Opinión

La gira madrileña del presidente de Ceuta: ¿Y la de Melilla para cuándo?

El presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas, ha sido recibido esta semana por el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, y con él habló del envío de refuerzos policiales a la ciudad caballa para garantizar la seguridad durante la reapertura gradual de la frontera con Marruecos.

Vivas también estuvo este miércoles reunido en Madrid con la ministra de Defensa, Margarita Robles, y juntos analizaron medidas para potenciar la defensa de Ceuta.

El popular se reunió además con el ministro de Exteriores, José Manuel Albares que, por cierto, viajará el 11 de mayo a Marruecos a una reunión ministerial de la coalición contra el Estado Islámico y tendrá ocasión de, al menos, ver de cerca al canciller marroquí Nasser Bourita, con quien seguramente tendrá asuntos que tratar.

Dado lo accesible que es el Gobierno de España para Ceuta, desde esa ciudad autónoma nos llegan noticias de que está previsto que se reanude el tráfico transfronterizo hacia el final de Ramadán, entre el 1 y el 3 de mayo, y que la normalización del paso de peatones en la frontera, previsiblemente llegará más adelante, más bien coincidiendo con la Operación Paso del Estrecho, que se extenderá desde el próximo 15 de junio hasta el 15 de septiembre.

Por Marruecos sabemos que el paso de mercancías (sobre todo áridos) se espera que empiece una semana después de la reapertura de la frontera.

También por Ceuta nos hemos enterado de que será el Gobierno central quien anuncie la fecha oficial de la reapertura de la frontera, que se acordará con Marruecos, cumpliendo con el compromiso contraído por el presidente Pedro Sánchez durante su visita a Rabat del pasado 7 de abril.

Pues bien, cabe preguntarse qué pasa con Melilla. ¿Por qué Ceuta va por delante? ¿Se pidieron esas entrevistas desde el tripartito? ¿Nos las negó Madrid? Hemos hecho esas preguntas a la Ciudad Autónoma, pero desde el Gabinete de Comunicación no tienen nada ni nadie que pueda explicar algo al respecto. Se han quedado callados como una puerta.

En  Melilla necesitamos quitarnos el sambenito del segundón. No es posible que Ceuta, con un presidente del PP, consiga más atención en Madrid que Melilla, que supuestamente tiene un Gobierno quizás con mayor sintonía, al menos ideológica, con Moncloa.

Consultada al respecto, la vicepresidenta Gloria Rojas dio a entender este jueves que la ciudad también tendría audiencia con ministros en la capital, pero prefiere que lo anuncie el presidente Eduardo de Castro.

En fin, estaremos expectantes, a ver si finalmente De Castro es recibido por al menos tres ministros y si trae buenas nuevas para actualizar lo que ya saben en Ceuta.

Mientras tanto, pasan los días, las semanas y los meses y nos acercamos a la recta final de la legislatura con el debate centrado en Melilla en si abre o no la frontera y en si quitamos o no el muro al Parque Hernández.

Este último tema, si se cuenta fuera de Melilla puede parecer una soberana tontería, pero aquí tiene un trasfondo ideológico interesante. Quitar el muro del Parque Hernández es para una parte de la ciudad algo así como derribar el muro de Berlín, entendido este, metafóricamente, como la herencia recibida de una época clasista, que ahora se abre a todos.

Para otra parte de Melilla, intentar derribar el muro es querer o aspirar a echar por tierra una parte de la historia de esta ciudad que, además, protege el parque de las riadas y evita heridos cuando el viento sopla con furia, algo que es aquí bastante más común de lo que cabría esperar.

Dejarlo como está, vallado, al estilo del madrileño Parque Retiro, es para unos, entregarse e una actitud burguesa, aferrada a la propiedad, con el poder o la libertad que da una llave y sujeta a la decisión de alguien que tiene potestad para abrir y cerrar el parque, pero también para crear puestos de trabajo vigilando los baños o el propio recinto.

Para otros, significa integrar ese pulmón verde en la ciudad, al estilo de las ciudades modernas europeas.

El caso es que el muro del Parque Hernández, según con las consejera de Cultura, Elena Fernández Treviño, tiene un determinado valor histórico y hay un informe de Patrimonio, que al parecer es vinculante, que desaconseja tirarlo. Para el consejero de Medio Ambiente, Hassan Mohatar, el informe no es vinculante y el muro tiene los días contados.

En fin, tenemos una guerra en Ucrania que ha desplazado a 5 millones de personas, de las cuales, cinco vendrán a Melilla, y nosotros estamos desgastándonos en que si tiramos o no un muro, como si en eso nos fuera la vida.

Me temo que el debate del muro es una apuesta de todos contra CpM y no me gustaría opinar al respecto hasta conocer los resultados de la encuesta que se ha hecho para recabar el sentir de la calle. Me gustaría saber qué piensan en general los transeúntes, pero, sobre todo, quienes viven en las inmediaciones porque el parque es de todos, pero los sufren y disfrutan, según se mire, los vecinos de los alrededores.

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