La presidenta de la Coordinadora Girasol LGTB del Sur asegura que la influencia religiosa en Melilla tiene un peso social en este colectivo, pero a su vez la diversidad cultural aporta respeto.
Mar Cambrollé lleva muchos años luchando para que los derechos del colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB) sean reconocidos como el de cualquier otra persona. Es presidenta de la Coordinadora Girasol LGTB del Sur y de la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA). Ayer, justo antes de coger el barco de Málaga a Melilla, recibió una muy buena noticia. La Fiscalía Superior de Andalucía había aceptado su petición de asignar a uno de estos profesionales las competencias para ocuparse de las situaciones de discriminación por razones de identidad sexual que se puedan dar en esta comunidad, como ya se hace en otras regiones españolas, como Cataluña. Cambrollé participa hoy con una charla sobre ‘Avances del colectivo LGTB en España’ a las 19:00 horas en la presentación de ‘Raíces’, una nueva entidad que se forma para defender la igualdad en Melilla
“La gran herramienta que va a posibilitar la normalización y la naturalización de las orientaciones y las identidades sexuales es la educación. Va a ser el arma fundamental para acabar con cualquier tipo de discriminación. Son necesarias las leyes, porque te dan un marco jurídico para garantizar la igualdad, pero es importante la educación”, destaca Cambrollé.
–¿Cuáles son los principales prejuicios que tiene la sociedad melillense sobre el colectivo LGTB?
–Cada vez son menos, pero están enraizados en la educación. Lo distinto da miedo y las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales hemos sido de tercer categoría, hemos contado con menos derechos y quizás, también, con menos reconocimientos. Hay una gran mayoría social que se cree con una legitimidad. El hecho de que la práctica heterosexual sea mayoritaria ha impuesto a nivel de norma social que es la única y la más autentica. Cuando existen diferentes orientaciones sexuales en las personas y todas ellas son una expresión de la diversidad humana y de la naturaleza. Melilla y Ceuta son ciudades donde hay una gran influencia religiosa. Digamos que las religiones sea cual sea, desde la católica a la musulmana, no ayudan a la liberación del hombre. Incluso lo encorchetan en dogmas que atentan contra la libertad y la libre expresión de la persona.
–¿Es más difícil para los melillenses expresar libremente su condición sexual?
–Creo que la gran influencia cultural y religiosa tiene un gran peso social. No obstante, creo que la legislación esta para algo. Hoy tenemos ya recomendaciones internacionales, por ejemplo, el 16 de marzo la Cámara Europea hizo una recomendación a todos los estados miembros para incluir dentro de sus códigos civiles la penalización de actos que inciten al odio por cualquier tipo de motivo, desde xenofobia a racismo, homofobia o transfobia. La libertad de la orientación sexual es un derecho humano fundamental ya recogido y como la UE lo ha suscrito y es una recomendación casi de obligado cumplimiento. Tenemos que ir actualizando las legislaciones para acabar con la discriminación que supone el ser distinto, el ser de una religión, el ser de una raza y también, de una orientación sexual o identidad sexual distinta.
–Pero, ¿hay más problemas para el colectivo LGTB en Melilla y Ceuta?
–El gran problema que tienen estas dos ciudades, como peculiaridad, es que hay un ámbito en el que predomina mucho la influencia religiosa y eso tiene un gran peso. Pero de todas maneras, creo que tienen otros factores positivos porque, de alguna forma, la confluencia de culturas hace enriquecedoras a estas ciudades. Una cosa son los dogmas que se imparten las grandes religiones y otra cosa es el sentido común en la calle. La gente es cada vez más respetuosa y tolerante con las personas que son distintas. En la sociedad todos cabemos con respecto y todos tenemos el derecho a expresarnos libremente.
–¿Conoce quejas o peticiones de ayuda de personas que se hayan sentido discriminadas en Melilla por su condición sexual?
–No conozco ningún caso ahora mismo, lo cual no quiere decir que no haya pasado o esté pasando en estos momentos. Puede ocurrir desde una agresión física y brutal a situaciones como las recogidas en el último estudio sobre la discriminación en los jóvenes y adolescentes en el ámbito escolar y educativo. En este análisis se revelaba que la discriminación llega a un 44% de la población y que muchos pasan a ser casos de bullying escolar por pertenecer al colectivo LGTB. También se explica el 34% de estos adolescentes intentan suicidarse y eso genera una gran preocupación social. No podemos permitir que esto ocurra.
