Editorial

La Guardia Civil necesita medios urgentemente

Todos los melillenses están hoy convocados a las doce del mediodía en la puerta del Palacio de la Asamblea para expresar su rechazo al asesinato de los dos guardias civiles en el puerto de Barbate por parte de los narcotraficantes. Se trataba de dos hombres jóvenes, profesionales, esposos y padres de familia, amigos y compañeros, dos personas, en definitiva, que encuentran la muerte a manos de unos desalmados, delincuentes, que encima eran jaleados por otras alimañas para mayor escarnio de los ciudadanos de bien.

Melilla tiene que responder como estos guardias merecen: con solidaridad, con apoyo, con la presencia en esa concentración, con pena y con respeto, máximo respeto para dos héroes que merecen honor y gloria, y el reconocimiento de toda la sociedad a la que sirvieron hasta dejarse la vida por la camino. Fueron fieles a su juramento y no hacían otra cosa que tratar de proteger a los españoles de la plaga de la droga deteniendo a quienes hacen negocio con la salud de nuestros jóvenes.

Dicho esto, habrá que preguntarse qué más tiene que pasar en el campo de Gibraltar para que el ministro del Interior, el ínclito Fernando Grande-Marlaska, dote a esas criaturas de los medios que necesitan para poder hacer su trabajo. Los narcos disponen de las mejores infraestructuras, de barcos increíbles, de potencia máxima. No tienen problema: ¡será por dinero! Y nuestros guardias se enfrentan a ellos casi a pecho descubierto. Duele el alma pensar que los mandaron a la misión en una neumática de apenas 5 metros mientras los barcos de la Guardia Civil permanecían amarrados porque sufrían averías.

Esperemos por el bien de estos funcionarios públicos que Marlaska haya tomado nota de una vez y por todas. Él es el máximo responsable de la Guardia Civil, él es el que tiene en su mano que los agentes del instituto armado dispongan de todo lo necesario para hacer frente a los narcos, pero no hace nada. Por eso no fue una sorpresa que la mujer de uno de los asesinados se negara a que el ministro se acercara al féretro de su marido. Seguro que habrían comentado mil veces en la intimidad de su casa esa falta de medios y el peligro que suponía no poder contar con ellos.

El Ministerio del Interior debe mandar refuerzos materiales urgentemente al campo de Gibraltar. Al menos, haría que el asesinato de estos dos guardias civiles no hayan sido en vano, que han tenido algo bueno para el resto de sus compañeros, que seguirán cumpliendo con su obligación a pesar de las carencias y que, seguramente, no tendrán mucha esperanza en que a Marlaska, allá en Madrid, tan lejos del problema, se le haya removido algo por dentro después de asistir al sepelio de estos dos honorables servidores públicos.

Tampoco olvidemos que la falta de material es un mal que afecta a la práctica totalidad de las comandancias de la Guardia Civil, si bien en algunas, como es la de Melilla, se note más que en otras. No podemos pasar por alto el hecho de que nuestros guardias, los de aquí de nuestra ciudad, se han enfrentado siempre a pecho descubierto con los migrantes que saltan la valla. Las abolladuras de sus cascos, de sus escudos de defensa, son testigos silenciosos de lo que pasan allí, cuando están de servicio y se dicen “en mi turno no, en mi turno protegeré a mi país”.

 

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