Todo comienza con una llamada a la central de la Comandancia de la Guardia Civil. Un ciudadano ha avistado lo que parece un cuerpo flotando en el agua cerca de la desembocadura del río de Oro. Seguidamente, desde la misma central avisan a la Unidad Orgánica de la Policía Judicial (UOPJ) y Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS), que saldrán en su embarcación directos hacia el punto que les han indicado desde su base en el puerto Noray. En la Comandancia, el capitán jefe de la UOPJ activará al equipo que acudirá al lugar donde supuestamente está el cuerpo. Allí irán dos agentes del Grupo de Personas, dos agentes del Laboratorio de Criminalística y en última estancia acudirán los servicios funerarios. Para establecer el perímetro de seguridad, tendrán de apoyo a la Patrulla Lince, que acordonará la zona para proteger la intimidad del fallecido.
Acaban de leer los primeros pasos que da la Guardia Civil cuando les notifican el avistamiento de un fallecido en su zona de actuación. En 2021 son siete los cuerpos de inmigrantes que se han encontrado en las orillas de la ciudad que el tiempo de levante suele arrastrar a la orilla más el de un joven que murió de hipotermia en el Dique Sur poco después de haber logrado llegar a nado. La Guardia Civil ha logrado identificar a los 15 migrantes fallecidos que se han encontrado en su demarcación en los últimos doce meses.
El Cabo 1º Salvador es agente jefe del Grupo de Personas, encargado las investigaciones de todos los delitos relacionados con las personas, como puedan ser desaparecidos, violencia de género o cadáveres y restos humanos sin identificar. En estos casos, explicó a El Faro que cuando son avistados cadáveres en zona marina, ya sea por ciudadanos o las propias patrullas de la Guardia Civil, se activa al GEAS y a la UOPJ junto a la médico forense.
En el lugar se realiza una primera inspección del cadáver por si lleva algún tipo de identificación, tatuajes y si tiene signos de violencia, porque en función de los resultados de la autopsia que les entregue la médico forense posteriormente, se abre una línea de investigación u otra, ya que si hubiera sido una muerte violenta, se abriría la línea de la investigación penal.
Cuando no ha sido una muerte violenta, los agentes Saura y Velasco, del Laboratorio de Criminalística de la UOPJ se encargan de tomar los primeros vestigios cuando aparece el cuerpo para ver qué es lo que le ha ocurrido. A la hora de identificarlo, se les toma necroreseña, es decir, sus huellas dactilares y una reseña fotográfica de las huellas y el cuerpo completo. También se les toma una muestra de sangre u ósea que se envía a Biología para obtener el ADN. En estos casos, las personas no suelen llevar identificación, por lo que se cotejan las huellas en una base de datos a nivel nacional, aunque el 90% de los casos no coinciden con ningún dato que tienen y se remiten las huellas a los países de origen a través de consulados por si allí hubiese huellas. Sin embargo, en numerosas ocasiones, estos países de origen no tienen ni registrada a la persona. Otra dificultad que tienen es que cuando aparecen en el mar, el estado de descomposición es muy avanzado y cuesta extraerles el ADN.
El Laboratorio se encarga de la parte más científica de la identificación y al mismo tiempo, el Grupo de Personas busca vías de identificación distintas, ya sea a través de conocidos o familiares. El guardia civil Doña es uno de los agentes dedicados a buscar la identidad del fallecido. El primer objetivo de ellos “es identificarlos, porque se lo merecen”. Empiezan buscando en su teléfono o si tiene alguna marca corporal o identificación. Luego acuden al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) o al centro covid por si alguien les pudiera dar alguna referencia. Así, se apoyan en medios oficiales y comprueban si su desaparición ha sido denunciada. También usan las redes sociales o preguntan a organizaciones como ONG o que trabajan con inmigrantes. Una vez que encuentran una vía para llegar al país de origen intentan hacerlo a través de consulados. Doña subraya que ya tienen una red de contactos que les ayudan en su búsqueda.
“Es difícil, pero tenemos que poner todo el empeño para intentar localizar a los familiares y que estos sepan cuál ha sido el destino final del fallecido”, subrayó a El Faro Cabo 1º Salvador, jefe del Grupo de Personas de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla. En este 2021 aparecieron siete cadáveres en los primeros meses del año, más los que lo hicieron a finales del 2020. Entre el Laboratorio de Criminalística y el Grupo de Personas se encargan de buscar la identidad de estas personas por todas las vías posibles.
