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“La gente quería que les ayudáramos y nos agradecía lo que estábamos haciendo”

CEDIDA
La ONG realizó su última intervención en Haití de donde extrajeron nuevas experiencias que contaron en el curso impartido en Melilla la semana pasada para diez voluntarios.

La semana pasada la ONG Intervención, Ayuda y Emergencia (IAE) puso en marcha un proyecto de formación en rescate de víctimas en catástrofes para diez voluntarios de la delegación de la entidad en Melilla. Este curso se desarrolló en horario de tarde en las dependencias de los Bomberos y las prácticas se realizaron a partir de las 21:00 horas en diferentes localizaciones con el objetivo de someter a los voluntarios a momentos de tensión y estrés. Algunos de los temas tratados en el curso fueron el rescate de víctimas en alturas, su evacuación, cómo salvar obstáculos, ejercicios de ruptura y perforación de escombros y hierro y el rescate en espacios muy pequeños.
Por otro lado, IAE tuvo una reunión con el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, para solicitarle la cesión de un terreno con el objetivo de construir un campo de entrenamiento para los voluntarios de la ONG en Melilla. Un proyecto que podría ser utilizado por el resto de equipos de emergencia de la ciudad.
–¿Cuándo se fundó Intervención, Ayuda y Emergencia?
– La fundé en el año 1999 a raíz de ver que había una deficiencia importante en los servicios de emergencia en relación al tema de localización de víctimas en derrumbamientos que es algo muy frecuente en Valencia. De esta forma, empecé a formame en temas relacionados con la localización, como el entrenamiento de perros de rescate y a partir de ahí, decidí fundar la entidad con el nombre Organización Valenciana de Perros de Rescate. Rápidamente cambió  a ámbito nacional por lo que pasó a llamarse Intervención, Ayuda y Emergencia.   
–¿Cómo ha sido el desarrollo de esta ONG?
- Bastante rápido, porque empezando tres personas con el proyecto al poco tiempo ya éramos un grupo importante, se empezó a animar mucha gente. A partir del 2004 ha tenido una evolución grandísima y fue cuando se crearon delegaciones. Hoy en día somos alrededor de 800 socios, unos 50 voluntarios y muchas actividades en marcha.
– ¿Cuál es su papel dentro de la organización?
– Ser presidente de la organización es, en parte, llevarse la mayor parte del trabajo porque además soy instructor dentro de laentidad. Aquí todos somos voluntarios, con lo cuál sólo se dedica el tiempo libre. La ONDG se hace cada vez más grande, hay más gestiones y actividades.
–¿En qué intervenciones ha participado?
– En todas las que hemos realizado a través de IAE. Son ocho terremotos en intervenciones nacionales , más todas las que han ido surgiendo dentro de la Comunidad Valenciana. Aquí tenemos un historial muy grande en búsqueda de personas desaparecidas y en derrumbamientos de edificios.  
– ¿Cuál ha sido la situación más extrema que ha tenido que vivir en estas intervenciones?
– Las más extremas fueron soportar algunas réplicas de terremotos en las cuáles temías por tu seguridad porque te encuentras trabajando dentro de los edificios y hay que salir corriendo del interior. Se pasa unos momentos de miedo y es una situación estresante.    
–Y el momento más emotivo es encontrar a una persona viva.
– Bueno, muchas veces se cree que la mayor recompensa es sacar alguien vivo. Pero en algunas circunstancias es mucho más gratificante la forma con que la gente te trata cuando les estás ayudando. El cómo te agradece de la forma que puede lo que estás haciendo. A mí se me ha quedado grabada la situación que vivimos en Turquía, ya que fue una situación bastante extrema. Teníamos el agua racionada, y nosotros teníamos una cantidad mayor pero la gente tenía sólo un litro de agua al día por persona. Cuando revisábamos los edificios muchas veces sólo encontrábamos cadáveres y ellos decían que tenían que pagarnos por lo que estábamos haciendo. Por ejemplo, si el perro trabajaba  en ese edificio para intentar localizar a sus familiares les daban de beber al perro de su agua, porque era la única forma de pagarnos. Pueden ser cosas insignificantes pero dicen mucho de la gente que se siente tan agradecida por nuestra ayuda, aunque sólo puedas localizar a sus familiares fallecidos. Es muy impactante cuando rescatas a alguien vivo pero se viven otras situaciones gratificantes durante tu trabajo.  
–La última intervención fue la de Haití, ¿cuál fue vuestra experiencia?
– Allí vivimos una situación bastante extraña respecto a la experiencia de otros países. Fue el marcaje de la ONU respecto a las medidas de seguridad, las limitaciones, los problemas que nos pusieron para trabajar, por el tema de que siempre debíamos ir escoltados con Cascos Azules. Todo eso hizo que se trabajara los primeros días de una forma muy distinta y difícil. Finalmente pudimos prescindir de esa seguridad y trabajar de la forma que la gente necesitaba, es decir, mucho más en contacto con ellos. La verdad es que fue muy gratificante pero era una situación bastante compleja el hecho de estar trabajando siempre escoltado y vigilado por alguien en todo momento y limitándote los accesos y sitios de trabajo porque  hay problemas de seguridad.  
