Categorías: Opinión

La hora de la verdad o el fin de los enfrentamientos

Es hora ya de acabar con las inquinas políticas personales, con la negativa a admitir los resultados electorales por parte de los perdedores, con los juegos estériles de impugnaciones de las elecciones que no nos llevan a ninguna parte. La radiografía de nuestros problemas principales es clara y por tanto clara debe ser también la respuesta conjunta de nuestra clase política para hacerle frente.
Los melillenses creo que coincidimos en esto y que estamos ya más que hartos de que la política, en esta ciudad, sea una constante de rifirrafes y enfrentamientos.
El partido vencedor debe asumir que, una vez se ha logrado dotar a Melilla de más infraestructuras, es preciso invertir sobre todo en políticas sociales y en inversiones que hagan posible una mayor ocupación de nuestros parados.
Es cierto que la política económica no es una competencia exclusiva de la Ciudad Autónoma sino, al contrario, del Gobierno central, pero también que nuestro Gobierno local, como poder más próximo a los melillenses, debe trabajar por un mayor y más equitativo reparto de nuestras riquezas, con vistas a paliar un problema endémico, que hunde sus raíces en las extremas desigualdades sociales que caracterizan la sociedad melillense y que se está agravando a pasos agigantados a causa en gran medida de la crisis económica que sigue azotando especialmente a nuestro país.
El Gobierno Imbroda ha dibujado, en conjunción con el del ceutí Juan Vivas, una serie de propuestas que pertrechan un plan viable para sacar a la ciudad de la atonía económica y difíciles expectativas de futuro en la que se encuentra sumida. El reelecto presidente de Melilla acierta de pleno cuando dice que para llevarlo a efecto necesitamos del concurso del Gobierno central y cuando augura que posiblemente ese concurso no se consiga hasta que Mariano Rajoy llegue a la Moncloa. Zapatero ya ha demostrado su extrema insolvencia, sus caros y erráticos brindis al sol, su irresponsable política social que, al fin y a la postre, ha machacado y machaca a las clases medias y menos pudientes en beneficio de los bancos y las mayores concentraciones de capital en nuestro país. El PSOE ya no puede engañarnos y por eso aunque sean muchos los que no comulguen con los principios inspiradores del Partido Popular, también son muchos lo que cada vez más reclaman una alternancia en el Gobierno central que al menos logre devolver confianza y credibilidad a nuestra Nación ante el resto del mundo.
La clase política melillense debe hacer un ejercicio serio de responsabilidad, necesario para aparcar los mayores enfrentamientos personales que ha propiciado la nefasta campaña electoral que hemos vivido. Resulta insultante escuchar las preocupaciones de los perdedores; comprobar cómo el PPL sólo se centra en conseguir para su cabeza de lista una remuneración similar a su sueldo como alto funcionario de la Ciudad Autónoma, con el máximo nivel consolidado y unos trienios que, por supuesto, se ha ganado con su tesón y valía profesional, pero que abiertamente se han convertido en la principal preocupación actual de los ‘libertadores’ de Melilla. El compromiso de Velázquez de asegurar a Julio Liarte su actual nómina no podrá solventarse con los poco más de 3.000 euros que vendría a cobrar si se le nombra asesor de su grupo. El PPL, como el PSOE, CpM o el PP, porque en esto no existen criterios de proporcionalidad –cosa que no entiendo-, tendrá derecho, una vez se constituya en grupo propio dentro de la Asamblea, a dos asesores cuyas remuneraciones se abonarán conforme a la titulación de los contratados, tal cual ha venido sucediendo hasta ahora. En el caso de Liarte, un licenciado del Nivel A que, no obstante, no podrá sumar los trienios que sí seguiría percibiendo si su sueldo se le abonara por ostentar un cargo público, como por ejemplo el de vicepresidente segundo de la Mesa que rige a la corporación melillense y que, como se sabe, Velázquez ya reclamó para su candidato con absoluto desprecio al mayor derecho que por lógica democrática corresponde al segundo partido más votado.
Del PSOE, qué decirles: Su líder sigue escondido cual avestruz y  opta por arremeter contra aquellos, sus otrora socios de CpM, con los que andaba más que dispuesto a pactar si con ello hubieran podido echar al PP del Gobierno local. Según da a entender Dionisio Muñoz, los cepemistas son peligrosos y perjudiciales para el presente y futuro de Melilla, por su discurso y confrontación de contenido identitario con el Partido Popular.
Y en cuanto a CpM, ya se sabe que sigue erre que erre, dominada por la rabieta de Aberchán, una vez más obcecado en no admitir el abrumador triunfo del PP y empeñado en presentar otra impugnación como la de 2007 aunque no obre más que en perjuicio general de Melilla.
De los ganadores, ya he dicho lo que pienso: deben centrarse, cumplir sus promesas y entender que las inversiones ahora no deben estar al servicio de grandes proyectos faraónicos, sino de la creación del mayor número de puestos de trabajo posibles y de la mejora de todos nuestros barrios, con especial atención a los más deprimidos que, por una vez, deben convertirse en los objetivos principales de la política a corto y medio plazo desde la Ciudad Autónoma.
Por cierto, la penosa situación de Khadija y sus hijos ha empezado a resolverse y espero que se solucione de forma permanente. Me alegro y les invito a que lean la radiografía que, al hilo de este mismo caso, hago hoy de la política asistencial de la Consejería de Bienestar Social en un reportaje que se publica en la página 11 de esta misma edición.

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