“La identidad religiosa no debe impedir que se tengan derechos”

El socialista Farid Othman-Bentria Ramos considera que en Melilla hay una ‘guetificación’ de las culturas e identidades, marcadas por la economía.

Farid Othman-Bentria Ramos, coordinador del Grupo Medida (Árabe-Amazigh), ha pasado tres días en Melilla de visita para observar diferentes factores sobre ciudadanía e integración social, étnica y religiosa, de las diferentes culturas de la ciudad. Su conclusión pasa por que en Melilla hay cierta “guetificación” en determinados barrios en base a las creencias de los individuos.
–¿Conocía la realidad cultural de Melilla? ¿Qué le ha sorprendido?
–Conozco más la realidad de Melilla que la media, pero no quería venir a contar a la gente cuáles son sus problemas, sino que la gente me los contara a mí viniendo a Melilla y no quedándome con una sola voz y rompiendo ciertas líneas marcadas de comodidad que siempre son un peligro. Por eso hemos visitado barrios y nos hemos reunido con las confesiones religiosas y con diferentes colectivos. Quiero que los ciudadanos tengan conciencia de que son ciudadanos y no se sientan alienados en esa capacidad de serlo.
–¿Cuáles son los problemas que ha observado?
–El principal es una tendencia a la ‘guetificación’. Hay una identidad mestiza de la ciudad, que se basa en un concepto más intercultural. Hablando con gente que lleva muchas generaciones notan como esa tendencia existe. Hay que avanzar en ese sentido. Si tendemos a la ‘guetificación’, ese equilibrio tan bello que forma la sociedad se pierde, y si esto ocurre, se pierde la identidad, y si se pierde la identidad uno se hace frágil. Nadie quiere ser parte ni partícipe de una sociedad frágil.
–¿Considera que los mayores índices de pobreza tienden a darse en la población de origen bereber en Melilla?
–Precisamente a eso me refería en parte. Por ejemplo, si se hace un plan de ordenación urbana que facilita que se acumule un tipo de población en el mismo barrio, una zona con menos servicios, más pobre… Al final se crea una ‘guetificación’ que es económica, pero que también acaba teniendo unos matices identitarios que hace que esa gente se sienta menos ciudadanos.
Por ejemplo, en el barrio de Reina Regente hay muchas calles a las que, en caso de incendio, no podría acceder un camión de Bomberos. Eso es una labor de la Ciudad. Y lo que siente el ciudadano es que la Ciudad no le considera tan ciudadano como al de otras zonas. Ahí se está minando el sentido de pertenencia.
–¿Cree entonces que hay desamparo o falta de pertenencia?
–No hay que tener miedo a términos como hispanobereber. La identidad religiosa o étnica no puede ser un impedimento para que alguien tenga todos sus derechos. Si por causas de religión una persona no tiene acceso a todos sus derechos, se está ejerciendo una violencia. No estamos hablando de dotar de derechos, sino de no quitarlos. Esto nos aleja mucho de un modelo de Estado laico. Todos esos matices son parte de la identidad de un ciudadano. Si le damos tanta importancia, el ciudadano va a pensar que esa parte de la sociedad es el todo de su persona. Hay que recuperar Educación para la Ciudadanía en este sentido. Hay que educar en ciudadanía.
–¿Con qué colectivos se ha reunido en su visita a Melilla?
–He visitado el barrio de Reina Regente. Me gusta conocer al vecino que va por la calle y que tiene ganas de quejarse. Eso me pasó en este barrio. Un vecino se me acercó y se quejó prácticamente por todos los del barrio, porque lo dijo él todo. Era maravilloso ver su capacidad de ordenar los pensamientos para saber de qué se quiere quejar y para saber qué solución necesita.
Yo creo que el tejido asociativo es la solución. Si resulta que este tejido acaba cayendo en una red clientelar, ya no es la solución, sino parte del problema. Las subvenciones no lo son todo en la acción civil. Este hombre, sin embargo, me contaba la cantidad de impedimentos que puede haber a la hora de hacer una asociación, precisamente por esa red clientelar ya existente, que es muy golosa.