–Pasa a ser un problema social y sanitario.
–Es un problema de salud y además, con la gran repercusión que tiene también en el rendimiento académico de estos chicos. Es una violación y vulneración de los principios de igualdad. Tenemos una Constitución que dice que todos somos iguales y que nadie puede ser discriminado y por lo tanto, eso hay que llevarlo a la práctica.
–¿Es necesario seguir celebrando el Día del Orgullo?
–La reivindicación del Orgullo sigue siendo importante para nosotros porque tiene esas dos vertientes, es decir, la de celebración y la de reivindicación. Hemos avanzado mucho en igualdad y hay que celebrarlo. Pero también debe ser reivindicativa porque aún nos queda mucho camino para conseguir una igualdad real. Tenemos una igualdad legal aunque todavía son necesarias unas leyes que garanticen vivir en libertad y que se luche contra la discriminación de una forma eficaz. Sin embargo, la gran demanda y deuda pendiente que tenemos es la educación. Es necesario educar en el respeto a la diversidad sexual y de género a las personas sin ningún tipo de contaminación que diga que una orientación sexual es mas importante que otra, que los hombres son más importantes que las mujeres o que una identidad sexual es más auténtica que otra. Esos valores hay que inculcárselos a los niños porque tendremos entonces unos seres humanos más respetuosos, más libres y más democráticos.
–¿Les llegan muchas personas pidiendo ayuda a la asociación?
–Nos llegan muchos padres y personas a nivel individual para plantear dudas y buscar orientación. Quizás las personas transexuales son las que más. Son las más desconocidas dentro del colectivo.
–¿Las mujeres de LGTB sufren mayor discriminación?
–Vivimos en una sociedad machista y sexista y la mujeres siempre se llevan la peor parte. Cuando hablamos de mujeres hablamos desde las heterosexuales, las bisexuales, las transexuales y lesbianas. Pero dentro del colectivo LGTB, los que peor sufren una situación de discriminación, con gran diferencia, hasta niveles legales, son las personas transexuales. Hemos conseguido que a nivel social la hosexualidad, tanto en hombres como en mujeres, tenga mayor aceptación. Tenemos grandes referentes a niveles públicos y en la televisión, por ejemplo. Pero en cuanto a la transexualidad, no existe tanta visibilización positiva, al margen de que son realidades distintas y necesidades distintas. Una persona gay o lesbiana tiene un tema de orientación sexual y es algo que se puede vivir de forma íntima, si se quiere, sin que nadie se entre. Pero las personas transexuales, a la fuerza tenemos que ser visibles porque hay que hacer un cambio para transitar el sexo que se nos asigna al nacer al que se siente como propio. Es una visibilidad forzosa y además, tenemos unas necesidades sanitarias que tienen que ver con adaptar al cuerpo al sexo que sentimos como propio. Ahí sí que hay un gran vacío y una gran discriminación en cuanto a la necesidad de la atención y de una identidad legal que se ajuste a la que tu vives como propia.
–¿Cómo es esa atención sanitaria a la que hace referencia?
–A nivel sanitario tenemos una atención que nos segrega y que nos discrimina con respecto a la población general. Todo el mundo cuando necesita una atención acude a su ambulatorio más cercano. Para atendernos a nosotros tan sólo hay una unidad para las ocho provincias. Esto nos discrimina porque nos segrega a una unidad como si tuviéramos una enfermedad como si fuéramos unos apestados y se nos tiene que tratar de otra forma. esto rompe el principio de atención igualitaria y exigimos que sea cambiado. En Andalucía hemos realizado, además, un propuesta de Ley de Integral de Transexualidad para acabar la discriminación que sufren estas personas y para garantizar los derechos que ya disfrutan el resto de la ciudadanía. No es una ley que venga a ampliar derechos, pero si a garantizar que se cumplan para este colectivo en todos los ámbitos, desde el laboral al sanitario