Melilla volvió ayer a la actualidad informativa nacional e internacional. Nuestro punto más sensible, la estabilidad social y convivencia de la que hacemos gala, se vio quebrada tras la publicación de unas listas de contratados en los Planes de Empleo que, a juicio de muchos, revelan grandes injusticias y favoritismos.
Lejos de derivar lo sucedido en un posible enfrentamiento entre comunidades, en un rechazo ilógico más allá del lógico desprecio a la violencia como forma de encauzar protestas en un sistema democrático, reflexionemos también sobre la desesperación de los parados, sin formación, cualificación ni perspectiva alguna de oportunidades.
Melilla necesita un Pacto social verdadero, que acabe con la pobreza que se ceba en 20.000 melillenses, según el último estudio que encargó la propia Ciudad Autónoma, y que destierre para siempre el uso partidista y con ánimo electoral de la miseria, de unos índices de paro que nos sitúan a la cabeza del peor de los rankings.
La publicación de la lisa de los Planes de Empleo ha desatado la desesperación pero también ha puesto de manifiesto al parecer muchas injusticias, que deben corregirse con tanto ahínco como la persecución de la protesta violenta e inadmisible en un Estado de Derecho.
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