A parte de eso, pedí reunirme con los representantes de las confesiones aquí presentes. Hablamos de laicidad y ciudadanía. Al principio me contaron que todo era perfecto y maravilloso. Al final, tras insistir, salieron los ‘peros’. Esos matices hablan de esa ‘guetificación’ y de la falta de laicidad del Estado sobre unas confesiones más que sobre otras. Esto crea ciertas injerencias que pueden hacer que venga otro país a decir cómo tiene que ser la religión de unos ciudadanos españoles.
Si hablamos del Islam, en ese punto, hace falta crear un Islam propio en Melilla. No se puede crear un Islam propio si al musulmán le dices continuamente que es extranjero. Hay personas que llevan toda la vida aquí y que ante todo son españoles, y se les dice constantemente que son extranjeros.
–¿Cree que fuera de Melilla se diferencia entre procesar una religión y tener una nacionalidad?
–Ahí está el concepto de nacionalcatolicismo, que durante siglos ha enseñado en España que si no eres católico no eres español. Casi se ve que esa persona se integra bien si cambia su religión. Yo pongo como ejemplo que me llamo Farid Othman-Bentria Ramos. Soy nacido en Tánger y mi madre es española. Yo llego a España y me tratan como un inmigrante o no, dependiendo de si me ven la cara o miran mi nombre. A los hijos de mi hermanos les preguntan de qué generación son o cuándo llegaron a España. Esa duda sobre la nacionalidad nadie la tiene sobre José Ignacio Wert (ex-ministro de Educación del PP) o sobre Jaime Lissavetzky (ex-consejero de Educación de la Comunidad de Madrid del PSOE).
Si reforzamos la ciudadanía, la gente se terminará por dar cuenta de que esa otra persona que no comparte tu religión no es una extranjera.
–¿Se hace política con la idea de que lo español es lo católico?
–Eso está en la base cultural de España. Son cinco siglos de nacionalcatolicismo. No hay que tener miedo en afrontar las medidas para que esto cambie. Si a todo ciudadano se le considerara realmente un ciudadano con el acceso a todos sus derechos, este problema no existiría.
–¿Entiende que haya personas que se sientan tan excluidas de la sociedad como para radicalizarse en su religión? Me estoy refiriendo al yihadismo.
–Me cuesta mucho creer que esa gente se haya leído el Corán siquiera. Son grupos terroristas. No hay que llamarlo islamismo radical. De hecho, el 99% de sus víctimas son musulmanes. Dentro de eso, si alguien se queda sin ese sentido de pertenencia a una ciudad, como todo ser humano, busca otro sitio al que pertenecer. Si el responsable local de la ciudad no lo facilita pueden llegar sectas, grupos de fútbol o grupos más radicales que quieren aprovecharse de las personas. La respuesta es la misma: la plena ciudadanía.
En un barrio con un 75% de paro en que uno quiera mantener a sus hijos y su familia, no le convence el que le quiera radicalizar, pero si alguien que viene a darle 1.400 euros, se lo piensan más.
–¿Falta mucho para esa total integración de la que habla de todas las culturas en Melilla?
–Hace falta pedagogía. No sólo para hacer entender las cosas, sino para no perder los equilibrios ya existentes. En Melilla hay parte avanzada que se está intentando dinamitar.

Encuentro con Abdeslam Ahmed, padre de Pisly

Durante su visita a Melilla, el coordinador del grupo Árabe-Amazight, Farid Othman-Bentria Ramos, se encontró con Abdeslam Ahmed, el padre de Pisly, el melillense que murió bajo los disparos de la Marina Real Marroquí el 27 de octubre de 2013 junto a otro joven, Emin.
Cabe destacar que el propio PSOE, al igual que otras formaciones, se ha unido a la declaración institucional para “pedir justicia” por la muerte de estos dos melillenses.
De hecho, la práctica totalidad de los socialisas locales acudió ayer a la concentración mensual por estos dos jóvenes frente al Palacio de la Asamblea.