La grandeza de nuestra Semana Santa

Comienza hoy el largo puente festivo que promete vaciar un poco más Melilla. Menos mal que la productora Vaca Films viene rodando en estos días en nuestras calles la serie ‘La Unidad’ para Movistar, que mantiene movilizados y ‘retenidos’ como extras a más de medio millar de melillenses.

Y es que la Semana Santa es tiempo de éxodo siempre, no ya por emular sus coincidencia con la fiesta del Pesaj, que como todos los años volverá a iniciarse en la noche de mañana Viernes Santo, para rememorar el éxodo del pueblo judío y su liberación de la esclavitud de Egipto.

La Pascua judía, que por estas fechas siempre nos trae el pan ácimo, nos recuerda cuanto de imbricadas están las culturas monoteístas, más aún en una ciudad de mezclas y eclecticismos como la nuestra. Llegará, como la rememoración de la crucifixión y muerte de Cristo, al par de la primera luna llena de primavera. Como la Pascua cristiana, nos anuncia el adiós al invierno y el resurgir de un mundo natural, en el que todo rebrota con el cambio estacional a modo de metáfora, en el orbe cristiano, del milagro de la resurrección y la vida eterna.

Pero esta Semana Santa tiene algo especial por aquello de la campaña electoral. Y aunque los principales partidos inicialmente anunciaron que, durante los más señalados días santos, vaciarían sus agendas electorales, parece ser que no, que tanto Sánchez como Casado seguirán de mítines en este largo puente. Eso sí, en Melilla promete bajar algo el diapasón en atención al mayor protagonismo que merecen las procesiones.

Por ello, sólo nos queda esperar que a la pequeña tregua política acompañe el tiempo, que nos vaticina lluvia amenazante hasta el mismo domingo.

Porque nuestra Semana Santa aunque pase de largo para muchos melillenses que prefieren o realmente necesitan coger el barco o el avión en estos días, es tan hermosa como recoleta, tan plena y tan esplendorosa como pueden serlo las de otros lugares.

Lógicamente no podemos compararla a la de Sevilla o Málaga, pero, a fin de cuentas, las comparaciones son siempre odiosas y, la nuestra, no por chauvinismo ni apego ciego a lo nuestro, es tan abarcable como completa por la riqueza y variedad de sus procesiones.

Tan metida en política en este reentré semanasantero, he pasado de puntillas por la auténtica celebración de estos días que juntan las torrijas con el pan hebreo en nuestras mesas, que nos permiten retrotraernos a tiempos pasados, algunos tan felices, y sobre todo recordar nuestra infancia y los antiguos dichos de nuestras madres. Y así, todos los Domingos de Ramos había que ponerse algo nuevo, porque al que no estrena se le caen las manos, y toda la vigilia se comía bacalao para no caer en pecado.

Los tiempos han cambiado, las costumbres las vamos manteniendo a trancas y barrancas, pero de aquel caudal nos sigue quedando un gran patrimonio material e inmaterial que en estos días recorre nuestras calles y que toma cuerpo gracias a la devoción y la entrega de centenares de melillenses que lo hacen posible.

A todos ellos, desde el más pequeño de los cofrades hasta los hermanos mayores y cabezas visibles de nuestra Agrupación de Cofradías y, por supuesto, a la Ciudad Autónoma por brindarles el apoyo que merecen, quiero agradecerles que mantengan viva esa llama que nutre a los creyentes pero que también nos sirve a todos de guía, en esta tierra plural y diversa que gracias a su Semana Santa se convierte cada año en una ciudad más grande.

Hoy y mañana viviremos las principales procesiones. A la hora de escribir este artículo, desde los aledaños de mi casa, sale por los portones de la Plaza de Toros la histórica imagen del Nazareno. Tras él, sigo viendo a mi tío Luis, el ‘Suri’ como lo llamaba mi prima, el ‘chatarra’, como lo apodaba el mundo del deporte. Como siempre va pegado al Cristo con su paso retranqueado por su minusvalía. Me emociono solo con recordarlo. Pero es normal, porque qué es la vida sino un conjunto de emociones.

Suena el himno nacional. El Nazareno ya está en la calle. Con él, se dice, parte de la historia de Melilla sale de paseo. ¡Viva nuestra Semana Santa! y, por supuesto, Feliz Pesaj a la comunidad hebrea de nuestra ciudad.

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