El guardia civil Doña es uno de los cinco agentes que componen el grupo y lleva años trabajando en esta área. Explica que, por desgracia, hay numerosas muertes en el mar y muchos familiares les escriben para saber si se ha encontrado en Melilla, pero no siempre es así. Señaló que, además de ser su trabajo, intentan identificar los cuerpos para darles “ese respeto que se merece el cuerpo, dándoles una identidad y que su familia sepa donde se encuentra”. Asegura que lo más importante para ellos es este punto y que las familias tengan la tranquilidad de que van a ser enterrados conforme a sus creencias.
Por ello tienen una colaboración muy estrecha con el cementerio musulmán, el cual no cobra los gastos de este tipo de entierros, además de con las ONG.
Explica a lo largo de estos años han logrado identificar a la mayor parte de los fallecidos, pero Doña subraya la dificultad de estos casos por el tema documental y pone de ejemplo que, en la búsqueda de familiares de una aldea de Guinea Conakry, han tenido que contactar a un allegado de una población del mismo país alejada porque a dicha aldea no les llega la red. Una vez que lograron localizar a los familiares, uno de ellos le dijo que la persona fallecida no tenía ni partida de nacimiento. Es por ello que la identificación documental se puede complicar en numerosos casos.
A la hora de hablar con los familiares, el idioma es una barrera, pero gracias a las nuevas tecnologías, consiguen mantener conversaciones a través de las redes sociales. “Hemos hecho hasta identificaciones por videollamada”, asegura. En uno de estos casos, el familiar se encontraba en el Gurugú, y como no envían fotografías por precaución, hicieron la videollamada. El cierre de la frontera también ha dificultado esta labor porque anteriormente se permitió la entrada a Melilla a familiares para la identificación.
La guardia civil Garrido también forma parte del Grupo de Personas. Sobre los curiosos que se acercan a la playa a grabar, señala que “se puede ver la realidad desde el respeto, eso no lo va a hacer el transeúnte”. Relata que su familia le suele preguntar que si a ella no le impacta ver cadáveres, sin embargo, lo que más le ha conmovido ha sido ver un vídeo de uno de los últimos fallecidos justo antes de salir a nado junto a sus compañeros. “Ver como sonríe esa persona, como están hablando, verle vivo es lo que a mí me impresiona, es lo que me emociona”, aseguró. Doña explica que, a lo largo de estos años, ha aprendido que en otros países hay un concepto diferente de la muerte y que hay ocasiones en las que los propios familiares le han consolado a él mismo. “No se preocupe usted, estamos aquí de paso, mi hermano ha intentado su sueño y no lo ha conseguido, pero no se preocupe”, le han llegado a decir.
“Es un objetivo que tenemos desde siempre, va en el ADN de la Guardia Civil”, subraya el capitán Andrés J. Martín, jefe de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla (UOJP), unidad que ha conseguido identificar los 15 cuerpos de migrantes que han aparecido en su demarcación en los últimos 12 meses. Martín subraya el alto índice de identificaciones que ha mantenido a lo largo de los años esta unidad. Señala que esto se debe “al trabajo callado y constante que diariamente hacemos”, enfatizando que el principal objetivo que tienen es ponerle nombre y apellido a cada persona fallecida que aparece “y nos volcamos desde el primer momento”.
Aún así, explica que es complicado porque los orígenes y procedencias de los cadáveres son muy distintos, como pueda ser alguien que haya intentado entrar a nado a la ciudad, otro que haya tenido un accidente y que no lleve la identificación con él o incluso, dentro de lo que son los flujos migratorios cercanos a Melilla, aquellos que salen directamente de la costa de la provincia de Nador hacia la península y que, teniendo en cuenta las precarias condiciones de las embarcaciones o que haya un temporal, uno de los migrantes fallezca en el camino y su cuerpo aparezca en la costa melillense. “Los origines son tan diversos, que tenemos que tener un espectro muy amplio en el que hacer gestiones”, apunta. Y es que, según resalta, debido al dilatado periodo que llevan realizando este trabajo en Melilla, han creado una red de contactos que incluye ONG, embajadas, consulados, redes sociales, etc. Pone de ejemplo que, en el caso de una de las últimas personas que han aparecido recientemente, ésta no llevaba consigo un documento de identidad, pero sí un teléfono móvil. En este había una foto de dicha persona en una plaza.