–¿Pero esos problemas de seguridad eran reales?
- Nosotros no vivimos en ningún momento ese peligro y en el instante que eliminamos esa seguridad y trabajamos por nuestra cuenta no tuvimos  ninguna situación de peligro. Además, la gente lo que quería era que les ayudáramos, se portaron perfectamente y nos agradecían lo que estábamos haciendo como en otros países. Lo único más impactante de Haití fue el trato que se dio a los muertos. En otros países donde hemos intervenido tenía cierto valor sentimental en los familiares una persona fallecida. Pero en Haití una vez que localizabas a un cadáver te decían que parases y que lo dejáramos allí y ellos se iban directamente a tratar de sobrevivir. Es un país muy castigado por la pobreza, por el hambre, las guerras, entonces cuando uno fallece ya no tiene ninguna importancia para ellos. Por lo tanto, es un cuerpo muerto que no les interesa porque tampoco pueden costear ni el entierro ni el traslado. Había cadáveres que forzosamente tenías que sacar para poder llegar a posibles víctimas, y se quedaban en las aceras hasta que los camiones de basura los recogía. Así que nunca se sabrá la cantidad de muertos que hubo porque no había ninguna contabilidad de nada. Muchísimos se quemaban sobre las aceras o escombros, por lo que era paradójico esta situación, ya que no había ningún sentimiento hacia los muertos.
–¿Este hecho no os había pasado nunca?
– No. En otras religiones se le da importancia  a los muertos. Cuando estuvimos en Turquía se le daba mucho valor y pedían que sacáramos los cuerpos en las mejores condiciones posibles para ser enterrados. En nuestra cultura también se le da importancia, enterrarlos es descansar, de alguna forma. Pero allí nos sorprendió el poco valor que se les da.  
– ¿De quiénes se compone el equipo de intervención?
– El grupo que se desplaza es multidisciplinar en el cual llevamos rescatadores, guías caninos y sanitarios. Lo que buscamos es un equipo que dependiendo d ela intervención que preveamos realizar se dote o refuerce más de sanitarios, rescatadores o guías con sus canes. Pero todos tienen una formación complementada entre unos y otros, por lo tanto, uno puede ser rescatador pero al mismo tiempo puede ayudar al sanitario y al contrario. Todos saben manejar las herramientas de rescate y todo el material de las intervenciones porque necesitamos apoyarnos unos en otros ya que nos desplazamos en grupos pequeños para poder ser desplazados rápidamente a la zona afectada.   
–¿Cuáles son los próximos proyectos de IAE?
– Ahora estamos desarrollando de forma continuada terapias con perros para enfermos de Alzhéimer que estamos llevando dentro de la Comunidad Valenciana en once centros de día. También hemos presentado a diferentes entidades un proyecto de una construcción de un orfanato en Haití. Tenemos aún tres voluntarios haciendo intervención sanitaria en Haití, ya que desde que ocurrió el terremoto hemos estado haciendo diferentes intervenciones como reparto de alimentos, medicamento o  atención sanitaria. La visita reciente a Melilla también nos ha servido para organizar otro proyecto que llevaremos a cabo en el desierto de Erfud en Marruecos, donde el año pasado ya realizamos una caravana de ayuda humanitaria. Vimos que era necesaria continuar con este tipo de ayuda y aprovechamos este viaje también para contactar y realizar los preparativos para que a finales de año podamos desplazar una caravana de ayuda humanitaria allí. Así, realizaremos una campaña para recoger aquellas cosas que precisan como por ejemplo material escolar.  
–¿Cómo comenzasteis a realizar la terapia con perros para personas con Alzhéimer?
– El perro es el intermediario con el enfermo. Las personas que padecen esta enfermedad pierden la memoria y con ello la necesidad de compartir. Se encierran en sí mismos y no quieren saber nada más. El problema de la enfermedad es que cuanto tú menos trabajas la mente más rápidamete avanza y cuanto menos te mueves antes te quedas inmovilizado. Los problemas que están teniendo los cuidadores con estos enfermos es hacerlos moverse, pensar y trabajar. El perro consigue por el simple hecho de ser perro sacar al enfermo de esta situación y quiere participar y hacer ejercicios a través de él. Le motiva hablar con los compañeros, a estar con ellos, hablar con los cuidadores, y esto hace que comience una comunicación. Nosotros hacemos una serie de juegos que están compartidos y estudiados por los psicólogos de cada uno de los centros y hace que trabajamos en cada uno de los  enfermos la memoria cognitiva, movimientos, ejercicios. Una serie de actividades que hacen que los enfermos se movilicen y se ralentice el avance de la enfermedad.
–¿Es muy costoso realizar este tipo de terapias?
- Lleva muchísimo trabajo preparar a los perros, ya que tienen que estar adaptados y soportar todo tipo de reacciones de estos enfermos que tienen fases de agresividad. También tiene que estar acostumbrado a hacer partícipe al enfermo de los juegos, ya que es el mediador, que lleva los juguetes y les motiva a realizar la actividad.

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