo ello, lo único que se consigue es que el verde continúe “desapareciendo” de la ciudad, junto a la sombra de las aceras.
“Cada vez hay más asfalto y menos verde. Es una pena”, lamentó Hassan, otro vecino del centro. Al igual que otros ciudadanos, espera que en estos años la ciudad de un giro y se recuperen espacios verdes después de que muchos hayan desaparecido en estos años.
Son muchos los estudios científicos que afirman que los árboles reducen la temperatura de un lugar enormemente, gracias a la producción de oxígeno. Además, también nos traen beneficios psicológicos muy positivos, porque nos generan bienestar y nos hacen estar en contacto con la naturaleza. El asfalto y el acerado, sin embargo, producen todo lo contrario y con las altas temperaturas que estamos experimentado estos meses –nada más que hay que echar un vistazo a los termómetros durante julio– recalientan el ambiente todavía más.
Plantar más árboles también ayuda a combatir el calentamiento global, ya que mantiene fresco el suelo. Un problema que afecta también a nuestras mascotas. Lucía lamentaba que con las altas temperaturas no podía pasear bien a Ludo, su perro, porque se quemaba las patas. “Lo pasa muy mal, sobre todo al mediodía. Por la noche aprovechó para darle los paseos más grande”, dice. Si hubiera más lugares con sombra, “esto no pasaría”.