Los guardias civiles lograron localizar dicha plaza a través de Google y de ahí tiraron del hilo para localizar a su familia. “Cualquier mínima gestión que se pueda hacer, no cesamos en el empeño y además para mí es muy importante”, recalca Martín. Apunta a que podrían “hacer tres gestiones o cuatro y cuando viéramos que ya no llegamos a ningún sitio, comunicaríamos al juzgado que no hemos logrado identificar el cuerpo, pero nosotros estamos sensibilizados con este problema y sobre todo porque detrás de los fallecidos hay una familia”. Cree que es muy importante que esta sepa dónde está el cuerpo y añade que el rito del entierro se lleva haciendo desde hace 10.000 años. Martín subraya que estos valores van en la misma Cartilla de fundación de la Benemérita y subraya el punto seis, en el que se indica que un guardia civil “procurará ser siempre un pronóstico feliz para el afligido”, línea que les marcan desde el primer día.
Una vez que la central de la Comandancia de la Guardia Civil avisa al Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de que se ha avistado el cuerpo de una persona, comienzan a preparar la salida desde su base en el puerto Noray. El sargento Villar del GEAS en Melilla explica que antes de todo recopila la información disponible, como el tipo de ropa que lleva el cuerpo o por la zona en la que se encuentra.
El siguiente paso obligado y necesario es hacer un briefing previo antes de salir en búsqueda del cuerpo con la embarcación. Detalla que tienen que tener en cuenta numerosos factores, como las inclemencias meteorológicas, corrientes marinas, etc. Además, en el GEAS de Melilla cuentan con nadadores de intervención y rescate, por lo que cuando surgen este tipo de casos, los activan y se dirigen directamente con el fin de acotar la zona y que no se acerquen embarcaciones.
Cuando han terminado la planificación, los GEAS preparan el pesado equipo que suelen llevar en función de las necesidades que vayan a tener. De media tardan entre 10 o 15 minutos. “Lo que no podemos es echar en falta ningún material cuando estamos ya en la allí, por eso es necesario planificarlo todo previamente”. Asegura que no existe ninguna situación fácil, aunque que las playas de Melilla tengan poca profundidad o haya pocas corrientes.
El pasado 2 de marzo se vivió una jornada trágica en Melilla con tres cuerpos encontrados en un solo día. El primero de los fallecidos fue localizado en la playa de Los Cárabos, tratándose del tercero en menos de siete días. Por la tarde, se localizó uno encallado en las rocas del paseo de Horcas Coloradas. Con el tiempo de levante, la Guardia Civil tuvo que esperar a que el cuerpo se alejara de las rocas para que los GEAS pudieran recuperarlo . En este punto, subraya que la extracción de cuerpo la hace con mucho cuidado y es algo en lo que se insiste en los briefings. “No solo es importante el cuerpo para los fines policiales, de identificación, de investigación, sino que también es importante preservar la intimidad de ese cuerpo, respetarlo y quitar la especularidad” y es por ello que los suelen llevar al puerto Noray, porque les permite acortar la zona.
En lo que va de año 2021, Organización Internacional para las Migraciones de la ONU ha reportado 25 muertes en esta zona del mar del Alborán. En todo el Mediterráneo han sido 743. El sargento Villar, del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil de Melilla, explicó a El Faro que en la ciudad, por si situación geográfica, pasan rutas migratorias. Entiende que tienen la necesidad de dejar sus países de origen y subrayó que el objetivo de las mafias que se dedican a la migración irregular no es facilitar las rutas, sino que es completamente lucrativo. A lo largo del Mediterráneo se han constatado casos de inmigrantes que son lanzados al mar sin chalecos salvavidas o si los llevan son falsos.
El temporal trae en ocasiones a la orilla de Melilla a personas que han fallecido en estas rutas. “Yo sé que a veces puede parecer que cuando nos ponemos el uniforme, los guardias civiles somos ajenos al sentimentalismo y que no nos afectan este tipo de servicios, pero sí, al final somo humanos, padres, hermanos de alguien y estos casos nos afectan, como no puede ser de otra manera”, aseguró.
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